(CNN) – “¿Hola?” La voz se escucha amortiguada, distorsionada y es apenas audible, pero la desesperación de la persona que llama es clara: “Nuestra situación es muy mala y no puede ser peor”.
Al otro extremo del teléfono, Ameena Saeed Hasan ofrece una cuerda de salvación: la oportunidad de planificar una huida de la esclavitud a manos de ISIS.
Todos los días, Hasan recibe llamadas como esta. Ella solía ser legisladora iraquí, y ahora su misión es rescatar a tantas mujeres yazidís como sea posible.
Cuando ISIS tomó Mosul inicialmente, Hasan pensó que los yazidís en el monte Sinjar estarían a salvo.
“Dijimos ‘¿Por qué vendrían a Sinjar?’”, recuerda. “No hay petróleo ni nada. ¿Qué ganarían?”
Pero los combatientes de ISIS efectivamente llegaron a Sinjar. Puede que no haya habido ninguna reserva de petróleo que pudieran robar, pero en vez de eso tomaron otro de los recursos más importantes de la región: su gente.
Los militantes islámicos capturaron a miles de mujeres y niños yazidís, y mataron a los hombres. ISIS afirma que el Corán justifica tomar cautivas a las mujeres y niñas que no son musulmanas, y permite su violación.
Los yazidis, una pequeña minoría iraquí que cree en un solo dios que creó la Tierra y la dejó al cuidado de un ángel de pavo real, han sido objeto de persecución a gran escala por parte de ISIS, que los acusa de adorar al diablo.
Las Naciones Unidas han acusado a ISIS de cometer genocidio contra los yazidís.
Las familias de muchos de los desaparecidos se han acercado a Hasan en busca de ayuda.
“La gente me conoce”, explica. “Soy de Sinjar y también soy yazidí. Conozco a muchas personas que fueron secuestradas. Algunas eran mis familiares, mis vecinas, y ellas me llamaron”.
Junto con su esposo, Khalil, Hasan opera una red para sacar a las mujeres de ahí: ella recibe las llamadas, y Khalil hace el peligroso viaje a la frontera entre Iraq y Siria para llevarlas a un lugar seguro.
Hasta el momento, la pareja ha rescatado a más de un centenar de personas. Una de los primeras fue una mujer de 35 años con seis hijos… todos ellos habían sido capturados, comprados y vendidos en los mercados de esclavos de ISIS.
En su desesperada llamada a Hasan, ella describió lo que les había sucedido: “cargaron dos grandes camiones de la aldea y se los llevaron a alguna parte, no sé a dónde. Cuando estaban subiendo a la gente al camión, una mujer comenzó a discutir con ellos, por lo que la mataron”.
A pesar de su terrible experiencia, la mujer secuestrada de esta grabación fue una de las afortunadas… a la larga pudo escapar.
Otras no son tan afortunadas. Hasan dice que muchas mujeres, tras ser violadas y maltratadas repetidamente por sus captores, se han quitado la vida en lugar de esperar a ser salvadas.
“Solo queremos que sean rescatadas”, dice, en medio de lágrimas de tristeza y frustración. “Cientos de chicas cometen suicidio”.
“Tengo algunas fotos de las chicas que se han suicidado… cuando pierden la esperanza de ser rescatadas y cuando ISIS las vende y las viola muchas veces… creo que tal vez hay cien. Perdimos el contacto con la mayoría de ellas”.
El trabajo de Hasan ha sido reconocido con un premio del Departamento de Estado de EE.UU. por la ayuda que ha dado a las esclavas de ISIS.
El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, elogió sus “valientes esfuerzos en nombre de la minoría religiosa yazidí en el norte de Iraq, por insistir en que el mundo preste atención a los horrores a los que se enfrentan, y… el firme compromiso de ayudar a las víctimas y salvar vidas”.
Sin embargo, a ella la atormenta la idea de las que no pudo salvar.
“No puedo dormir, no puedo olvidar lo que les ha ocurrido”, dice.
“Ellas preguntan ¿cuándo nos rescatarás? Pero no tengo la respuesta. No soy un gobierno. No soy nada. Solo soy una persona. Es muy difícil”.
Muchos se han unido a la lucha contra ISIS; en lugar de bombas y balas, el arma de Hasan es su teléfono; con él, ofrece esperanza, aunque a distancia, y la promesa de que la ayuda llegará.