(CNN) – Cepillos. Billeteras. Barras de Snickers.
Normalmente, una colección semejante de artículos de uso cotidiano podría despertar poco interés en la persona promedio.
Sin embargo, cuando se presentan como parte del proyecto “El sueño americano”, estos artículos aparentemente comunes se ven inundados de conmoción y drama.
El proyecto fotográfico titulado “El sueño americano” muestra objetos que Tom Kiefer -quien trabajó como conserje y encargado de un centro de la Oficina de Aduanas y Patrulla Fronteriza de EE.UU. en Ajo, Arizona- encontró en la basura. El centro está situado a unos 64 km de la frontera entre México y Estados Unidos, y a más o menos 193 kilómetros de California.
“Quienes han entrado a Estados Unidos de manera ilegal pierden fácilmente sus posesiones y pertenencias personales mientras son procesados e ingresan al sistema de la Oficina de Aduanas y Patrulla Fronteriza de EE.UU”, dijo Kiefer.
“La enorme cantidad de objetos, como ropa extra, calcetines, zapatos y artículos personales como rosarios, biblias, cinturones, ropa interior, cepillos de dientes, jabón, era en muchos aspectos incomprensible (para mí), y estoy seguro de que gran parte de esto no estaba destinado a ser desechado”.
Kiefer dijo que un objetivo del proyecto es apoyar “una política coherente y sensible respecto a la comida que los inmigrantes que son detenidos y procesados llevan consigo”.
“Durante varios años, me permitieron llevar los alimentos enlatados y no perecederos (leche en polvo, barras de granola) a nuestro banco local de alimentos, pero eso llegó a su fin hace más o menos año y medio antes de que renunciara a mi trabajo para dedicarme a este proyecto a tiempo completo”.
Kiefer dijo que la gran mayoría de los artículos fueron tomados de personas que cruzan la frontera ilegalmente. Él cree que hay algo “inherentemente inquietante” acerca de los elementos que encontró en los basureros de lo que se conoce como el “Sally Port”, un área segura y cercada donde quienes son detenidos salen de los vehículos e inician las primeras fases del procesamiento.
“No entiendo por qué alguien querría renunciar voluntariamente a un artículo como un rosario, una biblia, la foto de su hijo, o un par extra de zapatos, pantalones, una camisa o una chaqueta”, dijo.
“Estas son las imágenes de cómo se trata a las personas y a sus pertenencias personales. Si alguien quiere juzgar la ética y la moral de todo esto, le corresponde a ellos decidir qué está bien y qué está mal y, si deciden hacerlo, actuar de acuerdo a esos sentimientos”.