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(CNN) – Las vacaciones de verano estaban casi por empezar en junio de 2013 cuando Lily Dove, de 8 años de edad, vomitó antes de ir a la escuela. Su madre, Erin Dove, pensó que era extraño, pero la mantuvo en casa durante el día. Como madre de tres niñas, entre ellas las gemelas idénticas Lily y Bailey, Dove entendía de enfermedades y los virus en niños.

Entonces, sucedió de nuevo una semana más tarde. Dove sospechó que se trataba de un virus, pero notó que a Lily, una excelente estudiante a quien le encantaba el fútbol y el softbol, le costaba correr de home a primera base. Su piel radiante se volvió pálida, casi gris. Cuando empezaron las vacaciones de verano, Lily tomaba siestas en la tarde, aunque hubiera dormido bien la noche anterior.

Dove llevo a su hija al pediatra cerca de su casa en West Bend, Wisconsin. Los técnicos le sacaron una radiografía y le hicieron exámenes de sangre. Con los resultados del laboratorio a mano, el pediatra pidió hablar a solas con Dove, y dejó a Lily con la enfermera.

Fue ahí cuando Dove supo que algo andaba mal.

Había células de leucemia en la sangre de Lily.

El primer diagnóstico

El pediatra recomendó que Dove llevara a Lily al hospital de niños para empezar con un tratamiento inmediatamente.

Lily fue diagnosticada con leucemia linfática aguda. Después de un mes de tratamiento agresivo, entró en un período de remisión. Su tratamiento pasó por varias fases, las cuales por lo general duraban uno o dos meses cada una, para asegurarse de que las células de leucemia no regresaran.

Los tratamientos de Lily se llevaron a cabo durante seis a nueve meses, lo que hacía difícil que pudiera asistir a la escuela al año siguiente. En marzo de 2014, Lily fue colocada en una fase de mantenimiento. Ella aún necesitaba recibir sus tratamientos cada tres meses, y perdió parte del año escolar, pero tenía un bajo riesgo de recaer.

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A medida que el tratamiento avanzaba, los amigos de los Dove les proporcionaron comida, ayudaron a la familia a manejar un horario complicado e incluso organizaron las fiestas de cumpleaños alrededor de los tratamientos de Lily.

“Nos dimos cuenta de cuántos amigos teníamos después de que fue diagnosticada”, dijo Dove. “El tratamiento para este tipo de leucemia es mucho más largo que para otros tipos de cáncer. Las personas tienen que mantenerse a tu lado, y así lo hicieron”.

El último tratamiento de quimioterapia de Lily fue el 30 de agosto. Para seguir con la tradición del Hospital Infantil de Wisconsin , Lily sonó una campana para expresar el fin de su tratamiento.

Pero para la familia Dove, la historia no termina allí.

Síntomas conocidos atacan de nuevo

Mientras esperaban con entusiasmo el final del tratamiento de Lily, los Dove asistieron a un carnaval interior en la escuela en marzo de 2015. La hermana de Lily, Baily, de 10 años de edad, estaba activa como de costumbre, corría y se divertía.

Entonces, alguien le dijo a Dove que Bailey estaba pálida. Esas fueron las mismas palabras con las que describieron a Lily antes de que fuera diagnosticada. Esa noche, Bailey no pudo dormir, y se quejó de dolor en sus piernas y caderas. Dove conocía los síntomas: la enfermedad de Lily causaba dolor en sus huesos porque las células de la leucemia estaban concentradas en su médula ósea.

Dove y su esposo, Ryan, no querían creerlo. Dove incluso se permitió a si misma pensar que este podría ser un simple dolor debido al crecimiento de una niña de 10 años.

De acuerdo con la fundación St. Baldrck, aproximadamente 1 de cada 285 niños en Estados Unidos serán diagnosticados con cáncer antes de los 20 años, y la leucemia linfática aguda es el tipo más común. Los doctores les habían dicho a los Dove después del diagnóstico de Lily que existía la posibilidad de que su gemela idéntica también pudiera tener la enfermedad.

“Sabíamos que la posibilidad estaba ahí”, dijo Dove. “Pero simplemente no podíamos pensar en eso en aquel momento. No lo podríamos haber superado de otra manera”.

