(CNN Español) – En la Base Policial de Mazamari en la selva del departamento de Junín, a 280 kilómetros de Lima, 34 niños y 20 adultos rescatados de Sendero Luminoso comienzan a vivir en libertad, en algunos casos después de 30 años de cautiverio.
Integraban los llamados “campos de producción”, donde los adultos, la mayoría mujeres, eran forzados a trabajar en labores agrícolas y a engendrar, cuidar y alimentar a los niños que serían los futuros guerrilleros.
El grupo terrorista Sendero Luminoso inició sus operaciones armadas en la década del 80 bajo la dirección de Abimaél Guzmán, alias “presidente Gonzalo”. Con su fundador preso desde 1992, unos 100 terroristas sobrevivieron, según las autoridades, dando seguridad a grupos de narcotraficantes asentados en la selva central, donde se ubica la principal zona cocalera peruana, conocida como VRAEM: Valle de los Rios Apurimac, Ene y Mantaro.
La sufrida etnia ashaninka
Los cuerpos de los exrehenes muestran signos de la mala alimentación y pésimas condiciones sanitarias de su cautiverio. La gran mayoría pertenece a la etnia ashaninka. O nacieron siendo rehenes, o habían sido apresados de niños en alguna de los múltiples incursiones del grupo terrorista.
Gracias a una traductora del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, CNN en Español pudo conversar con algunos de ellos, quienes confirmaron que llevaban una vida de esclavos, dedicados desde el amanecer a las labores del campo y que los cabecillas senderistas les habían dicho que los militares los matarían por lo que debían permanecer siempre escondidos.
La estrategia para recuperarlos
Al tener la ubicación del campamento, durante varios días helicópteros lanzaron cientos de volantes en idioma ashaninka con mensajes como “No mas abuso y dolor, basta ya. ¡Ellos no se lo merecen!”.
Además, dos madres, que habían sido rescatadas en 2014, ayudaron a los autoridades a recuperar a sus propios hijos que permanecían cautivos. “Ellas colaboraron con nosotros en el trabajo de inteligencia, para dar confianza a las personas que estaban adentro. Ellas fueron conducidas, dijeron, no nos van a matar, no nos van a violar, no nos van a castigar, como decía Sendero”, sostuvo el general José Baella, jefe de la División contra el Terrorismo de la Policía Nacional. Ahora ambas están con sus hijos.
Dificultades para la captura de los cabecillas terroristas
En un helicóptero del Ejército peruano, el viceministro del Interior, Iván Vega, se esfuerza por mostrar a un grupo de periodistas de medios internacionales cómo la tupida vegetación de la zona configura un escondite ideal para los hermanos Quispe Palominos, actuales cabecillas de Sendero Luminoso, conocidos con los apelativos de “José” y “Raúl”.
“Ellos siempre están rodeados de niños, de mujeres y los utilizan como escudo. Eso es lo que dificulta… y la geografía, por supuesto pero yo creo que unos días mas podríamos ya terminar con este tema de Sendero Luminoso”, agrega el jefe del Estado Mayor de la Policía Nacional, Vicente Romero.
Familias dispersas
Una de las estrategias utilizadas por Sendero Luminoso para impedir que los rehenes no huyan es diseminar a las familias. El general Cesar Astudillo, Jefe del Comando Especial VRAEM, dice que es una técnica “polpotiana”: “Al padre lo enviaban a un sector, a la madre a otro, a los hijos a otro, de tal manera que estaban bajo la amenaza que si alguno de ellos se escapaba o desertaba inmediatamente eran ejecutaban los otros”.
Las autoridades calculan que al menos otros 100 rehenes permanecen en otros campamentos de producción similares. Esperan poder instalar a los niños recuperados, juntos a los adultos que lo deseen, en alguna comunidad selvática donde puedan rehacer sus vidas. Lejos de la violencia que Sendero Luminoso tenía reservada para ellos.