Ejemplar del diario venezolano "El Nacional" el  18 de agosto de 2010, tras la prohibición de publicación de "imágenes violentas"

Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Encuentro. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.

(CNN Español) – Tras el cereal descremado y desabrido, el primer titular es del diario español El País: ‘’Ecuador ha sancionado a casi 200 medios en dos años’’.

Fue en la radio cuando yo empecé en esto de contar la vida, en una estación pequeña y ruidosa, hecha por y para la gente joven.

Emitía en una Habana que vivía a merced de la onda expansiva de la caída del Muro de Berlín. Cada programa era como andar sobre una cuerda muy floja porque había que eludir el zarpazo de los que velaban porque solo se dijera lo que se podía decir.

Y entonces echábamos mano de artistas como Juan Carlos Baglietto, que en una de sus canciones criticaba la censura que se ejerció en Argentina durante la dictadura militar, lo hacía con mordacidad suficiente como para hacer temblar la tierra y que por cierto, se usó en la campaña del “NO” en Chile. Entonces los censores se mordían las uñas porque ¿cómo silenciar a un amigo del Gobierno, que además, es un buen hombre?

Me imagino que cada quien enfrenta la censura y el miedo como puede: con imaginación, con gallardía y con mudez. Es normal.

A propósito del informe sobre la situación de la prensa en Nicaragua, un televidente del programa, Oscar Meléndez, me escribe desde El Salvador y dice que me notó ‘sorprendido y molesto’, por el hecho de que en Nicaragua una sola familia sea la dueña de siete canales de televisión. ‘Espero que tu sorpresa no sea debido a que sea una familia de izquierda’.

Señor Meléndez, en modo alguno. Lo que me resulta como mínimo discutible es que tantos medios estén en manos de una familia, sea de izquierda o de derechas, o del planeta Marte, porque la libertad no comulga con los monólogos. Claro, siempre podremos cantar con Baglietto: “La censura no existe, mi amor… ” hasta que, de un guantazo, nos manden a callar.