En el emblemático Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, 750 rinocerontes han sido han sido cazados furtivamente este año, después de una masacre récord en el 2014 (Getty Images).

(CNN) – Por segunda noche consecutiva, Mark Preston y su variada pandilla de guardaparques contra la caza furtiva esperan tender una trampa.

“Estamos cazando a los cazadores furtivos todo el tiempo”, dijo Preston. “Si solo te sientas y esperas escuchar disparos, todo lo que encuentras son esqueletos”.

Preston, un antiguo obrero metalúrgico de Johannesburgo, dice que necesitaba un cambio cuando se dirigió hacia los matorrales hace más de una década. El trabajo solía enfocarse principalmente en la conservación de la vida salvaje. Pero ahora, Preston y sus hombres parecen más soldados paramilitares con boinas y armas semiautomáticas.

Para salvar a los rinocerontes que quedan en Sudáfrica, el servicio de información es todo.

“Hasta donde me han dicho, vienen por este camino”, dice, apuntando hacia el camino con su cigarrillo. “Ellos serán perseguidos en este camino y aquí les voy a cerrar el paso”.

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Preston garabatea un diagrama sobre la tierra con su bota para revisar su táctica. Tienen la pista de que un grupo de cazadores furtivos se dirige a esta parte de las reservas de caza privada, la cual limita con el gigantesco Parque Nacional Kruger de Sudáfrica.

“Quiero agresión, agresión”, dice Preston, dando golpes sobre su arma de mano mientras habla.

Pero a pesar de las patrullas a pie, las cámaras del circuito cerrado de TV y de los equipos de trabajo especial, en esta zona la semana pasada se perdieron cuatro rinocerontes en una sola noche.

Los conservacionistas y los grupos contra la caza furtiva dicen que es parte de una nueva tendencia perturbadora.

Las operaciones de caza furtiva solían tener su base en Mozambique y se lanzaron hacia Sudáfrica desde el este.

Ellos ahora dicen que la mayoría de las operaciones de caza furtiva aquí se lanzan cada vez más desde el lado occidental de las reservas, desde el centro de Sudáfrica.

En el emblemático Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, 750 rinocerontes han sido han sido cazados furtivamente este año, después de una masacre récord en el 2014, según Save the Rhino.

Los cazadores furtivos normalmente trabajan en grupos pequeños, con un arma de calibre grueso para dispararle al rinoceronte y armas ligeras para protegerse de los guardaparques, como Preston.

Para muchos, el premio bien vale la pena el riesgo. El cuerno del rinoceronte alcanza un valor mayor que su peso en oro en Vietnam y en China, incentivado por una demanda insaciable en donde es apreciado como un signo de riqueza y erróneamente se cree que posee propiedades medicinales.

El cuerno del rinoceronte está hecho de queratina, la misma proteína que se encuentra en la uña humana. Aun así, en el mercado negro alcanza un valor de hasta 5.550 dólares por onza.

Los conservacionistas han intentado todo para detener la masacre: Han trasladado a los rinocerontes desde Kruger hasta parques privados cercados; han quitado los cuernos de los rinocerontes para protegerlos; han envenenado y teñido los cuernos.

Sin embargo, nada de eso parece haber funcionado, y las reservas nacionales y privadas están recurriendo al empleo de tácticas militares.

Grupos como Protrack, un grupo contra la caza furtiva al estilo paramilitar, están haciendo que sus nuevos reclutas pasen por extenuantes campos de entrenamiento de seis semanas para lanzarlos a combatir contra los cazadores furtivos.

Hace tan solo cinco años, los guardaparques eran capacitados en conservación y turismo. Ahora, también están aprendiendo cómo manejar armas semiautomáticas y casos jurídicos.

Los guardaparques entrenan durante meses para leer las señales de los matorrales… y cualquier cosa que parezca algo fuera de lo ordinario necesita ser informado. Basura, huellas, ramas rotas: cualquier cosa podría mostrar la presencia de cazadores furtivos en las cercanías.

Pero esta guerra de matorrales tampoco parece estar funcionando.

“Tenemos que poner los pies en el suelo con armas de fuego”, dice Barkas. “Desafortunadamente, los pies en el suelo con un arma que mate a un cazador furtivo es el camino equivocado hacia el futuro. Estamos causando más resentimiento hacia nuestra vida salvaje y hacia la conservación como un todo que el bien que pudiéramos estar haciendo”.

Barkas dice que en una zona destruida por el desempleo y la desigualdad histórica, a menudo no es mucho el amor que se pierde hacia las reservas privadas que aquí albergan una quinta parte de la población de rinocerontes del país.

Preston y su equipo han estado esperando durante horas en la oscuridad, a un lado de la carretera, para que su servicio de información se evidencie.

Sin embargo, ellos admiten que a menudo los informantes están jugando un doble juego porque los cazadores furtivos pueden pagarles más.

Finalmente, suena el teléfono. La operación se cancela.

“Hay momentos en que la información es buena y puedes golpear a los tipos, pero eso no sucede todos los días”, dice Preston. “Solo tienes que perseverar”.