(CNN) – Andrew Galván conoce la herida que persiste casi 250 años después, la única que tiene que ver con el génesis del gran Oeste de Estados Unidos.
Los británicos colonizaron el Este, pero aquí en California, los españoles llegaron con sus ejércitos y misioneros católicos para tomar el Oeste.
Fueron los tatara-tatara-tatarabuelos de Galvan quienes en 1794 fueron parte de los primeros indios que fueron bautizados en una de las icónicas misiones del estado, cuyo arquitecto fue el pionero y controvertido sacerdote Junípero Serra.
Muchos estadounidenses podrían no conocer el nombre de Serra, pero aquí en California, el misionero español es tan famoso como la misma costa majestuosa.
Serra inició la construcción de las icónicas misiones que se encuentran en California y siguen siendo la atracción turística no. 1 del estado. Aquí, cada estudiante de cuarto grado debe aprender la historia de las 21 misiones españolas, construidas entre 1769 y 1823; algunas de ellas ahora son Edificios Históricos Nacionales. Serra construyó las primeras nueve.
El Vaticano también venera a Serra. De hecho, Serra es considerado como un evangelista tan excelente para la Iglesia católica que el papa Francisco lo canonizará durante su visita a Estados Unidos.
Para muchos indígenas de Estados Unidos, latinos y otros, Serra no fue ningún santo, y su inminente canonización ha abierto una vieja herida. Pero para aquellos que defienden la audaz incursión de los misioneros en el dominio de los indígenas de Estados Unidos, la santidad presagia una apoteosis para el padre que trajo la palabra de Cristo a este lugar.
“Yo no diría que el anuncio del Santo Padre de canonizar a Junípero Serra ha abierto viejas heridas. Este ha brindado una oportunidad para recordarle a muchas personas, entre ellas indígenas, que existen viejas heridas que deben ser sanadas”, dijo Galvan, de 60 años, de East Bay, California. “Estas heridas han estado ahí. La oportunidad de que sea canonizado es una oportunidad para sanar esas heridas”.
Eso podría o no podría ser así.
Francisco propuso la canonización de Serra porque él fue “uno de los padres fundadores de Estados Unidos” y un “patrón especial del pueblo hispano en este país”, dice el Vaticano.
Serra será el primer santo que será canonizado en suelo estadounidense cuando Francisco haga esa declaración en Washington, D.C. el miércoles.
Pero Serra también dejó atrás un oscuro legado, que inevitablemente ocurre cuando los colonizadores del otro lado del planeta imponen su voluntad y su religión sobre un pueblo indígena.
La plaga y el sufrimiento diezmaron a la población indígena en varias ocasiones, y ahora los descendientes de esas tribus originales luchan con, si no son categóricas protestas, la santidad para el principal misionero de California. Su propio catolicismo profundiza aún más el conflicto.
Un período de brutalidad
Para muchos, la herida sanaría mejor al relegar a Sierra a las profundidades de la historia.
Para ellos, el fraile franciscano de la isla de Mallorca representaba un frente más en la conquista imperial de Europa sobre los pueblos indígenas y las tierras de Estados Unidos.
“Estamos atónitos y nos cuesta creerlo”, dijo Valentin Lopez, de 63 años, presidente del Amah Mutsun Tribal Band ubicado en la bahía de Monterey.
“Creemos que se supone que los santos sean personas que siguieron la vida de Jesucristo y las palabras de Jesucristo. En las misiones no se veía el estilo de vida de Jesucristo”, dijo Lopez, quien ha hecho campaña en contra de la canonización de Serra.
“El período de las misiones fue brutal para nuestro pueblo”, dijo. “No puede haber duda respecto a que Junípero Serra es personalmente responsable por destruir nuestra cultura”.
No es fácil hablar en contra de la iglesia y del popular papa porque López es católico, como muchos en su tribu de 600 miembros, dijo. De hecho, él fue un monaguillo durante nueve años en la escuela primaria.
