Kelly Gissendaner, de 47 años de edad, fue sentenciada a muerte por ordenar matar a su esposo en 1997.

ATLANTA (CNN) – Kayla Gissendaner tenía tan solo 7 años cuando su padre fue apuñalado en el cuello y en la espalda. Cuando él murió, ella perdió a su mejor amigo, y a medida que crecía, captaba la espeluznante realidad de su familia: su madre había organizado el espantoso asesinato.

Consumida por la ira, Kayla dejó de visitar a su mamá, Kelly Gissendaner, en la cárcel. La indignaba saber que su propia madre le había quitado al padre al que adoraba.

Pero a medida que pasaba el tiempo, ella anhelaba respuestas. Hace seis años, finalmente se sentó con su madre. Fue la primera vez que hablaron sobre el asesinato. Esas difíciles conversaciones en un centro correccional de Georgia iniciaron un proceso de sanidad.

Ahora, 18 años después de que murió Douglas Gissendaner, así también sucederá con Kelly Gissendaner, la primera mujer que será ejecutada en Georgia en los últimos 70 años. Y Kayla se habrá quedado sin ninguno de sus padres.

Kelly Gissendaner, de 47 años de edad, fue sentenciada a muerte por el crimen cometido en 1997, en el que buscó a su amante, Gregory Owen, para que matara a su esposo. Su ejecución está prevista para las 7 de la noche del martes. Ella pidió una última comida de dip de queso y patatas fritas, Texas fajita nachos y una limonada dietética helada.

“La naturaleza del crimen justificaba que el estado pidiera la pena capital. El jurado estuvo de acuerdo con esto”, dijo Danny Porter, el fiscal de distrito del condado de Gwinnett de Georgia. “En los años que han transcurrido, no hemos tenido ninguna razón para cambiar nuestra posición sobre eso”.

Gissendaner estuvo cerca de la ejecución dos veces este año. La primera vez, fue aplazada debido a una tormenta invernal; la segunda, fue suspendida a causa de la polémica alrededor del cóctel letal de drogas usado por el estado. Su familia y amigos solicitaron clemencia pero la Junta de Indultos y Libertad Condicional de Georgia, denegó su solicitud.

Muchos sienten que Gissendaner ha vivido lo suficiente; que ella tiene que pagar por sus atroces actos. Entre estos, se cuentan los padres y los hermanos de Douglas Gissendaner, quienes buscan justicia. Pero los hijos de Kelly Gissendaner han estado suplicando por su vida.

“Mi papá no habría querido que mi mamá fuera ejecutada, incluso si hubiera conocido su papel en su asesinato”, dijo Kayla Gissendaner en una declaración. Él no hubiera querido que nosotros soportáramos otra pérdida abrumadora”.

Aquellos que han conocido a Kelly Gissendaner en los 18 años posteriores al asesinato, dicen que se ha transformado.

“Tuve que enfrentar lo que mi mamá había hecho y encontrar el modo de perdonarla”, dijo Kayla Gissendaner. “En el proceso, vi que mi madre había luchado a través de los años para lidiar con lo que había hecho y enfrentar su propio horror debido a sus acciones”.

Los abogados de Gissendaner han presentado una solicitud para detener la ejecución del martes por dos motivos diferentes: uno tiene que ver con que se considere si el proceso de inyección letal equivale a un castigo cruel e inusual, y el otro se enfoca en la petición de indulto.

Se estableció una audiencia para el lunes por la mañana en un tribunal federal de distrito en Atlanta a solicitud de Gissendaner para que se conceda una suspensión hasta que el tribunal reconsidere una resolución anterior. Dicha resolución desestimó su argumento de que se violaron sus derechos a la Octava Enmienda cuando su ejecución de marzo se aplazó porque las drogas resultaron “turbias”.

El estado dijo que un problema de temperatura en el almacenamiento causó lo turbio. Los abogados de Gissendaner argumentar que todavía no tienen una explicación adecuada de parte del estado.