El día después del carnaval, llevaron a Bailey a una clínica de bienestar integral. Dove no quería alarmar a Bailey, una “aprensiva inteligente”, así que bajó el tono de su voz cuando habló con el personal. “Tienen que ser cuidadosos. Hacerle exámenes de laboratorio”, dijo, mientras explicaba el historial de su otra hija con la leucemia.

“Cuando Lily fue diagnosticada, le temíamos a lo desconocido. Esta vez, Ryan y yo le temíamos a lo conocido”, dijo Dove.

Cuando recibieron los resultados, los doctores le pidieron a Bailey que se sentara con las enfermeras, tal como Dove recordó que habían hecho para el diagnóstico de Lily. Le pidieron a Dove que revisara las pruebas, debido a sus años de experiencia en el monitoreo de Lily. Los números revelaron lo que todos esperaban que no fuera cierto.

Llevaron a Bailey al mismo hospital infantil, donde una vez más vieron al oncólogo de Lily y el diagnóstico fue confirmado: Bailey tenía leucemia, como su hermana.

Bailey es un caso de mayor riesgo porque tenía dos años más que Lily cuando fue diagnosticada, y el conteo de sus glóbulos blancos era más alto. Pero ya ha pasado por el intenso tratamiento inicial de ocho semanas para matar las células de la leucemia y ha estado respondiendo bien, al igual que Lily.

Alegría en los pequeños momentos

El rasgo común que ha ayudado a Lily y a Bailey combatir la leucemia a tan temprana edad es sencillamente su obstinación, dijo Dove. Ambas son atletas naturales y el cáncer es otro obstáculo que vencer. Pero al final del día, ellas también son un sistema de apoyo natural entre sí.

“Han tenido una relación cercana desde el nacimiento”, dijo Dove. “Podías ver la conexión desde un principio. Es un asunto de gemelas, casi indescriptible. Apenas tienen que hablar, con solo una mirada sabes que se entienden”.

Dove a menudo las ve acurrucadas consolándose, especialmente ahora que los tratamientos de Lily han terminado y los de Bailey tan solo están empezando.

Dove ha visto el mayor cambio en su hija mayor, Maddie, quien pronto cumplirá 13 años. Debido a que tenía una personalidad despreocupada, era difícil interpretar sus reacciones cuando Lily fue diagnosticada. Un día estaba bien, y al otro, Dove la encontraba llorando.

Cuando Bailey fue diagnosticada, algo cambió en Maddie. Ella es más atenta, madura y protectora con sus hermanas, dijo su madre. Durante el mes de concienciación sobre el cáncer de niños en septiembre y todo el tiempo, Maddie usa su voz para enseñarle a sus compañeros y amigos acerca de las enfermedades de sus hermanas.

Los Dove saben demasiado bien que Bailey tan solo está comenzando su proceso. Sus vidas están en un ajuste constante, y hacen todo lo que pueden para mantener la normalidad y el positivismo por Lily y Bailey.

“A las chicas les encanta la escuela”, dijo Dove. “Es el lugar donde pueden ser normales, a donde pueden escapar”.

A ambas niñas les gustan las matemáticas y Lily también disfruta de las artes y las letras. La escuela también es una oportunidad para que vean a sus amigos y jueguen softbol.

Lily ha vuelto a jugar softbol —a ella le encanta ser parte de un equipo— y el objetivo es que Bailey se sienta lo suficientemente bien como para que pueda tomar su guante y colocarse en primera base el próximo verano. Ahora, Bailey asiste a los partidos para animar a su hermana y a sus amigos.

“Nos esforzamos por hacer las cosas que hacíamos antes, pero con modificaciones”, dijo Dove. “Son las cosas más pequeñas también, como quedarse despiertas para ver los fuegos artificiales del Cuatro de Julio, salir a lugares cerca de casa y quedarse a dormir en casas de amigas cuando se sienten bien… Todas estas son cosas que otros ven como normales, pero también son cosas que antes dábamos por sentado”.

Pero más que jugar softbol o hacer un viaje familiar, son los pequeños momentos en casa los que Lily y Bailey más valoran.

“Mi papá nos hace reír, mi mamá se acurruca con nosotros y Maddie juega cosas como Cranium con nosotros y hace bromas”, dijo Bailey. “Esto nos ha ayudado a hacer cosas normales como familia”.

Obtén más información sobre la familia Dove y sobre cómo se encuentran Lily y Bailey en su página de Facebook.