“Nos educaron para que no dijéramos nada malo sobre la religión católica, pero al mismo tiempo, no podemos permanecer callados en cuanto a este asunto. Es como el escándalo del monaguillo. Todas las personas que permanecieron calladas en el escándalo del monaguillo, ¿cómo se sienten ahora?”, dijo López.
“Parece que la iglesia está haciendo todo lo que puede para separar a Serra de las atrocidades y las muertes, y de lo que le ocurrió a los indígenas, pero eso no funciona”, dijo.
La vida de Serra sigue siendo tan polémica como cualquier otro de los conquistadores de España que se abrieron pasó a través de gran parte de las Américas con cruces y espadas, en busca de oro y plata mientras afirmaban que eran servidores de Cristo y la corona.
Una historia de enfermedad y trabajo forzado
Ciertamente, las interpretaciones del legado de Serra varían tanto como las personas que las cuentan.
Considera lo que el currículum escolar oficial de California establece claramente:
“El registro histórico de esta era sigue estando incompleto debido a la relativa ausencia de testimonios de indígenas, pero está claro que aunque los misioneros trajeron la agricultura, cultura e idioma español y el cristianismo a la población nativa, los indígenas de Estados Unidos sufrieron en muchas misiones de California.
“El índice de mortalidad era extremadamente alto. Entre los factores contribuyentes cabe mencionar las dificultades del trabajo forzado y, principalmente, el surgimiento de enfermedades para las que la población indígena no tenía inmunidad. Además, la imposición del trabajo forzado y los planes de vivienda altamente estructurados degradaban a los individuos, obligaban a las familias, limitaban la cultura indígena y ejercían un impacto negativo en decenas de comunidades”.
Gran evangelista del histórico Oeste
Sin duda, Francisco —originario de Argentina, el primer pontífice jesuita y el primer papa latinoamericano— conoce el polémico legado de los colonizadores españoles.
Entonces, ¿por qué canonizará Francisco a Serra, e incluso pasará por alto el requisito de haber realizado un segundo milagro por parte de Serra que normalmente es necesario para alcanzar la santidad? Bajo una extraordinaria forma de canonización, el papa omitió ese requisito debido a que una fuerte devoción entre los fieles desde hace mucho tiempo ha venerado a Serra como un santo. El primer milagro de Serra fue sanar a una monja de lupus.
“El papa está muy preocupado por la idea de la evangelización”, dijo el padre Ken Laverone, abogado del código de derecho canónico y un franciscano en Sacramento quien, como vice postulador se encuentra a dos grados de separación del Vaticano en el proceso de la canonización de Serra. El séptimo tatarabuelo de Laverone fue uno de los colonos que siguieron las misiones, en San José, en 1774.
“Él vio a Serra como el mejor ejemplo de la evangelización en la región occidental de Estados Unidos, principalmente en California”, dijo Laverone.
Ciertamente, Francisco establece una nueva y audaz visión para el catolicismo, llena de lo que él llamó la “psicología de la tumba”, y hace de la “Nueva evangelización” una pieza central de su papado.
El papa abordó los estándares personales de su papado en 2013: “Prefiero a una iglesia que esté herida, lastimada y sucia porque ha estado en las calles, que a una iglesia que está enfermiza a causa de permanecer confinada y a causa de aferrarse a su propia seguridad”.
Aunque Francisco no se estaba refiriendo específicamente a Serra, el pionero español efectivamente se ajusta a una visión como esa. Serra dejó atrás un cómodo trabajo académico como profesor universitario en España y se convirtió en misionero en el México moderno, con una visión de convertir a los indígenas de toda la costa norteamericana hasta Alaska. Serra murió en 1784 en una de las misiones de California, en lo que hoy en día es Carmel.
