Kabul, Afganistán (CNN) - Si algo puede indicar el estado de ánimo de los afganos en estos días, es la prisa por conseguir un pasaporte.
Conseguir un pasaporte nunca había sido tan popular. Incluso temprano en la mañana, la fila desde la oficina de pasaportes de Kabul se extiende por varias cuadras, compuesta de personas preocupada por la titubeante economía y la amenaza de una guerra sin cuartel.
Es difícil asegurar con precisión cuántas de esas personas que pacientemente esperan, planifican huir, pero los estimados de Europa muestran que los afganos son los segundos en número, después de los sirios, en el flujo de refugiados que se han abierto camino hacia el norte en los últimos meses.
Omar Saboor, el director de la oficina de pasaportes, dice que todos los días de 6.000 a 8.000 afganos solicitan nuevos documentos para viajar. Él dice que desde que Europa abrió sus puertas a los refugiados, se ha visto un notable incremento en las solicitudes, lo cual él atribuye directamente al cambio en la política.
El auge del contrabando
Y para los traficantes de personas de la ciudad, cada solicitud exitosa es una oportunidad potencial para su negocio.
Uno le dice a CNN que, en los últimos 6 meses, él ha movilizado a 1.500 personas hasta Alemania, el destino más popular para aquellos que desean huir.
Él ofrece tres rutas diferentes, con diferente dificultad y las probabilidades de éxito son variables. Por 7.000 dólares, la ruta es a través del mar. Por unos cuantos miles más, eres transportado por carretera y a pie.
La más cara, la cual ofrece la mejor oportunidad de llegar a tu destino final, es por vía aérea. Esta ruta te cuesta la cantidad de 20.000 dólares, pero te ofrece la oportunidad de comprar una visa en el mercado negro y vuelos directos.
Pero la mayoría opta por las opciones más baratas y arriesgadas.
“Hemos tenido heridos y muertos a lo largo de este viaje”, me dice el contrabandista, quien no puede ser identificado ya que su línea de trabajo es altamente ilegal.
Él dice que justo hace un poco más de dos semanas, 70 personas –incluyendo 15 de sus clientes– fueron capturados por los iraníes y deportados desde la frontera con Turquía.
Para mitigar el riesgo, el dinero está en manos de un tercero de confianza, quien lo entrega al contrabandista una vez que la persona lo contacta desde su destino final. Pero, al final de cuentas, los contrabandistas de personas todavía reciben su pago, incluso si la persona nunca logra llegar –un sistema informal le permite a cada aspirante a refugiado tres intentos para llegar a través de la red, pero si falla en cada uno de sus tres intentos, todavía así tienen que pagar– lo que demuestra que los contrabandistas siguen teniendo todo el control en sus manos.
Nueva prosperidad, pero temor oculto
Cuando llegué de vuelta a Kabul, hace un poco más de una semana, mi primera impresión fue: ¡Vaya! Limpio y verde. Un Kabul que apenas reconozco.
Donde una vez virábamos a través de baches, ahora conducimos a lo largo de una majestuosa extensión de asfalto liso y rodeado de jardines miniatura bien cuidados.
Mientras conducíamos a lo largo del amplio bulevar que une al aeropuerto con la ciudad capital de Afganistán, todo se sentía sereno, incluso surrealista. Incluso los jóvenes árboles a lo largo de un lado de la calle irradiaban una atmósfera de nueva prosperidad y esperanza.
Pero los cambios evidentes en Kabul desde mi última visita, hace cuatro años, no ocultan la realidad de la vida aquí. En agosto, un atentado suicida perpetrado por el movimiento talibán, cerca de la entrada al aeropuerto, dejó cinco personas muertas y más de una docena heridas.
Más lejos en la ciudad, la misma carretera del aeropuerto conduce a la Embajada de Estados Unidos. La ruta se considera tan insegura que el personal de la Embajada de Estados Unidos viaja en helicóptero en lugar de arriesgarse en la carretera que fue construida probablemente con sus dólares.
Economía inestable
El aura de una economía efervescente es tan solo eso. Los dólares que pagaron por las carreteras y por otros proyectos que les dieron empleo a los afganos, también se han ido agotando, a medida que las tropas extranjeras se retiran y los inversionistas internacionales se dirigen a la salida.
Pero el movimiento talibán se beneficia de la economía inestable, el reclutamiento se ha convertido en un negocio relativamente fácil.
Varios aspirantes a reclutas que hablaron con un camarógrafo independiente local que trabaja para CNN dijeron que la única razón por la que se unieron al movimiento talibán era porque ellos no tenían dinero ni para comer.
“Quiero unirme a ellos por la falta de empleos y mis otros problemas económicos”, nos dijo un recluta.
Un segundo hombre, quien nos mostró su diploma de la escuela secundaria, nos dijo que había estado en la universidad y aún así no ha podido encontrar un trabajo. Los del movimiento talibán le ofrecieron más de lo que podría ganar en el ejército, afirmó.
“Yo no comparto ninguno de sus puntos de vista. Mi única razón para unirme a ellos son mis problemas económicos y el desempleo”, agregó.
El impacto de Kunduz
Mientras conducíamos por las calles de Kabul, el brillo de una mejor vida parecía haber llegado tentadoramente cerca.
Hay muchas más tiendas y muchas más luces brillantes que antes. Las tiendas tienen todo tipo de frutos secos y fruta apilados de manera nítida desde el piso hasta el techo. Pistachos, un gran favorito local, y las suculentas pasas, cultivadas y secas en los campos resecos de Helmand.
Pero los compradores ocasionales de ayer y los relajados hombres de negocios ahora tienen preocupaciones más urgentes. No es solo una economía en crisis sino el renaciente movimiento talibán. La reciente caída de Kunduz, una importante ciudad de 300.000 personas en el norte del país, tiene a muchos preguntándose qué sucederá después, y si la capital podría llegar a caer.
Ambos reclutas dijeron que el movimiento talibán podría perder su atractivo si la fortuna cambia y el gobierno pudiera encontrarles empleo. Ellos abandonarían el barco inmediatamente.
No son solo las bombas y las balas las que van a ganar esta guerra, sino el comercio… y mucho de él.
Estuve aquí cuando las semillas de comercio se estaban plantando en la última década. En aquel entonces, Kabul era un lugar más gris, más oscuro.
Pero así como los colores de un futuro más brillante están empezando a florecer, existe una posibilidad real de que todo pudiera quedar enterrado durante otra generación.