Soner Cagaptay es director de Beyer Family Fellow y del Programa de Investigación Turco de The Washington Institute y autor de “The Rise of Turkey: The Twenty-First Century’s First Muslim Power” (El ascenso de Turquía: el primer poder musulmán del siglo XXI). Las opiniones expresadas son exclusivamente las del autor.
(CNN) – El ataque que tuvo lugar el sábado en la capital turca es lo más parecido a un 11-S turco que el país haya enfrentado. Los bombardeos dobles en el centro de Ankara, enfrente de la concurrida estación central de trenes de la ciudad y a solo minutos de importantes edificios gubernamentales, mataron a por lo menos 95 personas y cientos más resultaron heridas. En pocas palabras, ese fue el peor ataque terrorista en la historia del país.
La masacre entristece y causa horror, más que todo porque va en contra de la percepción que se tiene de Turquía como un país relativamente estable y pacífico. A pesar que limita con el tumultuoso Oriente Medio, Turquía tiene una economía fuerte, una amplia clase media y un gobierno democrático. Una violencia de esta magnitud es inaudita en la política moderna del país.
Sin embargo, por muy perturbador que el ataque de este fin de semana sea por sí solo, también surge en un momento de una creciente polarización, tanto social como políticamente… divisiones que están siendo exacerbadas por la naturaleza muy personal del gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Desde que llegó al poder en el 2003, Erdogan ha administrado el país por medio de su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en inglés), ganando las elecciones de forma consecutiva. Sin embargo, aunque su ultra conservador partido de derecha ha propiciado crecimiento económico, su mandato ha tenido un lado oscuro.
La verdad es que Erdogan trata con brutalidad a la oposición política, ya que los críticos son encarcelados y la policía es enviada para que detenga violentamente los mítines de la oposición. Como resultado, Erdogan ha establecido una fuerte base de derecha, pero ha generado una animadversión significativa entre los grandes segmentos de la población que no lo apoyan.
Aun así, con la oposición del país dividida, el partido AKP de Erdogan ha dominado la asamblea legislativa. Sin embargo, en las elecciones del 7 de junio, el AKP también perdió su mayoría absoluta en el parlamento cuando el pro-kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP, por sus siglas en inglés) aumentó repentinamente en las votaciones, dejando al país en el limbo.
Se cree que las elecciones anticipadas, las cuales se celebrarán el 1 de noviembre, no ayudarán mucho para aliviar el estancamiento político, y es poco probable que el ataque a Ankara cambie las cosas, porque la polarización política sobre Erdogan supera todas las otras consideraciones… pocas personas del ala a favor y del ala en contra de AKP posiblemente cambien sus votos, a pesar de la matanza del sábado.
Lo que hace que estas divisiones sean más preocupantes es que están ocurriendo en un momento cuando el país enfrenta desafíos para aumentar la seguridad en los vecindarios, como por ejemplo el brutal régimen sirio de Bashar al-Assad y el Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS).
Desde que inició la guerra civil siria en el 2011, Ankara ha estado intentando en vano derrocar a al-Assad, cuyo régimen fue acusado por Turquía de estar vinculado al bombardeo de Reyhanli en el 2013, un pueblo turco cercano a la frontera siria, el cual reclamó la vida de 50 personas.
Ahora que las fuerzas de al-Assad están siendo reforzadas por Rusia, Ankara incluso tiene más temor de Siria. Pero además están preocupados por ISIS, especialmente porque Ankara se unió a la lucha liderada por Estados Unidos contra ISIS este último verano, una medida tomada luego de un ataque de ISIS en Suruc, otra ciudad turca cerca de la frontera siria. Desafortunadamente, solo es cuestión de cuándo, no si, ISIS atacará a Turquía de nuevo.
Por último, Ankara también tiene que lidiar con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK, por sus siglas en inglés), el cual ha estado luchando contra Ankara. El PKK ha culpado a Ankara por no hacer lo suficiente para evitar el doble bombardeo en Suruc, un ataque que fue misteriosamente similar al ataque de Ankara, el cual también fue dirigido a una manifestación. Lo cierto es que el sábado el PKK se mantuvo firme al anuncio planificado por anticipado de un alto al fuego. Sin embargo, aún está por verse si el liderazgo maduro del PKK puede mantener su control sobre los jóvenes del movimiento y de los cuadros más radicales.
Sin embargo, a la larga Turquía tiene que temerse a sí mismo más que a cualquier otra cosa. A diferencia del 9/11, lo cual unió a Estados Unidos, el ataque de Ankara posiblemente deje dividida a Turquía, ya que los grupos que apoyan a Erdogan culpan al PKK por la masacre de Ankara y los grupos que se oponen a Erdogan culpan al gobierno. Aunque Turquía podría prevalecer contra al-Assad, el PKK o ISIS, no puede ganar una pelea contra sí mismo.
Como resultado, ver a Turquía actualmente es como ver un desastre que se despliega en cámara lenta, ya que al parecer el país se está dividiendo cada vez más. Sinceramente espero estar equivocado. Sin embargo, el futuro se ve sombrío.