El cementerio de la asociación islámica se convertirá en parte de la vida de Farmersville.

Nota del editor: Haroon Moghul es miembro del Institute for Social Policy and Understanding. Él es autor, ensayista y conferencista. Síguelo en @hsmoghul. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.

(CNN)– El pequeño pueblo de Farmersville, Texas —con una población de 3.300 personas, de mayoría blanca y cristiana— está aterrorizado. ¿Por qué? ¡Porque los musulmanes (muertos) están llegando!

Un cementerio musulmán planificado ha causado miedo y furia, incitando a la comunidad central a llevar a cabo una reunión en el ayuntamiento para abordar la ansiedad de los residentes. El pastor local, David Meeks, al parecer sospecha que el cementerio solo es el inicio, sugiriendo que la Asociación Islámica del condado de Collin, la cual apoya los planes para el cementerio, de hecho podría estar planeando un ”centro de entrenamiento madraza o mezquita”. Según se ha citado, otros creen que el cementerio será un “centro de entrenamiento para militantes”.

La lista completa de preocupaciones es impresionante.

No sé qué es más difícil de creer: ¿Acaso el hecho de que muchas personas creen que un cementerio podría ser transformado en un centro de entrenamiento de militantes sin que las fuerzas de seguridad lo noten o que los radicales, regularmente acusados de mentir acerca de sus creencias, podrían creer que no existe otra mejor forma de encubrir un campo yijadista que un cementerio musulmán?

Por supuesto, la verdad es menos interesante. Como casi siempre sucede.

El área de mayor valor metropolitano del Dallas-Forth Worth es el hogar de una de las comunidades musulmanas más vibrantes de Estados Unidos y de algunos de los más populares eruditos de Estados Unidos. De hecho, la población local musulmana, la cual se calcula que es de 22.000, está creciendo. Pero esto no es porque ellos estén tratando de tomar Estados Unidos. En lugar de eso, los musulmanes llegan a Texas por la misma razón que otros estadounidenses: bajo costo de vida, clima agradable y trabajos. Una gran cantidad de empleos. Quizás a algunos de ellos también podría gustarles la idea de las bien reconocidas mezquitas y famosos imanes. De cualquier forma, sus motivos son muy normales.

Desafortunadamente, parece que a raíz de los eventos recientes en Farmersville a muchos lugareños les resulta difícil diferenciar a los musulmanes. ¿Son radicales? ¿Son razonables? ¿Cómo podemos saberlo con certeza? ¿Cómo podemos probarlo?

Todo esto podría ser simplemente intolerancia, una especie de evidente islamofobia. También podría deberse a la falta de familiaridad. Por supuesto, los mismos estadounidenses que podrían confundirme con el líder del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, no confundirían a sus vecinos con, por ejemplo, nuestro amigo cristiano, Vladimir Putin. Eso es porque la mayoría de estadounidenses conocen a suficientes cristianos, por lo que son capaces de distinguir entre ellos.

Pero, ¿qué sucede cuando no conocen a algún musulmán? Bien, ellos podrían pensar lo peor. Esa es la historia real detrás de Famersville: las personas con poca experiencia en la diversidad de pronto son confrontadas con la misma y reaccionan debido al miedo y el malentendido. Por el contrario, la familiaridad le quita valor al prejuicio y a los resultados de los motores de búsqueda.

No existe ningún obstáculo legal para el cementerio de la asociación islámica, así que es difícil ver planes para que el cementerio sea rechazado. Se convertirá en parte de la vida de Farmersville, al igual que el islam, al igual que lo ha hecho en otras partes de Estados Unidos.

Los musulmanes de Texas tienen hijos y esos niños tejanos irán a la escuela con otros niños tejanos y las futuras generaciones considerarán el islam como otra forma de fe. Ellos sabrán que cuando los musulmanes mueren, prefieren ser enterrados en sus propios cementerios. “No existe una clara orden verbal del profeta, o un verso coránico”, me explicó Mohamed Ghilan, un estudioso canadiense del islam, pero “el profeta Mahoma separó los cementerios por afiliación religiosa” y los musulmanes continuaron haciéndolo después de él.

Hace años, observé una acalorada protesta antimusulmana en las afueras de Nueva York. La mayoría de los asistentes eran claramente de fuera de la ciudad y estaban furiosos con los musulmanes, a quienes nunca habían conocido, pero que según ellos estaban allí para tomar su país. Durante dos horas, ellos despotricaban y gritaban. Hambrientos por su fobia, se dirigieron a los muchos camiones de comida estacionados al lado opuesto de la calle —la mayoría de los cuales eran operados por musulmanes— en los cuales se servía comida según lo ordenado en la sharia. Era casi demasiado gracioso para ser cierto. Sin embargo, los manifestantes no podrían haberlo hecho mejor; los vendedores estaban felices de obtener ganancias y todos se fueron felices.

¿Cómo podrías no amar a este país?