DOHUK, Iraq (CNN) – Militantes de ISIS obligaron a las mujeres embarazadas que habían vendido como esclavas a someterse a procedimientos de aborto, según tres jóvenes yazidís que escaparon de las garras brutales de los militantes islámicos.
Después de secuestrar a cientos de mujeres jóvenes y niñas de sus hogares en la provincia de Sinjar en Iraq el pasado mes de agosto, los combatientes de ISIS congregaron a las cautivas en “mercados de esclavas”, donde fueron escogidas para ser usadas para el sexo.
El grupo terrorista estaba tan concentrado en usar la violación como arma de guerra que llevaron a sus propios médicos —ginecólogos— para determinar quiénes de las mujeres que habían capturado eran vírgenes.
Bushra, de 21 años, dice que presenció a dos médicos examinar invasivamente a niñas para averiguar si ya estaban embarazadas. Aquellas que determinaban, estaban embarazadas eran obligadas a abortar a sus bebés.
“Una de mis amigas estaba embarazada”, recuerda Bushra. “Su hijo tenía más o menos tres meses en el útero. Se la llevaron a otra habitación. Allí estaban dos médicos e hicieron el aborto”.
“Después, la trajeron de vuelta. Le pregunté qué había pasado y cómo lo habían hecho. Ella dijo que los médicos le dijeron que no hablara”.
Bushra dice que luego del aborto, su amiga quedó sangrando mucho, y tenía tanto dolor que “no podía hablar ni caminar”.
“Ella fue la primera. Después de eso, se llevaron a las mujeres embarazadas y las pusieron en una casa separada”.
Noor, Munira y Bushra dicen que fueron secuestradas cuando los combatientes irrumpieron en sus aldeas; las separaron de sus familias y las trasladaron a regiones controladas por ISIS en Iraq, donde las obligaron a ser esclavas sexuales.
Los campos de refugiados de Dohuk están llenos de historias como las de ellas, de mujeres y niñas que fueron compradas y vendidas, dadas como regalos o cambiadas por armas.
Bushra dice que ella vivía una “vida buena… normal… interesante” hasta que ISIS llegó a Sinjar y la separó de todo lo que conocía.
“Ellos nos decían ‘renuncien a su familia, renuncien a que son yazidís… ahora son musulmanas. Nos vamos a casar con ustedes; cada combatiente tendrá a una de ustedes’”.
Colocada en fila para la “inspección”, Munira, de 16 años, dice que los militantes examinaban “el vientre, los dientes y los pechos” de ella y otras cautivas antes de elegir a quién querían como “esposa”.
“Si la chica decía ‘no quiero ir contigo’, o ‘no quiero casarme contigo’, la tomaban por la fuerza”, recuerda Noor, de 22 años. “No había otra opción”.
“Un hombre me escogió. Era viejo, feo y gordo. Yo estaba demasiado asustada. Había otros combatientes ISIS así que le rogué a uno de ellos: ‘Por favor, llévame. Llévame a cualquier lugar y cásate conmigo, si quieres, pero llévame lejos de este’. Así lo hizo”.
Noor dice que aunque no la obligaron a tener relaciones sexuales con él de inmediato, dos días después el combatiente que la había elegido regresó de la línea de frente.
“Me mostró una carta y dijo ‘Aquí dice que cualquiera de las mujeres capturadas se convertirá en musulmana si 10 combatientes de ISIS la violan’”.
Ella dice que él la violó, antes de dársela a sus amigos: “Me pasó a otros 11”. Cada uno de ellos la violó, dice.
Los yazidís, una pequeña minoría iraquí que cree en un solo dios que creó la Tierra y la dejó al cuidado de un ángel pavo real, han sido objeto de persecución a gran escala por parte de ISIS, que los acusa de adorar al diablo.
ISIS afirma que el Corán justifica tomar cautivas a las mujeres y a las niñas que no son musulmanas y que permite violarlas, una afirmación que los eruditos islámicos niegan a gritos.
Munira, cuyo brazo lleva un tatuaje hecho en casa con el nombre de su padre, tatuado en su piel con una aguja de coser, mientras esperaba ser “vendida”, se mostraba inquieta cerca de Noor mientras le cuenta su historia a CNN.
“Fui dada como un premio a otro combatiente de ISIS. Dos veces”, dice. La segunda vez, me cambiaron por otra chica”.
Traumatizada por todo lo que había visto, Bushra encontró un frasco de pastillas y se las tragó todas, con la esperanza de ponerle fin a su vida en lugar de convertirse en una víctima de violación, pero sobrevivió.
“Me derrumbé y no morí”, dice. “Me llevaron al hospital y en el hospital me desperté”.
Una vez se recuperó del intento de suicidio, también fue violada.
Ella no fue la única que trató de suicidarse; las mujeres dicen que conocieron a otras que lograron quitarse la vida, pero que sus captores estaban decididos a mantenerlas con vida si podían.
“Un día, había 14 niñas conmigo”, dice Bushra. “Trataron de suicidarse al beber veneno para ratas, pero ISIS las llevó al hospital y limpiaron sus estómagos.
“Nos dijeron: ‘No vamos a dejarlas morir tan fácil’”.
Por difícil que parezca creerlo, Noor, Munira y Bushra (sus nombres han sido cambiados para proteger su identidad) son las afortunadas: se escaparon y llegaron a los campos de refugiados.
Ahora que están a salvo, han estado contando sus historias con valentía. Recientemente viajaron al Reino Unido con la Fundación AMAR, para advertirle a los estudiantes británicos sobre los peligros que la radicalización representa.
A las tres mujeres se les ha ofrecido asilo en Occidente y serán trasladadas para comenzar una nueva vida en el extranjero pronto.
Pero cientos de otras mujeres yazidís permanecen esclavizadas. El trío dice que quiere revelar la verdad sobre ISIS y espera ayudar a aquellas que dejaron atrás.