Esta era la clásica imagen del terror a principios de la década pasada. En la actualizad, hay menos amenaza de un ataque similar a ese.

(CNN) – En los 14 años desde los ataques del 11-S, el rostro del terrorismo ya no es el mismo. Para muchos expertos, la amenaza del terrorismo islámico en cierto sentido es mayor y en otro sentido disminuyó.

Geográficamente es más diverso y de manera organizacional está más dividido, y ahora aprovecha las redes sociales y el Internet de una forma que en el 2001 era imposible.

En el Occidente, el terrorismo islámico a menudo es más inspirado que organizado y dirigido. Su amenaza también es más fluida e impredecible de lo que era en esa brillante mañana de otoño en el 2001, pero las herramientas para combatirlo también son más abundantes, desde los drones más sofisticados y precisos que se hayan visto alguna vez, hasta inteligencia financiera y algoritmos para rumiar terabytes de datos en busca de comunicaciones sospechosas.

La probabilidad de un ataque de la escala del 11-S se ha desvanecido. Pero la probabilidad de ataques más frecuentes aunque menos devastadores ha aumentado.

¿Quién está a cargo?

Como si fuera el momento justo, al Qaeda acaba de publicar una conferencia de 45 minutos de su líder Ayman al-Zawahiri que justo ilustra cuánto ha cambiado. Hace catorce años, al Qaeda indiscutiblemente era el peso pesado entre los grupos yihadistas, incluso aún más tras los ataques del 11-S. Hoy en día, al-Zawahiri, quien quedó en lugar de Osama Bin Laden en el 2011, está en apuros para eludir al nuevo pretendiente, el Estado Islámico en Iraq y Siria (ISIS).

En su último mensaje, él lanza una andanada contra ISIS y su líder, Abu Bakr al-Baghdadi. “No reconocemos este califato, y no lo vemos como califato según el método profético; por el contrario, es un emirato que busca tomar el poder sin consultar”, reclama al-Zawahiri.

Al Qaeda siempre ha visto su campaña como una lucha de varias generaciones hacia el glorioso día en que un califato pueda ser declarado… en base a las profecías islámicas. Entonces –en el 2010 y el 2011–, al-Baghdadi reconstruyó ISIS de las cenizas de al Qaeda en Iraq, extendió su campo de operaciones hacia Siria (2012) y se autodeclaró el califa de todos los musulmanes (2014).

Y así, en la batalla participan dos pesos pesados del movimiento yihadista de una manera inimaginable hace 14 años. Ambos tienen sus jugadores más valiosos.

Al Qaeda cuenta con el brillante fabricante de bombas en Yemen, Ibrahim al Asiri, y un comandante en Afganistán llamado Farouq al Qahtani, a quien se le considera como inteligente y carismático. ISIS tiene toda una serie de posibles contendientes si lo impensable le sucediera a al-Baghdadi.

Parecería que dos grupos yihadistas combatiendo entre sí serían buenas noticias, y al-Zawahiri no hace ningún intento de camuflar su aversión contra al-Baghdadi en su último discurso. Pero justo al final del mismo, dice esto: “A pesar de estos graves errores, si yo estuviera en Iraq o en Sham (Siria), cooperaría con ellos [ISIS] en el combate contra los cruzados, los secularistas, los alauitas y los safávidas, a pesar de que no reconozco la legitimidad de su Estado, por no mencionar su califato, porque la cuestión es más grande que yo y que su afirmación del establecimiento de un califato”.

¿Una rama de olivo? ¿Un intento ganar rango y ganarse a los miembros de ISIS? ¿Un pensamiento confuso? No es de extrañar que los profesionales de inteligencia consideren el panorama actual más difícil de analizar que el de hace una década.

Control sobre el territorio

Del mismo modo inimaginable de hace 14 años, es que un grupo yihadista –un “agente no estatal” como dicen los académicos– pudiera controlar una enorme cantidad de territorio. Al Qaeda fue el invitado de los talibanes en Afganistán, y después del 11-S se dispersó a los campos de las montañas en Paquistán. Por un tiempo, Al-Shabaab controló partes del norte y el sur de Somalia; al Qaeda en el Magreb Islámico tomó brevemente algunas ciudades en Malí.

Pero estos grupos nunca tuvieron la parafernalia de un “estado” en la forma en que ISIS tiene tribunales de la sharia, los servicios sociales básicos y ahora incluso una moneda. Y cualquier tipo de refugio seguro permite una planificación mayor y más ambiciosa.

