Nota del editor: Kelly Wallace es corresponsal digital y editora eventual de temas de familia, carrera y vida. Lee sus otros artículos y sigue sus reportajes en inglés en CNN Parents y en Twitter.
(CNN) – Para muchos de nosotros es casi imposible pensar en que nuestros padres tengan relaciones sexuales y es aún más imposible imaginar que hablen de su vida sexual con nosotros.
Pero quienes esperamos hablar más abiertamente de sexo con nuestros hijos, ¿deberíamos pensar en hablar de nuestras propias experiencias sexuales con ellos?
Algunos padres creen que eso equivale a cruzar un límite que nunca debería cruzarse. Otros sostienen que al no hablar de ello, perdemos la oportunidad de ayudar a nuestros hijos a entrar en contacto y a aprender de nuestra vida sexual.
Hice esta pregunta a una gran variedad de mujeres, a algunas en persona y a otras por correo electrónico. La mayoría respondió bastante clara y enfáticamente en un sentido.
“¡No! Jajajaja”, escribió Debbie Greene, quien publica en el blog Through Debbie’s Eyes, segundos después de haber recibido mi correo electrónico.
Sunny Hostin, analista legal de CNN, coincidió inmediatamente. Dijo que “nunca jamás es correcto” hablar de tu vida sexual con tus hijos.
“Francamente, tengo amigos que hacen esta especie de bromas sexuales frente a sus hijos”, dijo, refiriéndose a formas (probablemente demasiado explícitas para describirlas aquí) en las que sus amigos les indican a sus hijos que es hora de salir de la habitación de sus padres.
“Eso me horroriza”, cuenta Hostin, quien tiene dos hijos. “Creo que eso es privado y creo que es correcto que les digas a tus hijos: ‘Mamá y Papá, necesitan pasar un tiempo en privado’, pero no creo que debas tener esta clase de discusiones”.
Julie Holland, psiquiatra neoyorquina que ha ejercido desde hace dos décadas, es una firme defensora de promover que los padres hablen con sus hijos sobre sexo. Ella lo hace todo el tiempo con sus propios hijos, pero dice que contarles a tus hijos tu vida sexual es “totalmente distinto”.
“No quieres compartir tu propia vida sexual con su padre. Eso es compartir demasiado y no es correcto”, dijo Holland, autora del libro Moody Bitches: The Truth About the Drugs You’re Taking, the Sleep You’re Missing, the Sex You’re Not Having and What’s Really Making You Crazy.
“Debes hablar lo suficiente de sexo con ellos como para que se sientan cómodos haciéndote preguntas sobre sexo y que no se avergüencen de ser seres sexuales”, dijo. “Pero tu vida sexual es completamente privada y ellos necesitan aprender sobre privacidad y límites, definitivamente”.
Abrir la puerta a tu vida sexual como “herramienta pedagógica nunca es buena idea”, dijo Tricia Ferrara, terapeuta certificada de la zona de Filadelfia, estratega de paternidad y autora del libro Parenting 2.0: Think in the Future, Act in the Now.
“Existen límites entre padres e hijos para que los niños puedan crecer y desarrollarse sin tener que cargar con la experiencia de un padre además de la suya”.
Pero ¿hay casos en los que podría ser útil compartir tus experiencias, particularmente cuando tus hijos empiezan sus propias vidas sexuales?
Leslie Yazel, editora ejecutiva de la revista Cosmopolitan, dice que si su hija fuera adolescente o adulta joven, quisiera saber sobre el orgasmo femenino y le preguntara cuándo tuvo el primero o cómo ocurrió, tal vez le gustaría responderle.
“No me gustaría hablar con ella sobre el sexo con mi esposo y cómo es, pero ¿en dónde más va a aprender sobre el orgasmo femenino?”, preguntó Yazel. “No lo va a aprender en la escuela. No creo que lo aprenda de internet, necesariamente”.
Entonces, es una conversación que podrían sostener algún día, pero no demasiado pronto, bromea. “Ahora tiene cuatro años, no tengo que tomar esa decisión por un buen rato”.
La conductora de programas de televisión para niños, Miss Lori, dice que siempre ha querido hablar de su “historia sexual/de citas/de amor” con sus hijos. “Los detalles aumentan conforme maduran y claro que de acuerdo con el tenor de sus preguntas”, dijo la especialista en redes sociales, colaboradora del sitio Babble.com y madre de tres hijos.
Dijo que sus hijos no se benefician de creer que ella es infalible o perfecta y que pueden aprender de su experiencia, de lo bueno y lo malo.
“Es mi trabajo como madre prepararlos lo mejor que pueda para que tengan una vida amorosa exitosa, lo cual incluye al sexo. No lo voy a dejar en manos de nadie más. ¡Para nada!”, dijo. “Así que soy honesta con ellos, de la misma forma en la que espero que lo sean conmigo”.
Holland, la psiquiatra neoyorquina, cree que podría haber situaciones en las que tenga sentido hablar de tus experiencias sexuales, pero dice que todo depende de lo que estés hablando y de lo íntima que sea la conversación.
“Tus hijos no son tus amigos y creo que es importante que no confundas a tus hijos diciéndoles que eres su amiga”, dijo.
“Quiero advertirle (a mi hija) sobre la forma en la que algunos chicos se podrían comportar… y podría usar ejemplos de cosas que me pasaron cuando era adolescente o tenía veintitantos años, pero no le voy a hablar de mi vida sexual personal con su padre. No es correcto”.
También hay padres como Nancy Friedman, quien nunca se imaginó hablando con sus hijos sobre su vida sexual, pero que de repente tuvo que lidiar con el asunto luego de que la atraparan en el acto con su esposo.
En una comiquísima publicación en su blog From Hip to Housewife, Friedman escribió que cuando su hijita entró en su habitación, preguntó: “¿Qué están hacieeeendo?”.
Su esposo le dijo que había atrapado a papi besando a mami, relata.
”’¿Desnudos?’, preguntó”, cuenta Friedman, quien también es fundadora de KidzVuz, una plataforma para que los preadolescentes compartan videos. Obviamente, su hija no quedó convencida y hasta que Friedman le dijo que estaba desnuda porque estaba a punto de meterse a la ducha, su hija dijo “¡OK!” y se subió a la cama con sus padres.
Su hija nunca volvió a tocar el tema… afortunadamente, dice Friedman. Lo más cerca que han estado de hablar de su vida sexual es cuando su hija, que ahora tiene 15 años, le preguntó una vez por qué seguía tomando píldoras anticonceptivas.
“La miré de cierta forma”, dijo Friedman. “Ella dijo: ‘¡qué asco!’, ¡y eso fue todo!”.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Kelly Wallace.