(CNNMoney) – Los padres de Noé Paramo no eran ciudadanos estadounidenses cuando él nació en suelo estadounidense en 1993. Sin embargo, si le preguntas a Noé, él no es un bebé ancla. Él es 100% estadounidense.
Bajo la Enmienda 14 de la Constitución de Estados Unidos, él tiene el 100% de razón.
“Me siento estadounidense. He crecido en una cultura que honestamente puedo llamar mía”, dijo.
Paramo no solo se está preparando para graduarse de la Universidad Estatal de Armstrong en Savannah, Georgia —donde tiene un promedio general de 3,0— sino que también está enviando solicitudes a las escuelas de medicina.
Ese es el tipo de oportunidades que sus padres, Olga y Rafael, esperaban darle y por lo que trabajaron, desde que llegaron por primera vez a Estados Unidos en 1990.
Originarios de una pequeña aldea en México donde vivían de forma precaria, ellos cruzaron la frontera de Estados Unidos con la ayuda de un “coyote”… un guía local que ayuda a los inmigrantes sin papeles a cruzar la frontera por una tarifa.
Una vez aquí, Olga y Rafael trabajaban en granjas de todo el país, recogiendo fruta. Finalmente se establecieron en Demarest, Georgia, donde podían encontrar trabajo de recoger algodón, frutas y verduras o de matanza, destace y empacado de pollos en la planta avícola local.
Noé nació posteriormente en Demarest. Él fue el primero de cuatro hermanos.
“Puedo ver cómo la gente utiliza el término bebé ancla para apuntar a los hispanos que vinieron aquí ilegalmente y que procrearon solo para mantenerse ‘adheridos’ a Estados Unidos”, dijo Noé. “Sin embargo, ellos no ven la pobreza y agitación que podría estar ocurriendo en sus respectivos países, o no les interesa saber”.
Los padres de Noé trabajaron duro, ya que su padre a menudo tomaba turnos nocturnos en la planta para lograr llegar a fin de mes. Conforme Noé se hizo mayor, les ayudó a sus padres a aprender inglés y asimilar la cultura estadounidense. Incluso ayudó a su padre a estudiar para su examen de ciudadanía.
Ahora, su padre es ciudadano estadounidense y le da mantenimiento al equipo de una planta de algodón. Su madre, quien ahora es residente legal de Estados Unidos, se queda en casa para cuidar de la familia. “Yo admiraba la ética de trabajo de mis padres”, dijo Paramo.”Eso ha sido una fuerza impulsora para mí en la escuela”.
Noé podría haber terminado como muchos de sus compañeros de origen mexicano, muchos de los cuales abandonaron la escuela secundaria para trabajar en granjas o en la planta avícola cercana. Sin embargo, a la edad de 14 años, experimentó un extraño giro del destino: fue diagnosticado con diabetes tipo 1.
“Yo iba con frecuencia a ver al médico y ellos realmente me ayudaron a mejorar”, dijo. El médico también ayudó a sus padres a cuidarlo mejor. “Eso me hizo tener la aspiración de llegar a ser médico”. “Me rodeé de otros estudiantes que tenían metas similares”, dijo Noé.
Ahora en su último año de la universidad, Noé está activo en la fraternidad que él y sus amigos llevaron al campus, llamada Lambda Theta Phi, la cual tiene el objetivo de promover la unidad y la cultura latina en los campus. Él se siente entusiasmado por la escuela de medicina. Sin embargo, como la mayoría de los chicos estadounidenses en edad universitaria, le preocupa cómo podrá pagarla.
Sus padres se han comprometido a ayudarlo en todo lo que puedan.
“El hecho de saber que ellos están ahí para mí si necesito recurrir a alguien me da fuerzas para seguir adelante, no solo para ser una mejor persona, sino también para mejorar la comunidad futura”, dijo.