Nick Rasmussen, el director del Centro Nacional de Contraterrorismo de Estados Unidos, dice que “el acceso a los recursos –tanto de personal como de recursos monetarios– y el control del territorio –lo que permite la creación de un refugio seguro– son los ingredientes que tradicionalmente vemos como fundamentales para el desarrollo de la capacidad de operaciones externas”.

En la entrevista para la última edición de la revista Sentinel del Centro de Combate contra el Terrorismo, Rasmussen dice que hay una “misión de observación” sobre la probabilidad de que ISIS planifique abrir un nuevo frente en Europa y en Estados Unidos. Pero a medida que la presencia militar estadounidense en Afganistán se reduce paulatinamente, él dice que el Centro Nacional Antiterrorista (NCTC, por sus siglas en inglés) también está tratando de evaluar “qué nivel de riesgo podríamos enfrentar con el paso del tiempo hasta que al Qaeda pueda regenerarse, encontrar un refugio seguro renovado, o bien, que sea capaz de restaurar la capacidad perdida”.

Metástasis geográfica

En el 11-S, Al Qaeda tenía sus campamentos en Afganistán; había presencia yihadista en Argelia y el Cáucaso y algún activismo en ciernes en la península arábiga. Ahora los grupos yihadistas de Indonesia al oeste de las costas africanas del atlántico declaran su lealtad ya sea a al Qaeda o a ISIS.

El antiguo subdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), Mike Morell, dice que la “gran victoria” de al Qaeda “ha sido la propagación de su ideología a través de una gran área geográfica” desde el norte de Nigeria a través de África y en Yemen”, así como también a Iraq y Siria.

Al escribir en la última edición de la revista Sentinel del Centro de Combate contra el Terrorismo, Morell dice que “en total, unos 20 países tienen ahora grupos terroristas dentro de sus fronteras que defienden la ideología yihadista”.

Y que ISIS ha creado “provincias” más allá de Siria e Iraq a toda velocidad.

Existen incontables “zonas de riesgo” en el mundo, más que las que existían para el 11-S:

– Gran Bretaña dice que sus veraneantes evitan ir a Túnez.

– Partes de Kenia y Egipto son zonas vedadas como lo es casi toda Libia.

– Boko Haram ha convertido gran parte del norte de Nigeria en un campo de batalla (así como algunas zonas de los estados vecinos).

– Yemen nunca fue el lugar en donde era más fácil hacerse camino, pero en los últimos cuatro años ha implosionado y se ha convertido en un nuevo teatro en el que al Qaeda e ISIS compiten para matar a la mayoría de los chiítas.

Y en Siria, un régimen que alguna vez fue considerado como el más inquebrantable en el Medio Oriente, ha perdido el control de gran parte de su territorio y millones de sus ciudadanos han sido desplazados.

Rasmussen dice que “el conjunto de los actores terroristas extremistas en todo el mundo es más amplio, más vasto y más profundo de lo que ha sido en cualquier momento desde el 11-S”.

“Es justo decir que nos enfrentamos a más amenazas que nos llegan desde más lugares y que involucran a más personas que las que hemos tenido en cualquier momento desde el 11-S”, dice.

¿Inspirado, motivado o dirigido?

La naturaleza de la amenaza también ha cambiado. Según los anteriores infiltrados en al Qaeda, la planificación de los ataques del 11-S por Abu Hafs al Masri y Khalid Sheikh Mohammed empezaron por lo menos dos años antes. Los recursos destinados por Estados Unidos y sus aliados desde el 11-S para impedir los ataques en la nación –todo, desde aumentar el control de los aeropuertos hasta listas de exclusión aérea, hasta un aumento masivo en la cantidad de datos recopilados y analizados– hace que otro ataque tan espectacular sea más improbable.

Pero la amenaza ahora es tan difusa y el atractivo de ISIS tanto mayor para algunos que viven en (o que se han ido y luego han regresado a) los países occidentales, que una corriente de ataques más pequeños pero aun mortales, se ha convertido en la norma. Solo este año, los ataques terroristas en Francia y Túnez han matado a más de 70 civiles.

Eso es una función de –a falta de una palabra mejor– la devolución por parte de grupos terroristas como al Qaeda e ISIS para los partidarios individuales, a menudo conocidos como lobos solitarios o células de dos o tres. Ahora existe un espectro algo borroso que va desde los inspirados y autoradicalizados en un extremo hasta el ataque planificado y dirigido por el liderazgo de un grupo en el otro extremo. Y los resultados están mezclados.

