CNNE 219031 - trombosis

“Mi pierna estaba muy hinchada, enrojecida y me dolía mucho. El dolor iba en aumento y me costaba estar de pie. Parecía una picadura de avispa, pero resultó ser un trombo”, explica Francisco Díaz, un paciente de la Clínica que ha padecido dos episodios de trombosis.

Los datos son alarmantes en Europa, puesto que la mortalidad relacionada con esta patología asciende a 600.000 habitantes cada año, lo que representa una muerte por minuto. Esta cifra aumentará por el envejecimiento de la población, ya que se trata de una enfermedad muy relacionada con la edad (afecta sobre todo a personas mayores de 55 años).

La trombosis venosa es la tercera causa de muerte cardiovascular después del infarto agudo de miocardio y del ictus. El trombo es un coágulo que se forma en el interior de las venas y que impide que la sangre fluya correctamente. Este fenómeno se conoce como trombosis venosa profunda. En ocasiones, el coágulo se desprende de las paredes de las venas y, a través de la corriente sanguínea, llega hasta los pulmones provocando el llamado embolismo pulmonar.

“Existen factores tanto genéticos como adquiridos, como puede ser la edad avanzada, intervenciones quirúrgicas, traumatismos, el cáncer, la terapia hormonal, los anticonceptivos orales, el embarazo o el parto”, explica el Dr.  José Antonio Páramo, co-director del Servicio de Hematología y Hemoterapia de la Clínica Universidad de Navarra.

Los principales síntomas de esta enfermedad son el dolor en la pierna, que aumenta con la flexión dorsal del pie, el edema (hinchazón por retención de líquidos), sensación de pesadez y aumento de calor en la zona. El embolismo pulmonar, que conlleva una elevada mortalidad, está relacionado con el dolor torácico y la dificultad respiratoria. Aunque también puede producir fiebre y otros síntomas como la tos. Por lo general, la trombosis venosa es visible en la pantorrilla y el muslo, aunque no debemos confundirlo con las varices (estas son dilataciones venosas, pero no es necesario que exista un trombo que obstruya la vena).

Sin embargo, la trombosis venosa se puede prevenir y, mejor aún, tratar. Existen medidas preventivas farmacológicas y físicas (aquellas que favorezcan el retorno venoso para aumentar el flujo de las venas de las piernas), como realizar ejercicios en los que se contraiga la musculatura de las piernas, elevar los pies de la cama, evitar la inmovilización durante mucho tiempo o garantizar una buena hidratación.

En los últimos 10 años “el tratamiento de esta enfermedad ha experimentado una auténtica revolución con la aparición de nuevos fármacos anticoagulantes que están sustituyendo a los más tradicionales, como el conocido Sintrom”, explica el Dr. Páramo. Estos nuevos medicamentos presentan escasas interacciones con otros fármacos y alimentos, conllevan menos complicaciones hemorrágicas, sobre todo, la intracraneal, no requieren monitorización de laboratorio y son más cómodos, ya que se administran vía oral.