Una segunda demanda argumenta que la conducta de Gissendaner en prisión fue fundamental para proceder a solicitar su indulto, pero los miembros de la junta de indultos nunca escucharon a ningún empleado de la prisión. La demanda afirma que Gissendaner fue privada del debido proceso después de que la alcaidesa de la prisión de Lee Arrendale, Kathleen Kennedy, distribuyó un memorándum en el que instruía a su personal en las instalaciones, a casi 120,7 kilómetros al noreste de Atlanta, para que no le hablara a “nadie” acerca de Gissendaner.

El caso de indulto está pendiente ante la Corte Suprema de Estados Unidos.

Ciertamente, muchos reclusos condenados a muerte en todo el país han expresado su profundo remordimiento y han suplicado perdón. Muchos han encontrado a Dios.

Kelly Gissendaner reconoce que entró en una celda de la cárcel como una persona egoísta, enojada y violenta. Pero empezó a estudiar la Biblia y, finalmente, obtuvo una licenciatura en teología. A lo largo de los años, ella ha ayudado a cuidar de sus compañeras de prisión.

El papa Francisco y la pena de muerte

Una de ellas fue Kara Stephens quien pasó 10 años tras las rejas por robo a mano armada. Los hijos de Stephens tenían 2 y 7 años cuando ella fue declarada culpable. Ella dijo que sabía que tenía que mantenerse fuerte para ellos. Ella dijo que fue Gissendaner quien le mostró el camino.

“Kelly me dijo que Dios me amaba”, dijo Stephens, quien inició “Struggle Sisters”, una red de mujeres que han estado en prisión. “Kelly me enseñó a tener esperanza”.

“Conozco a muchas personas que merecen morir”, dijo Stephens, quien no está contra la pena de muerte. “Pero si algo es completamente seguro, es que Kelly no es la misma persona que era entonces”.

Stephens y “Struggle Sisters” han estado abogando a favor de Gissendaner. Su principal preocupación son sus hijos.

“Ellos son las principales víctimas en esto”, dijo Stephens.

Los líderes religiosos también han lanzado una campaña para que la sentencia de muerte de Gissendaner sea conmutada por la de cadena perpetua sin derecho a libertad condicional, porque creen que ella es, en las palabras del apóstol Pablo, “una nueva creación”. Entre ellos están la exprofesora de Gissendaner, Jennifer McBride, y el teólogo alemán Jürgen Moltmann, famoso por su trabajo sobre la teología de la esperanza.

Una insólita amistad florece entre una asesina y una erudita

“Si nos preocupamos porque el sistema penitenciario sea un lugar de rehabilitación, entonces ella es un caso de éxito”, dijo McBride, quien da clases de religión en Wartburg College en Iowa. “Kelly realmente ha experimentado una transformación completa. Existe evidencia contundente de eso mediante la reconciliación con sus hijos y día tras día en la manera en que trata al personal de la prisión y a sus compañeras internas”.

“No pedimos que la dejen salir de la cárcel”, dijo McBride. “Estamos pidiendo que su condena sea de cadena perpetua sin libertad condicional. Eso es lo que ella quiere. Ella quiere quedarse en la cárcel. Ella está haciendo muchísimo bien allí”.

En marzo pasado, cuando Gissendaner llegó a pocas horas de ser ejecutada, ella grabó una breve declaración para su hija y sus hijos.

“Solo quiero decirles a mis hijos que los amo y que estoy orgullosa de ellos”, dijo. “Y sin importar lo que suceda, el amor vence al odio”.

En el juicio, el novio de Gissendaner testificó en su contra como parte de una negociación de cargos con la que obtuvo una sentencia de cadena perpetua en lugar de muerte. Los fiscales argumentaron que los dos tramaron el asesinato de modo que Gissendaner pudiera beneficiarse de un par de pólizas de seguro de vida de 10.000 dólares y una casa de 84.000 dólares que compartía con su esposo.

Douglas Gissendaner tenía 30 años de edad cuando fue asesinado.

“Él era mi cuidador principal y siempre se aseguró de que mis hermanos y yo fuéramos lo más importante”, dijo Kayla Gissendaner en su declaración. “Él se aseguró de que supiéramos lo que significaba ser amados incondicionalmente. La noche en que mi padre fue asesinado el mundo cambió”.

Ella dijo que su madre luchó para enfrentar y aceptar su horrible crimen. Dijo que perdonar a su madre fue la mejor manera de honrar a su padre.