Los hermanos Kouachi, quienes atacaron las oficinas de París de Charlie Hebdo en enero, habían estado con al Qaeda en Yemen cuatro años antes, pero tomaron todas las decisiones operativas por sí mismos, con un efecto mortal.

El intento de ataque a una exposición de caricaturas del profeta Mahoma en Dallas también parece haber sido alentado por una “animadora” de ISIS, pero fue mal planificado y solo dejó a los dos asaltantes muertos.

Aún así, Rasmussen dice que “la relación entre el ‘destello y la detonación’ en el trazo de este tipo es mucho más rápido y permite mucho menos tiempo para disfrutar de las herramientas tradicionales de la aplicación de la ley y de inteligencia para interrumpir o mitigar las posibles conspiraciones”. Y eso, dice él, es un gran desafío.

La diáspora terrorista

Este es un reto acentuado por el gran número de personas de los países occidentales que se han deslizado hacia Iraq y Siria en los últimos años.

Mike Morell predice que, eventualmente ocurrirá un ataque en Europa o Estados Unidos dirigido por ISIS (en lugar de ser inspirado). Puede ser que sea a pequeña escala, “pero con el tiempo, la capacidad del Estado Islámico de llevar a cabo un ataque más complejo crecerá”.

Eso no es lo último debido al estimado de 5.000 occidentales que han adquirido experiencia en combate y habilidades con bombas y armas después de unirse a ISIS. Al Qaeda siempre atrajo a algunos de Occidente, como el estadounidense Adam Gadahn y a un número de ciudadanos británicos de origen paquistaní. Pero no en la escala de ISIS, el cual puede haber atraído hasta 5.000 ciudadanos extranjeros a Iraq y a Siria.

Rasmussen dice que, tras la disolución de una célula terrorista en Bélgica a principios de este año, existe la preocupación de que los operativos de ISIS en Iraq y Siria puedan estar girando para dirigir ataques en Europa. Por ahora, el grupo aparece enfocado, en gran parte, en la consolidación del califato, esforzándose por atraer luchadores en lugar de enviarlos fuera. Sin embargo, funcionarios occidentales de contraterrorismo saben que eso podría cambiar.

Los medios sociales y la comunicación

En las vísperas y en los años inmediatamente posteriores al 11-S, los pronunciamientos ocasionales de al Qaeda podrían surgir a través de cadenas de televisión como Al Jazeera. La declaración ocasional de Osama bin Laden sería examinada en busca de cualquier pista sobre su estado de salud, ubicación o estrategia.

Ahora, ISIS cuenta con una máquina propagandística en varios idiomas con la que lanzan videos, fotografías y boletines informativos a diario. La producción es de alta calidad, la difusión amplia a través de cuentas de Twitter y sitios web yihadistas. Un gran número de partidarios de ISIS usan Twitter, ya sea para incitar ataques en el extranjero, atraer ‘novias’ yihadistas al califato o transmitir noticias y fotos de las operaciones militares.

También cuenta con expertos en tecnología de la información (IT, por sus siglas en inglés) capaces de lo que se llama cifrado de extremo a extremo. Al hablar con Sentinel, Rasmussen dice que una de las grandes preocupaciones de hoy en día es “el uso innovador y ágil que los grupos terroristas hacen de los nuevos medios de comunicación, incluyendo las formas de cobrar que ellos saben que están más allá de nuestra capacidad”.

El largo plazo

Una cosa quizá no ha cambiado desde las secuelas del 11-S y, en todo caso, se ha vuelto más clara. Los funcionarios de inteligencia occidentales solían hablar de la tarea de degradar a al Qaeda durante un número de años. Ahora el mismo idioma se utiliza para al Qaeda y para ISIS… excepto que los funcionarios hablan en términos de décadas o de una generación en lugar de simplemente años.

Y las recetas para combatir a estos grupos en una guerra de ideas también suenan sorprendentemente similares. Morell dice que el Occidente “debe abordar los problemas que crean los terroristas en primer lugar. …Debemos socavar el atractivo yihadista hacia los jóvenes musulmanes”.

Ha sido difícil. Muchos de los mismos problemas que aquejaban al mundo árabe en el 2001 aún están presentes y se han agravado por los levantamientos de la Primavera Árabe. El presidente saliente del Estado Mayor, el general Martin Dempsey, habla de “la inestabilidad generalizada, los grupos marginados, el conflicto étnico y el conflicto religioso en el Medio Oriente y África del Norte, lo que tomará una década o más para resolverlo”.

Morell está de acuerdo.

“Es probable que rememoremos los últimos 14 años como el único bombardeo en la que será una muy larga guerra”.