CNNE 217907 - cristobal colon

Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Encuentro. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.

(CNN Español) – Hay gente que esgrime un antiimperialismo de luxe como quien lleva un bolso falso ‘de marca’ como los que venden en el barrio chino de Nueva York.

Gente que hace de la incultura, la desinformación y la distorsión un gozo perpetuo.

Este lunes se celebra el Día de la Hispanidad, por tanto con el cereal de la mañana recibí una dosis más que generosa de revisionismo histórico en ciertos programas matutinos de la televisión latinoamericana.

En uno le preguntaban a la gente qué se celebra hoy y pocos podían siquiera improvisar dos frases con cierta lógica. En otro canal, un señor arremetía no ya contra lo que hicieron los conquistadores españoles, sino contra la huella de la conquista porque claro, razonaba el señor, “mucho de lo malo nos viene de ellos”: la displicencia, la impuntualidad, la intolerancia, el respeto irrestricto por la autoridad, la falta de interés por la industria…

En España Inteligible (1985), el filósofo español Julián Marías explica que “la Leyenda Negra consiste en que, partiendo de un punto concreto, que podemos suponer cierto, se extiende la condenación y descalificación de todo el país a lo largo de toda su historia, incluida la futura”. Marías dice que para España esa demonización comienza en siglo XVI: “se hace más densa en el siglo XVII, rebrota con nuevo ímpetu en el XVIII y reverdece con cualquier pretexto, sin prescribir jamás”.

La historia de la conquista española de América es una historia de barbarie, llena de dolor y caos. No fue como algunos sostienen, un conflicto de baja intensidad con ciertos excesos. No señor, lo que estaba detrás, delante y a los lados de aquello, era un  deseo brutal de hacerse con las riquezas del nuevo mundo, incluyendo a su gente. Pero aun así, ¿por qué  el tema  se suele mirar casi siempre a través del prisma del rencor?

¿Por qué pocos políticos latinoamericanos se atreven a celebrar la contribución cultural de aquellos colonizadores? Una contribución que nos hace únicos en medio de la diversidad más tremenda.

¿Por qué en nuestras escuelas no se significa como alegría mayor, esa conexión subcutánea y formidable que une a un habanero con un canario, a un bogotano con un gallego o a un chileno con un vasco?

Revisar el pasado con la perspectiva del presente es como llevar un bolso falso ‘’de marca’’ como los que venden en el barrio chino de Nueva York.