Jesús Larios se esforzó para salir de su zona de confort y encontró empleo como pelotero para los Chicago Bulls.

(CNNMoney) – Jesús “Jessie” Larios, quien creció en Chicago, se dio cuenta de que terminaría con un trabajo sin futuro, al igual que todos los demás a quienes conocía.

Sus padres son inmigrantes de México… su papá trabaja en una tienda de repuestos automotrices y su mamá no tiene trabajo. Uno de sus hermanos mayores nunca terminó la secundaria y trabaja en una fábrica, mientras que su otro hermano trabaja esporádicamente en construcción y en otros empleos.

Larios admite que su esfuerzo en la secundaria Kennedy fue el mínimo, en donde el 84% de estudiantes son de bajos ingresos y únicamente dos tercios se gradúan en cuatro años.

Sin embargo, en lo profundo de su corazón, él sabía que le podía ir mejor. Así que en su primer año, él decidió transformar su pasión por los deportes en una carrera. Buscó campos potenciales y puso la mira en el entrenamiento atlético, en donde podría proporcionar atención de emergencia y rehabilitación para los atletas.

El residente de Garfield Ridge, ahora de 20 años, está camino a hacer realidad su sueño. Completó un período como asistente del equipo para los Chicago Bulls la temporada pasada y su objetivo es graduarse el próximo año de Malcolm X College con un título técnico en el área de ciencias. Luego de eso, él tiene planes de estudiar kinesiología (movimiento humano) en la Universidad de Illinois.

Sin embargo, llegar hasta este punto ha requerido de mucha iniciativa. Larios no solo ha tenido que aprender las habilidades profesionales más básicas: cómo dar la mano, cómo mantener una conversación y cómo llegar a tiempo, sino que también ha buscado oportunidades en donde ha podido.

En su penúltimo año, Larios aplicó a Genesys Works, un programa selectivo que prepara a los estudiantes de secundaria desfavorecidos para el mundo corporativo y los coloca en pasantías.

Los cursos de habilidades de verano fueron desafiantes. Él es tímido por naturaleza y el programa lo desafió a superar su nerviosismo en entornos profesionales. Una vez, Larios tuvo que caminar hacia un extraño, darle la mano y empezar a hablarle. En otra ocasión, él tuvo que cantar una canción de cuna en frente de sus compañeros. Además, tuvo que estar de pie delante del salón de clase y presentar un discurso de 30 segundos sobre una sola palabra que el personal de Genesys le dio en ese mismo momento.

“Cuando recién empecé [en Genesys], fue como estar en dos mundos diferentes: mi vida normal y el mundo profesional”, dijo Larios, quien también estudió tecnología de la información en Genesys”. Finalmente, se convirtió en lo que soy. “Puedo hacer muchísimo más de lo que alguna vez pensé”.

Larios se transformó ese verano. Al principio él era muy callado, nunca te hubieras dado cuenta de que él estaba allí, dijo Khalfani Myrick, el director del programa. En la medida en que Larios iba completando sus tareas, él iba adquiriendo más seguridad en sí mismo.

“Siempre que ve una oportunidad, la toma”, dijo Myrick.

La mayoría de estudiantes esperan que Genesys les asigne un lugar de trabajo, pero Larios pidió que lo asignaran al departamento de tecnología de la información del Centro Médico de Rush University. Él reemplazó monitores, arregló problemas de computadoras y ayudó a los empleados con asuntos del Internet, ganando 11 dólares la hora durante su último año de secundaria.

“Nunca pensé que estaría trabajando en un lugar donde necesitas una identificación para abrir las puertas”, dijo Larios.

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Esa identificación también le dio a Larios el acceso a lo que él realmente quería de Rush… el departamento de medicina deportiva, en donde trabajan los doctores y los terapeutas físicos de los equipos deportivos más importantes de Chicago.

Pero cuando Larios fue al piso de los terapeutas físicos, ellos lo sacaron de allí. Él llamó a unos cuantos doctores, pero ellos nunca le respondieron sus llamadas.

Luego le escribió una carta al Dr. Brian Cole, doctor del equipo de los Chicago Bulls y de los White Sox. En la carta, él le contaba sus metas al doctor. Cole, quien quedó tan impresionado por la carta que después se la enseñó a su hijo adolescente, invitó a Larios a observar varias cirugías.

Impresionado por la autoestima, perseverancia y pasión de Larios, Cole lo recomendó para un puesto como recogepelotas de los Bulls.

“Él no ha tenido ventajas u oportunidades más que las que ha buscado por sí solo”, dijo Cole, quien continúa en contacto con Larios a través de correos electrónicos. “Él es tan capaz como cualquiera. Solo necesitaba el acceso y partió de allí”.

En su trabajo soñado, Larios ayudó con los ejercicios de calentamiento, hizo mandados para los jugadores, les daba toallas durante los juegos y preparaba el Gatorade. Él habló acerca de sus planes con los entrenadores, quienes le sugirieron que se especializara en entrenamiento atlético y que después de terminar la escuela profesional, estudiara una maestría.

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Al principio, no lo asignaban a muchos juegos. Así que Larios empezó a llegar dos horas antes de su hora de entrada para que su “supervisor se diera cuenta de cuánto deseaba esto y cuánto significaba para él este trabajo”. Él terminó en la lista con más frecuencia.

Sin embargo, Larios se da cuenta de que él todavía necesita más consejos acerca de cómo manejar las situaciones en el trabajo. Ahora es becario de One Million Degrees, un programa no lucrativo que apoya a los estudiantes de colegios profesionales comunitarios. El programa lo conectó con un entrenador, Leandro Martínez, de 27 años de edad, quien ha trabajado en planificación de conferencias y marketing digital.

Uno de los mejores consejos de Martínez: conoce a tus compañeros de trabajo. Conoce lo que los motiva, cómo piensan y cuáles son sus necesidades. Lo más importante, descubre qué valores les puedes dar a ellos.

“Si ellos no te conocen y no tienen una conexión, se olvidarán de ti y no te prestarán atención”, dijo Larios.

Larios espera volver a ser contratado por los Bulls cuando empiece la pretemporada en octubre. Mientras tanto, él estará haciendo malabares con sus cuatro clases en Malcom X, donde tiene la intención de elevar su promedio de 2,9. Él también tiene planes de buscar un trabajo de medio tiempo, idealmente en una oficina o en una organización no lucrativa que ayude a la juventud en riesgo.

Esto no le deja mucho tiempo libre para sus amigos o para dormir. Él solo logra dormir de 3 a 6 horas cada noche entre semana.

“Una vez que logras saborear la vida que podrías tener, querrás trabajar tan duro como sea necesario para lograr tener esa vida”, dijo Larios.