Laverone afirmó que es injusto juzgar a Serra en un contexto del siglo XXI, pero al abogado canónico “no lo sorprendería” que el papa hiciera “una disculpa formal y una solicitud de perdón al pueblo indígena” esta semana, tal como lo hizo en Bolivia este verano cuando se disculpó por los “muchos pecados tan graves” que fueron cometidos contra el pueblo indígena de América durante la colonización española ahí.
Serra dirigió ‘el genocidio’
Sin embargo, los activistas con el Mexica Movement como Olin Tezcatlipoca se refieren a Serra como el líder de una atrocidad. El movimiento es una organización educativa de los derechos indígenas para las personas de ascendencia mexicana, centroamericana y de los nativos americanos que aboga por una “liberación total de los europeos”.
“Él planificó el genocidio”, dijo Tezcatlipoca, de 55 años, un editor de cine retirado en San Bernardino que legalmente se cambió el nombre a uno indígena porque quería “hacer una corrección étnica con un nombre que refleja mi verdadera herencia”.
“Lo que el papa está haciendo es la continuación de un genocidio”, añadió Tezcatlipoca.
La psiquiatra Donna Schindler de Auburn, California, ha trabajado con indígenas de Estados Unidos y con pueblos indígenas en lugares tan lejanos como Nueva Zelanda durante la mayor parte de los 31 años que lleva ejerciendo su profesión. Ella describió las experiencias de abuso y atrocidad, vueltas a contar por las familias indígenas hoy en día, como un “trauma histórico” o un “trauma intergeneracional”.
“Escuchar estas historias es lo más doloroso imaginable”, dijo Schindler, quien también trabaja con la tribu de Lopez. “Los descendientes han estado sufriendo heridas en su alma durante 200 años”.
Uno de los desagradables legados para los indígenas es cómo sus ancestros están enterrados en tumbas no identificadas en los cementerios de las misiones… y aun así les siguen cobrando 9 dólares por la entrada a un museo de la misión.
“Esto es demasiado exagerado”, dijo Schindler en relación con la canonización de Serra. “Ya has lastimado a estas personas, y ahora las vamos a volver a herir sin que exista una razón en particular”.
“¿Por qué es esto tan importante? ¿Qué piensan ellos que van a lograr al hacer esto?”, dijo Schindler, un católico que dejó de ir a misa este año luego de que se hicieran oficiales los planes para la canonización de Serra.
Opinión de los historiadores: ¿qué fue lo que ocurrió verdaderamente?
La suerte de Serra mejoró luego de que la corona española expulsara a los jesuitas del imperio, y los franciscanos tomaron el control de las antiguas misiones jesuitas en México, donde Serra residía desde 1750, dijo el profesor de historia Robert Senkewicz de la Universidad de Santa Clara, quien, junto a la historiadora Rose Marie Beebe escribió un libro reciente sobre Serra.
Desde 1769 hasta su muerte 15 años después, Serra trabajó en la California moderna como parte de la expansión del imperio español desde la ciudad de México. Serra fundó nueve misiones desde San Diego hasta San Francisco desde los 55 años hasta su muerte a la edad de 70 años.
“El trabajo de la misión básicamente era asimilar a los pueblos indígenas, hacerlos más españoles. Y parte de hacerlos más españoles básicamente era hacerlos católicos”, dijo Senekewic.
“No era el caso que los pueblos indígenas fueran arrastrados a las misiones por la fuerza, pero en cierta medida no tenían opción de alguna manera debido a que al fin había algo de comida ahí”, dijo Senekewicz.
Una vez se encontraban en las misiones, los indígenas eran bautizados y no podían irse sin permiso.
Si ellos no regresaban a tiempo, el sacerdote enviaba a soldados y a otros indígenas de la misión “y ellos por la fuerza traían a las personas de vuelta a la misión”, dijo Senkewicz. “Es algo extraño que es muy difícil de entender ahora porque las personas eran invitadas a la misión”.
“Cuando eran llevados de vuelta, el castigo era azotarlos; los azotes eran muy severos y muy, muy intensos. El objetivo era que fuera doloroso y disuasorio”, añadió el historiador. “Y los azotes en ocasiones eran bastante brutales”.
