Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de Historia y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton e investigador de New America. Escribió los libros Jimmy Carter y The Fierce Urgency of Now: Lyndon Johnson, Congress, and the Battle for the Great Society.
(CNN)— Donald Trump insinuó, en entrevista con el sitio web The Hill, que si el Partido Republicano no lo trata bien, podría postularse como candidato de un tercer partido. Los republicanos deberían preocuparse.
Si Trump da este paso, agregaría un importante elemento de incertidumbre a un proceso de por sí difícil de manejar. Trump puede llevar su demagogia y su voluntad de decir cualquier cosa a las elecciones generales, en las que se decidirá en unos cuantos estados quién será el siguiente presidente.
Si se postula como candidato independiente, Trump seguiría los pasos de Ross Perot. En las elecciones presidenciales de 1992, Perot causó grandes problemas al entonces presidente republicano, George H. W. Bush, en su campaña contra Bill Clinton al entrar en la contienda como candidato de un tercer partido con financiamiento propio. Al igual que Trump, Perot tenía el dinero y el conocimiento de los medios de comunicación para llamar la atención del país aun sin tener el apoyo del aparato de un partido formal.
Perot, empresario texano multimillonario, no estaba conforme con el rumbo que llevaba la política estadounidense. Dijo al pueblo que entraría en la contienda presidencial en abril de 1992, en el programa Larry King Live de CNN. Perot pagó sus propios comerciales de televisión e hizo la mayor parte de su campaña en programas de televisión, cuyos productores estaban más que felices de dar difusión al excéntrico texano porque estaba dispuesto a decir lo que pensaba sin la clase de filtros de los que la mayoría de los políticos suele depender.
Perot atacó agresivamente a Bush por haber permitido que la deuda nacional se disparara y por no lograr arreglar la economía. Comparó el déficit federal con “la tía loca que tenemos encerrada en el sótano. Todos los vecinos saben que está allí, pero nadie quiere hablar de ella”. Advirtió una y otra vez que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en el que Bush trabajaba, pronto provocaría una fuga de empleos (y crearía “un gran sonido de succión”) hacia México, en donde la mano de obra era barata y los estándares laborales eran virtualmente inexistentes.
Aunque Perot no ganó votos en el Colegio Electoral, ganó casi 20 millones de votos, lo que representaba alrededor del 19% del electorado, el mejor resultado de un tercer partido desde que Theodore Roosevelt se postuló por el Partido Progresista en 1912.
La mayoría de los expertos coincidió en que su candidatura afectó a Bush y le quitó los votos de los independientes y los republicanos moderados, que se sintieron atraídos por el conservadurismo fiscal de Perot. El ataque de Perot contra Bush también dañó la imagen que todo el electorado estadounidense tenía de su labor como presidente, todo lo cual benefició a Bill Clinton y a los demócratas.
¿Donald Trump podría hacer lo mismo en 2016?
Como candidato de un tercer partido (con el dinero que tiene para gastar y la atención de los medios que sabe cómo atraer), Trump puede tener un efecto mayor. Como Trump indicó en sus ataques iniciales, tiene rencores. Si siente que lo están echando del Partido Republicano, es probable que dirija su veneno en contra de ellos en una campaña de venganza desde un tercer partido.
Trump puede causar grandes problemas a los republicanos. En su encarnación más reciente, Trump es aún más conservador que Perot en 1992, según indica un artículo del sitio web Talking Points Memo. Si el magnate de los bienes raíces sigue por el camino que lleva, podría reunir a los elementos duros del Partido Republicano, tales como los guerreros que combaten la inmigración, y se llevaría a los electores de derecha y a los activistas.
Esto será un problema para varios republicanos como Jeb Bush, que luchan por demostrar a su base conservadora que son candidatos fuertes e ideológicamente puros.
Aunque los indicadores económicos revelan que el crecimiento económico seguirá ganando impulso, a diferencia de los meses de recesión que se vivían cuando Perot hacía campaña en 1992, Trump puede atraer a los electores frustrados porque entre ellos hay gran inquietud sobre la nueva normalidad de inseguridad constante para la clase media y las crecientes brechas entre ricos y pobres. La combinación de llamados populistas demagógicos y el atractivo de su afirmación de que, de alguna forma, un empresario instintivamente haría un mejor trabajo al mando del gobierno, atraerá a algunas personas de la derecha.
En el caso de los candidatos republicanos como el senador por Texas, Ted Cruz, o el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, quienes dependen del apoyo de las bases, la candidatura de Trump por un tercer partido los obligaría a competir por la lealtad de los votantes que, de otra forma, habrían marchado felices a las filas republicanas.
De igual forma, Trump bien podría centrar su atención en elementos de conservadurismo más amigables con las empresas, tales como la lucha contra el aumento en los impuestos y las regulaciones fiscales, lo que podría atraer a los electores suburbanos más acomodados y a los líderes empresariales que no se sienten a gusto con el conservadurismo social y cultural de alguien como Ted Cruz.
Trump también puede afectar la capacidad de los republicanos de levantar una base electoral más amplia al seguir relacionando el “conservadurismo” con los elementos más radicales del electorado político, como lo ha hecho en ocasiones recientes con sus declaraciones sobre inmigración y, en años recientes, con su apoyo al tema del nacimiento de Barack Obama. Aunque no se postularía como republicano, derribaría el nombre mismo de la ideología que el partido enarbola.
Otro problema tiene qué ver con los medios de comunicación. Quien se postule por el Partido Republicano necesitará la mayor cantidad de atención de los medios que pueda conseguir. A pesar de todos sus defectos, Hillary Clinton tiene un lugar muy prominente en la imaginación del público. Es un personaje muy valioso y ha tenido un lugar fuerte en la política estadounidense desde hace décadas.
Como Trump absorbe tiempo aire, los republicanos, que son menos conocidos entre los electores, podrían encontrarse en problemas para ganar impulso en televisión y en internet.
Claro que una candidatura de Trump por un tercer partido también le causaría problemas a Hillary Clinton. No se contendría en sus ataques contra ella y podría tener cierto efecto. Pero el mayor peso de dicha candidatura probablemente caería sobre los republicanos.
La comparación con el efecto general que tuvo Perot tampoco es definitiva, bajo ningún concepto. El electorado es más diverso cultural y socialmente que hace 25 años y las palabras duras de Trump sobre la inmigración podrían terminar por desanimar a más electores que el plan económico de Perot en 1992.
La historia de Trump como estrella de reality shows, que actualmente le ayuda, también dificultará que los electores lo tomen en serio conforme se ponen en marcha el comité electoral y las campañas para las elecciones primarias.
Su historial está lleno de tantos cambios de postura que podría dar un nuevo significado al término “giro de 180 grados”.
Aunque los principales candidatos republicanos probablemente no tengan que preocuparse mucho de que Trump salga a la cabeza en el proceso de selección de su propio partido una vez que empiecen los comités electorales y las primarias, realmente deberían preocuparse si se vuelve candidato de un tercer partido. Una versión de Ross Perot en 2016 podría causar muchos problemas al Partido Republicano en el momento preciso en el que están tratando de recuperar la Casa Blanca después de ocho años de exilio.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Julian Zelizer.