Imagen de la Embajada en La Habana, en la que desde el viernes ondea la bandera estadounidense (AFP/Getty Images).

Nota del editor: Maria Cardona es comentarista política de CNN, estratega demócrata y directora de Dewey Square Group. Fue asesora senior de Hillary Clinton y fue directora de comunicaciones del Comité Nacional Demócrata. También es exdirectora de comunicaciones del Servicio de Inmigración y Naturalización. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las de la autora.

(CNN)– En 1999, yo era la directora de comunicaciones de una agencia federal entonces conocida como el Servicio de Inmigración y Naturalización. Trabajé con el Departamento de Justicia y con el Departamento de Estado en el caso de Elián González, de 5 años de edad, un adorable niño cubano que fue encontrado flotando en una cámara de aire de la costa de Florida a finales de ese año, luego de que su madre y otros murieran intentando llegar a Estados Unidos.

El caso desató una gran tormenta política y cultural cuando el padre de Elián pidió que le regresaran a su hijo a Cuba. La lucha que le siguió solo fue otro capítulo del pasado tormentoso, (casi) nuclear y lleno de historias que el país insular ha tenido con Estados Unidos… y en aquel entonces difícilmente podría haber imaginado que este día podría llegar.

Pero ha llegado y el viernes el Secretario de Estado, John Kerry, hizo historia en La Habana, Cuba, al reabrir la Embajada de Estados Unidos. La visita es la primera de un Secretario de Estado a Cuba en 70 años y eso celebra el descongelamiento oficial de las relaciones desde que se impuso el embargo a Cuba en la era de la Guerra Fría en 1962.

El restaurar las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, una medida anunciada inicialmente en diciembre pasado, conlleva una controversia política para el presidente Obama. La gran mayoría de los congresistas republicanos y algunos demócratas han criticado duramente a su gobierno por haber tenido la osadía de entrar, como se conoce en los círculos cubano-estadounidenses, en un tema político que nadie quiere tocar.

Sin embargo, mientras que el dolor y la rabia que siente la comunidad de exiliados cubanos sobre este asunto es real, y debe ser plenamente reconocido, también debemos admitir que el embargo ha sido un fracaso y que debemos tomar un curso diferente.

El mes pasado, el presidente Obama señaló que “hay personas que quieren retroceder el reloj y apostar por una política de aislamiento. Pero pasó mucho tiempo para que nos diéramos cuenta de que este enfoque no funciona. No ha funcionado durante 50 años. Bloquea a Estados Unidos del futuro de Cuba y solo empeora la vida del pueblo cubano”. Él está en lo cierto.

Después de más de 50 años de aislamiento, es hora de que Estados Unidos cambie su estrategia hacia Cuba. Ya no estamos en la agonía de la Guerra Fría. No estamos en una competencia de armas nucleares con la Unión Soviética. Durante 55 años, Estados Unidos ha hecho todo lo posible para aislar los recursos clave a la isla con la esperanza de debilitar el régimen de Castro hasta el punto que colapsara o fuera derrocado fácilmente.

Sin embargo, la perseverancia y la capacidad de resistencia del régimen de Castro ha confundido a muchos y el embargo solo ha empeorado el sufrimiento del pueblo cubano. Ha fracasado en impulsar los cambios deseados. Por otra parte, ningún otro país del mundo mantiene un embargo contra Cuba, por lo que el nuestro es ineficaz.

La reapertura de la embajada que tuvo lugar el viernes en La Habana es un paso importante en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas plenas, pero Obama solo puede hacer lo que está dentro de los límites de sus poderes presidenciales. Solo el Congreso puede poner fin al embargo y el presidente Obama les ha instado a hacerlo rápidamente. Sin embargo, con este Congreso republicano que no hace nada y que se opone a todo lo que el presidente Obama propone, existen pocas esperanzas de que eso suceda.

El problema incluso se ha infiltrado en la contienda presidencial del 2016, ya que la anterior Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, la favorita demócrata, dio un discurso clave en el que hizo un llamado para que se pusiera fin al embargo y se estrecharan los lazos con Cuba. Ella dio el discurso en la Universidad Internacional de Florida, donde el senador Marco Rubio, un contendiente para la nominación presidencial republicana del 2016, es profesor de tiempo parcial. En agudo contraste con Clinton, Rubio se opone rotundamente a cualquier descongelamiento de las relaciones con Cuba o que se reduzca el embargo de cualquier forma.

Sin embargo, el senador Rubio y los republicanos deben tomar en cuenta que el país está de acuerdo con el presidente Obama y con el enfoque de los demócratas en relación a Cuba. En una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Pew, el 73% de los estadounidenses dijo que apoyaba el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba. El 77% de los encuestados por Pew en cinco países latinoamericanos —Argentina, Brasil, Chile, México y Venezuela— también apoyó la decisión de Estados Unidos.

Los republicanos se oponen a la restauración de los lazos porque creen que es un regalo para la brutal dictadura cubana que ha hecho que decenas de miles de sus ciudadanos sufran y que sigue violando sus derechos humanos y civiles. Pero seamos honestos: este cambio de política no recompensa el régimen o niega los abusos de derechos humanos por parte del régimen. Estados Unidos continuará denunciando y condenando el acoso arbitrario contra los ciudadanos cubanos que tratan de expresar sus opiniones.

Al permitir que Cuba regrese al redil de la sociedad civil, Estados Unidos y otros socios internacionales tendrán una mejor influencia para insistir en la integridad personal y promover una evolución realista hacia la sociedad civil y un proceso político democrático más abierto.

Este es un nuevo día y una oportunidad muy necesaria para un mejor futuro para el pueblo cubano, uno con una cooperación más abierta sobre temas del cambio climático, la salud, la migración, la tecnología y el espíritu empresarial. Las empresas de Estados Unidos están dispuestas a buscar nuevas oportunidades para el mercado de Estados Unidos y también para nuestros consumidores. Este es un enfoque en el que todos ganan.

La embajada en La Habana se reabrirá hoy con una ceremonia en el que participará el poeta y escritor cubano-estadounidense, Richard Blanco, quien leerá un poema en honor a las historias de la gente de ambos lados del estrecho de 145 kilómetros entre Cuba y Florida.

Los republicanos ahora tienen la oportunidad de demostrar que no todos están atrapados en el pasado; que pueden aceptar el cambio positivo en lugar de alinearse con las políticas fallidas que solo han dañado a las personas que dicen querer ayudar.

Con esta política moderna entre Estados Unidos y Cuba, no veremos otra crisis como la de Elián González. Para mí, ¡esa es razón suficiente para celebrar!