(CNN) – Las paredes del Museo Nacional de Damasco están desnudas, cuadrados y rectángulos marrones sustituyen las invalorables pinturas que una vez colgaron aquí.
Los pasillos de la galería están vacíos, como lo están las vitrinas, un cartel aislado es la única remembranza de los tesoros que una vez formaron parte de estos estantes.
En el jardín arbolado exterior, antiguos sarcófagos descansan en sus pedestales, las estructuras de concreto los protegen de un ataque con mortero que aparentemente podría producirse en cualquier momento.
Un corto paseo a través del patio conduce hacia otro edificio. De pie en el interior, sosteniendo un jarrón mesopotámico de 4.000 años de antigüedad en sus manos, Maamoun Abdulkarim ofrece una evaluación melancólica de su trabajo actual.
“Soy el director general más triste del mundo”, dice.
Abdulkarim es el director general de Antigüedades y Museos de Siria. Él supervisa una gigantesca operación logística para evacuar las piezas de las zonas de combate, o de los lugares en peligro de ser tomados por ISIS, y llevarlas a lugares secretos y seguros.
Cuando la guerra civil del país invadió Damasco en los últimos años, él ordenó la evacuación hasta de la última pieza del Museo Nacional. E igualmente deprimente como lo es ver que una de las grandes instituciones culturales de Siria está vacía, la alternativa podría ser mucho peor.
Daños que durarán para siempre
En los últimos cuatro años, trozos de la rica herencia cultural de Siria han sido quebrados, demolidos y saqueados por las milicias y los grupos terroristas.
Abdulkarim solo podía ver cómo ardía la antigua ciudad y el antiguo zoco de Alepo, mientras que relicarios y piezas de museo eran robados por bandas para ser vendidas en el extranjero. Cuando ISIS se apoderó de grandes franjas de territorio al este del país, destruyó los antiguos lugares arqueológicos de incalculable valor en Nimrud y Hatra… y puso a otros, incluyendo a Palmira, en riesgo.
“Cada día recibo nuevas malas noticias de la destrucción del patrimonio cultural de Siria”, dice.
Pero Abdulkarim se ha comprometido a salvar tanto como pueda el patrimonio de Siria, y cuenta con un ejército de voluntarios altamente motivados para ayudarle a hacer el trabajo.
“Finalmente, la crisis terminará. Estamos seguros”, dice. “Pero el daño al patrimonio cultural estará allí para siempre”.
“Por esa razón estamos intentando que todos los sirios se esfuercen por hacer el mejor trabajo posible para salvar este patrimonio cultural. Si no es así, seremos condenados por nuestros hijos en el futuro”.
En un patio interior del recinto del museo, docenas de voluntarios están ocupados día tras día catalogando, fotografiando y embalando jarrones antiguos, bustos y muchos otros artículos para protegerlos hasta que haya pasado la tormentosa guerra de Siria.
“Tan solo de Deir Ezzor hemos evacuado cerca de 35.000 piezas”, dice Abdulkarim. Al señalar otro jarrón, dice: “Salvamos también miles de objetos como este de los lugares mesopotámicos de Siria. Este es del año 2.000 a. de C.”.
Uno de los mayores logros del equipo fue la evacuación de casi todos los bustos y estatuas antiguas de las ruinas romanas de Palmira, uno de los más famosos tesoros arqueológicos de Siria, pocos días antes de que ISIS invadiera la zona a principios de este año.
En una sala del recinto, docenas de estatuas romanas yacen en el suelo. Este lote específico fue recuperado de el Líbano después de haber sido saqueado de Palmira. Pero Abdulkarim y su equipo salvaron mucho más del avance de las fuerzas de ISIS.
“Salvamos aproximadamente 4.000 estatuas y bustos”, dice. “Solo imagina si estos objetos estuvieran ahora en las manos de ISIS. Estoy seguro de que destruirían todas estas cosas”.
Una carrera mortal contra el tiempo
El trabajo es difícil y conlleva un alto costo. El día de la visita de nuestro equipo, el subdirector del laboratorio acababa de ser asesinado por un ataque de mortero… el decimotercer empleado de la dirección en ser asesinado. Pero el equipo de Abdulkarim también representa un raro ejemplo de verdadero esfuerzo nacional, en un país cuyo tejido social ha sido desgarrado casi por completo por cuatro años de guerra civil.
“Tenemos 2.500 personas en nuestra dirección general de antigüedades. Somos una agencia del gobierno, pero también trabajamos en las zonas bajo control de la oposición”, explica.
Abdulkarim dice que casi todos los grupos que están en guerra unos contra otros en Siria –aparte de ISIS y Jabhat al-Nusra, asociado con Al Qaeda– están unidos en apoyo a la labor que su departamento está haciendo.
“Nuestro trabajo es científico, es profesional, es para todos los sirios”, dice. “No tenemos dos patrimonios culturales, uno para el gobierno y otro para el ejército de la oposición o la oposición política. Tenemos un patrimonio cultural para todos los sirios, para la humanidad”.
Abdulkarim se enorgullece de liderar la batalla para salvar los tesoros culturales de Siria no solo desde su oficina, sino al frente de la batalla. Ha viajado a lugares como la ciudad asediada de Hasaka, a los territorios kurdos y, más recientemente, a Palmira para supervisar la evacuación de las estatuas romanas y otras piezas de museo.
“No es fácil trabajar aquí en esta crisis, pero nosotros no tenemos ninguna opción”, dice.
La historia de Siria es rica y diversa. Además de las ciudades antiguas, el país cuenta dentro de sus fronteras con algunas de las iglesias más antiguas del mundo que datan de los comienzos del cristianismo, e importantes santuarios de los primeros tiempos del islam.
El tiempo es un lujo que Abdulkarim y su personal no tiene, ya que compiten con los militantes de ISIS por las piezas culturales del país que todavía quedan. Pero es una carrera que están decididos a ganar. Y el equipo ya se está preparando para el día en que puedan sacar de sus escondites los tesoros que han guardado y ponerlos de nuevo en exposición, en el lugar a donde pertenecen.