Sin embargo, no existe ninguna evidencia documentada en relación a que el propio Serra fuera el que los azotaba o usaba castigos corporales contra los indígenas, dice la arquidiócesis de Los Ángeles.
Serra a menudo se distanciaba a sí mismo y a sus misiones de las guarniciones de los soldados, y “constantemente criticaba al ejército por la forma en la que trataba a los indígenas de Estados Unidos”, incluyendo la violación de las mujeres indígenas, añadió Laverone.
“Él no quiso que se vieran infectados por la forma de pensar del ejército español”, dijo Laverone. “Hubo una batalla ahí. ¿Soy yo quien está a cargo, o es el comandante del ejército español?”
Hubo una cosa que Serra no pudo controlar
Los españoles introdujeron una enfermedad que redujo a la población indígena a la mitad de 310.000 a más o menos 150.000 desde el momento de la llegada de los misioneros en 1769 hasta que California se convirtió en un estado en 1850, dijo Senekwicz.
Por muy sorprendente que fuera la cifra, los indígenas aprendieron las habilidades, construyeron las perdurables misiones y aprendieron el cristianismo.
Y Serra fue el padre patricio de todo eso.
“Él también fue alguien que en lo profundo de su corazón creía que amaba a los indígenas”, dijo Senkewicz. “Él pensaba que eran como niños; las misiones francamente eran instituciones paternalistas, y Serra era francamente paternalista.
“Un buen padre a veces tiene que ser duro y severo con sus hijos”, dijo Senkewicz.
Transformación de un arqueólogo de la misión
El impacto de Serra en Estados Unidos es evidencia de la intersección de la fe, la identidad y el origen.
Esos temas ejercen un profundo poder sobre las personas, y Rubén Mendoza no es la excepción.
Mendoza, un arqueólogo, es el director del programa arqueológico de las misiones de California en la Universidad Estatal de California, en la bahía de Monterrey, donde es parte de los docentes fundadores.
Sin embargo, durante gran parte de su vida, él despreció a los españoles y a la forma en la que conquistaron a los pueblos indígenas.
Después de todo, la abuela de Mendoza era una india yaqui que medía 1,39 m y vivía en México, de donde es originaria su familia.
De hecho, Mendoza, ahora de 59 años, creció recitando el Padre Nuestro en náhuatl, un idioma indígena de México.
Mendoza, quien nació y creció como católico en San Joaquin Valley en California, condenó el colonialismo español, al que se refirió como un “cáncer”.
“Me había vuelto muy negativo a todo lo relacionado a lo español o europeo”, dijo Mendoza.
Así que se sumergió en la cultura de los pueblos indígenas, lo cual cambió su identidad.
Luego, la vida comenzó a cambiar cuando trabajó en una excavación arqueológica en un convento del siglo XVI en Puebla, México.
Ahí descubrió algo sobre sí mismo.
Tras sacar los escombros, él vio una mezcla de artefactos de tres pueblos: europeos, indios y mexicanos.
Las reliquias colocadas juntas marcaron “los inicios de una epifanía”, dijo.
“Hasta 1993, fui ultra-indígena”, dijo Mendoza. “Había ignorado la dimensión hispana. Ahí me vi obligado a reconciliar ambos elementos”.
Después, en 2006, la diócesis de Monterey le pidió a Mendoza que evaluara una de las misiones fundadas por Serra.
Mendoza hizo otro descubrimiento: él encontró los cimientos originales de una capilla utilizada por Serra en 1772, lo que la convirtió en la arquitectura formal cristiana más antigua en California.
El descubrimiento dejó atónito a Mendoza. El histórico evangelismo entre los indios dejó una profunda impresión. Y ahora Mendoza estaba parado en los restos de un área que alguna vez albergó el tabernáculo.
