(CNN) - Cinco minutos. Solo cinco minutos para tomar la foto más importante de tu carrera.
La fotógrafa australiana Polly Borland se vio en esa situación en noviembre de 2001. A ella le habían encargado tomar la foto oficial de la reina Isabel II para su jubileo de oro en conmemoración de sus 50 años como monarca británica.
Para entonces, Borland, una famosa fotógrafa de retratos que se había dado a conocer al fotografiar celebridades para revistas británicas, estaba ansiosa.
Ella había hecho muchas preguntas durante los cuatro meses previos a la sesión fotográfica: ¿qué llevaría puesto la reina? ¿En qué salón estaría?
Borland eligió un salón color crema amplio y decorado, con hojas doradas y cortinas rosadas, solo para que luego le dijeran que no era posible; la reina tenía una reunión ahí ese día con el primer ministro japonés.
En su lugar, a Borland le ofrecieron “lo que sería considerado como el salón más aburrido de todo el palacio”, dijo. “Fue entonces cuando empecé a pensar en los telones de fondo por los que me había dado a conocer”.
Borland había fotografiado al político británico Peter Lilley contra la cortina de una discoteca, pero el brillante fondo dorado detrás de la reina tenía una inspiración incluso más sorprendente: una tienda de lencería y juguetes para adultos.
“Había visto una tela en una vitrina de Ann Summers que tenía brillantina roja”, dijo Borland. “Averigüé dónde lo compraron y ordené una tela especial con brillantina dorada del mismo lugar”.
“Quería darle un enfoque más moderno a la reina. Algo más al estilo de Andy Warhol, algo con un poco de arte pop. Pedí que la reina se pusiera su corona, con toda la brillantina y el oro. Cuando eso no fue posible, decidí que pondría mi propio fondo dorado. Además, era su jubileo de oro, así que era una interpretación literal”.
La monarca no se perturbó en absoluto cuando vio la brillantina dorada, aunque cuando vio la icónica imagen de la flor azul de la compañía finlandesa Marimekko, “ella dijo ‘¡Ooooohhh!’ y se sorprendió mucho”, dijo Borland.
Esa foto, no recibió la aprobación oficial del Palacio, aunque sí apareció más adelante en la portada de The Sunday Times Magazine.
Las elecciones tenían un perfecto sentido para Borland, quien se describe a sí misma como alguien que “no es monárquica”.
“Los elementos que se contradicen están inherentes en mis retratos”, dijo. “El circo, la costa, lo burdo mezclado con la realeza. Para mí es una interacción interesante. Me agradaron mucho estas fotografías”.
Luego de volcar su energía creativa en los telones de fondo y en los montajes, Borland se vio totalmente así misma sin la preparación para conocer a la monarca británica, a pesar de que había fotografiado a todos desde Silvio Berlusconi hasta los Bee Gees.
“Cuando ella entró a la habitación, perdí todos los modales”, dijo Borland. “Entré a este tipo de zona extraña y nerviosa. No sé si es porque soy australiana —cuando era niña veía imágenes de la reina por todas partes— pero perdí el poder del habla. Probablemente fue el momento más surreal de mi carrera”.
“Tuve que entrar en modo de piloto automático. Pensé que en cinco minutos iba a ser capaz de tomar 10 rollos de fotografías, pero solo logré tomar dos. Es un milagro que en realidad lograra tomar fotos”.
El esposo de Borland, el director de cine John Hillcoat, estaba ahí, al igual que uno de sus tres asistentes, ya que él había estado ansioso por conocer a la reina. Más adelante entretuvo a Borland con los efectos de su pánico.
“Me habían dicho que podía hacer una reverencia si quería”, dijo Borland. “Pero de pronto, me sentí muy cohibida. Presenté a todos mis asistentes, y luego hice lo que llamo la sentadilla australiana. En lugar de asentir, inclinarme o hacer una reverencia, solo doblé mis rodillas. Y ese fue el principio del fin en términos de mi control”.
Debido a que la reina venía retrasada de reunirse con el primer ministro japonés, y tenía prisa porque tenía invitados a un almuerzo, el tiempo que teníamos era tan limitado que su guarda cronometró cinco minutos. Borland incluso tuvo una pequeña discusión con él antes. La presión generó un comportamiento más extraño.
“La reina no se encontraba de pie en el lugar donde necesitaba que estuviera”, recordó Borland. “En un punto me encontré en el suelo, a punto de tocar sus tobillos para lograr que se moviera. Por suerte, mi esposo entró y dijo ‘Señora, creo que Polly quiere que dé un paso a la derecha’. Me dijeron que eso es lo más que alguien se ha acercado a ella con una cámara”.
A pesar del pánico, el íntimo primer plano fue recibido por el Palacio y se convirtió en la imagen más característica de la carrera de Borland. Ella se apartó de los retratos y se dedicó a la fotografía del arte luego de tomar la foto.
“Probablemente arruinó mi carrera de muchas maneras, en los retratos, porque en cierta forma siento que ese fue el pináculo”, dijo. “Después de fotografiar a la reina, ¿a dónde más iba a ir?”
Polly Borland es una fotógrafa australiana que ahora vive en Los Ángeles. Puedes seguirla en Instagram.