(CNN) – Este fin de semana se practicó en Colombia la primera eutanasia legal en un país de Latinoamérica.
El hecho ocurrió en Pereira, una ciudad pequeña al oeste colombiano, donde un hombre aquejado por una enfermedad terminal pidió a los médicos acabar con su sufrimiento y se acogió un mandato de la Corte Constitucional de ese país, que reglamentó el derecho a morir dignamente.
Ovidio González, un zapatero retirado de 79 años, certificó ante las autoridades que su voluntad era morir dignamente con la asistencia de los médicos. Ellos aceptaron su pedido ya que cumplía con los requisitos para acceder a este procedimiento: ser mayor de edad y padecer una enfermedad terminal, según lo explica el ministerio de Salud de Colombia.
El hombre sufría de cáncer vestibular y fue operado. Le extrajeron un pedazo de hueso y no había hecho metástasis en otros órganos. Pero según los médicos, podía padecer un año y medio en la cama, sufriendo.
“Yo me quiero morir con dignidad”, le dijo el hombre de 79 años a sus hijos, según le contó uno de ellos a CNN.
La historia de don Ovidio conmovió profundamente a la sociedad colombiana, ya que minutos antes ser sometido a la eutanasia, uno de los médicos expresó dudas sobre los alcances y por temor a cometer un error fatal, pidió la suspensión de la inyección.
Uno de sus hijos, Julio César González, ‘Matador’, es un reconocido caricaturista del diario colombiano El Tiempo, y a través de su espacio en los medios de comunicación, denunció que a su papá le habían negado el derecho a morir dignamente.
Con dolor y humor, convirtió a su padre en uno de sus personajes e hizo público el hecho, una herramienta certera para mover a los médicos y al propio gobierno para revisar con urgencia el caso.
Finalmente, el pasado viernes 3 de julio, Ovidio González, se convirtió en el primer paciente en Colombia y en América Latina en someterse a la eutanasia.
Su cuerpo fue creado el pasado sábado, tras una ceremonia religiosa.
Por 17 años en Colombia, los opositores a la eutanasia llevaban ventaja, pues en el Congreso legislativo no se había tramitado ninguna ley que promulgara con detalles el derecho a morir dignamente, tal como se lo ha exigido la Corte Constitucional desde 1997.
Una norma de este tipo hubiera evitado, entre otras cosas, las dudas que retrasaron la partida voluntaria del padre del caricaturista.