“De pronto, canalicé a todos mis ancestros en esta área. Soy científico, y sé que eso suena raro, pero fue muy poderoso. Caí de rodillas e hice la señal de la cruz”, dijo Mendoza.
“Tuve una relación acusatoria con Serra, la cual permaneció tácita hasta ese momento”, dijo Mendoza. “Yo soy estas dos tradiciones. ¿Por qué sigo denigrando la mitad de lo que soy para acomodar a lo indígena?
Ahora, cuando a Mendoza le preguntan sobre la canonización de Serra, él dice lo siguiente: “debió haber sucedido hace tiempo”.
Aunque ha sido “atacado como una persona de herencia indígena que trabaja en las misiones”, Mendoza aprueba cómo la controversia de Serra “da lugar a un diálogo sobre lo hispano y la indígena”.
La historia de Galván: el conservador de la misión
Galván, el cuarto tataranieto de los primeros indios de la misión, también ha soportado su parte de vilipendio.
Lo que diferencia a la historia de Galván es su papel en las misiones de California.
Él es el conservador, o el director del museo, en la Misión Dolores en San Francisco.
“Yo soy el único descendiente de los indios que fueron parte de cualquiera de las 21 misiones de California y quien actualmente ocupa una posición de responsabilidad en una de esas misiones. Así que es una situación única, y una que esperaría que cambie en los próximos 20 30 años”, dijo Galván.
Galván ve la santidad de Serra como una oportunidad para que los indios insten a la iglesia para que haya cambios en las misiones.
A él le gustaría que la entrada fuera gratuita para quienes son indígenas de Estados Unidos, que se creara una presentación estándar sobre el mundo de los indios antes de la ocupación española, exhibiciones sobre qué tribus construyeron la misión y un reconocimiento hacia los pueblos indígenas de hoy en día.
“En algún punto en la línea de tiempo, los indios simplemente desaparecen. Se van. Simplemente no existen”, dijo Galván en relación con las características educativas de las misiones. “La mayoría de museos de las misiones ni siquiera reconocen que hoy en día existen pueblos indígenas”.
De hecho, la Misión Dolores ni siquiera tiene una lista de los nombres de los 5.700 indios que fueron enterrados ahí entre 1776 y 1834… a excepción de dos nombres.
Ellos son los tátara-tátara-tatarabuelos de Galván, gracias a una lápida instalada por él. Galván está instando a la iglesia a que cree una pantalla de proyección digital de los 5.698 nombres restantes.
Por ahora, Galván se ve animado por las misiones y sus arzobispos para considerar algunas de esas propuestas, aunque él compara sus esfuerzos con “el perro que ladra en el edificio”. La Iglesia católica ahora opera 19 de las 21 misiones como parroquias activas.
“Estas son las cosas positivas que podrían ocurrir. El pus sigue supurando. ¿Quieres ponerle un cataplasma para que mejore?”, dijo Galván, en referencia a la perdurable herida de los indígenas de Estados Unidos.
Aunque es un defensor de sanar esas heridas, Galván aprueba la canonización de Serra.
De hecho, él ha instado a la santidad de Serra durante los últimos 37 años, en su trabajo con la campaña de los franciscanos.
“Todos… preguntan ‘Andy, ¿cómo puedes apoyar a ese hombre?’ Tengo que poder dormir por la noche. Así que he respondido eso: creo que Junípero Serra era un hombre muy bueno que se encontraba en una situación muy mala. Y esa situación mala es lo que llamamos colonialismo”, dijo Galván. “Junípero Serra está siendo proclamado como santo porque vivió la vida de un santo”.
Galván añadió una nota personal: “Él es la persona que trae el evangelio cristiano a mis ancestros en California”.
Con esa convicción, Galván asistirá a la ceremonia oficial del papa en la que canonizará a Serra en Washington esta semana.
Ahí, él asumirá otro papel único.
“Yo seré el indio más feliz en los Estados Unidos de América ese día”, dijo respecto a un san Junípero Serra.