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(CNN) – Si tuvieras la oportunidad de poder desarrollar una comida para un grupo de líderes mundiales adinerados —el tipo de personas que comienzan guerras y las terminan— ¿a dónde irías en busca de ingredientes?

Si eres Sam Kass, un exchef de la Casa Blanca, la respuesta es obvia: el vertedero.

O, con mayor precisión: los alimentos enviados al vertedero.

¿Por qué? Bueno, para hacer énfasis en un argumento. Desperdiciar comida es un factor que contribuye enormemente al calentamiento global, y no muchas personas parecen estar hablando al respecto.

“En Estados Unidos, tiramos a la basura alrededor del 40% de lo que producimos, y en todo el mundo, el 28% de la tierra cultivada contiene siembras que terminan en los vertederos”, me dijo Kass. “No solo estás desperdiciando toda la energía y el agua —y las emisiones de óxido de nitrógeno de los fertilizantes— luego simplemente arrojas eso a un vertedero, lo que produce metano en cantidades que son simplemente asombrosas.

“Y todo eso es para nada”.

El domingo, Kass y el chef Dan Barber les sirvieron a líderes mundiales, quienes se encontraban en Nueva York para celebrar reuniones en las Naciones Unidas, un menú de almuerzo que incluyó una “ensalada de vertedero”, hecha con restos vegetales e ingredientes que estaban desfigurados al punto en que las tiendas de comestibles los tirarían a la basura; pan de bagazo que es un subproducto de la fabricación de cerveza; una hamburguesa hecha con pulpa que una compañía de jugos de lo contrario habría tirado; ktchup hecha de remolachas deformes; escabeche de colillas de pepino ; y “patatas fritas de maíz” hechas de maíz súper almidonado que está destinado a ser comida de ganado.

¡Delicioso! ¡Come, Ban Ki-moon!

En realidad, sí. Eso es exactamente lo que pasó.

“La producción de alimentos y la agricultura contribuye tanto al cambio climático como el transporte”, dijo el secretario general de la ONU luego de comer lo que ha sido denominado un almuerzo “basura”, según una transcripción de la ONU. “Sin embargo, más de un tercio de los alimentos que se producen a nivel mundial —más de 1.000 millones de toneladas de alimentos comestibles cada año— termina en la basura. Eso es vergonzoso cuando tantas personas sufren de hambre”.

Es increíblemente vergonzoso.

Si sacas un total de la contaminación que contribuye al cambio climático, creada por la producción de alimentos que se han desperdiciado o se han podrido, obtienes más gases anuales de efecto invernadero que los que provienen de Rusia o India.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, este “desperdicio de alimentos”, si fuera un país, sería el tercer contaminador más grande del mundo, detrás únicamente de China y Estados Unidos.

Detente y piensa en eso por un minuto.

Si encontráramos una forma de dejar de desperdiciar comida, podríamos lograr reducir gases de efecto invernadero más que si la India —hogar de algunas de las ciudades más contaminadas del mundo— funcionara al 100% con energía renovable.

Esto, por supuesto, no es un asunto de una de dos. Deberíamos reducir el desperdicio de alimentos mientras trabajamos de forma agresiva para detener el uso de combustibles fósiles si vamos a evitar el calentamiento global peligroso.

Sin embargo, reducir el desperdicio de alimentos es “un área donde el progreso es posible quizá más rápido que en cualquier otro ámbito”, dijo Kass, quien solía ser chef de la Casa Blanca y también es un analista de NBC News.

“El público general, cuando escucha sobre las emisiones de gases de efecto invernadero y el cambio climático, sus ojos expresan desanimo”, dijo Kass. “Parece ser algo tan grande y desconectado de sus vidas. Se sienten incapaces de hacer algo al respecto. Y creo que ha sido una gran barrera para tomar acciones más agresivas. Sin embargo, la comida es una de esas maneras en las que puedes contar esta historia de una forma con la que las personas realmente se pueden relacionar… y a la larga, en una forma que las personas pueden incorporar, y desempeñar un papel activo en la solución con el tiempo”.

Parte de esto gira en torno a elecciones personales: comprar solo lo que necesitas; no tirar a la basura alimentos que aún sean comestibles; comer esas frutas y verduras tristes y “deformadas”. La industria también juega un papel importante, según Kass. Mejores prácticas de almacenamiento y envío podrían reducir el desperdicio. Y la reforma migratoria, dijo, podría ayudar a asegurar que las frutas y verduras que estén en buen estado no se queden sin cosechar en los campos. Los restaurantes también deberían mejorar al ofrecer comida amigable con el clima, dijo, por ejemplo al ofrecer menos carne, la cual tiene un efecto en crear emisiones de gases de efecto invernadero, y más alimentos descartados.

“Los primeros pasos son más difíciles”, dijo.

Por suerte, efectivamente parece que estamos dando pasos hacia adelante.

Kass me dijo que a los líderes mundiales les encantó la ensalada de vertedero y el escabeche de pepinos.

Ojalá recuerden la experiencia cuando se reúnan en París en diciembre. Es ahí cuando intentarán crear un tratado para evitar los niveles peligrosos de calentamiento.

Kass dijo que él estará ahí de nuevo.

Servirá comida que de otra forma se desperdiciaría.

Y tratará de crear conciencia sobre su contribución con el cambio climático.