Fuerzas de seguridad recorren las calles de Jerusalén para intentar detener la violencia entre israelíes y palestinos.

HEBRÓN, Ribera Occidental del Jordán (CNN) – Los agentes armados de la policía israelí se atrincheran tras los gruesos muros de concreto que separan los barrios palestinos del este de Jesuralén del centro de la ciudad.

A los jóvenes que pretenden acceder se les pide que se quiten sus pantalones, que se levanten las camisetas, que giren y que muestren sus identificaciones.

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Esto, según los palestinos, es el rostro de la ocupación.

“La ocupación duerme sobre nuestros pechos, en nuestros estómagos”, dijo Khalid Froukh, de 63 años de edad.

Pero muchos colonos que han establecido puestos de avanzada judíos en Cisjordania no se consideran personalmente como invasores.

Según ellos, las medidas de seguridad son necesarias para evitar la violencia alimentada por la “maquinaria de instigación” proveniente de mezquitas, escuelas, medios de comunicación y políticos, que transmiten y mantienen vivo el odio de los palestinos hacia los judíos.

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Dos perspectivas diferentes pero una consecuencia trágica que se repite cada cierta cantidad de años en ciclos violentos.

Se han visto dos levantamientos palestinos importantes en los últimos 30 años, así como numerosos estallidos violentos entre ellos.

Los observadores advierten que la actual ola de disturbios está llevando a la región al límite de otra fase sangrienta y desastrosa.

“Necesitamos evitar que la situación degenere en un conflicto religioso con potenciales implicaciones regionales”, dijo el martes Ban Ki-Moon, Secretario General de las Naciones Unidas.

‘El origen de la historia judía’

Desde que Israel tomó a Jerusalén Oriental y a la Ribera Occidental de Jordania durante una guerra en 1967, más de medio millón de israelíes se han asentado en las zonas, a menudo en tierras palestinas confiscadas. Gran parte de la comunidad internacional considera estos territorios como invadidos.

Los colonos no son colonos; están viviendo en tierras que Israel ha liberado.

“Hebrón es el principio, la cuna, la raíz y el fundamento de la historia judía”, dijo Noam Arnon, uno de casi 700 judíos que se han asentado en el corazón de Hebrón.

Según Arnon, la violencia reciente alrededor del asentamiento –desencadenada porque un colono judío mató a balazos a un palestino y dijo se estaba defendiendo de un ataque con un cuchillo– no es nada nuevo.

Él hace hincapié en la exposición de un museo, la cual está dedicada a una masacre en 1929, cuando los palestinos se volvieron contra la comunidad judía local y asesinaron a 67 personas.

“Sucedió justo aquí en contra de una comunidad judía inocente, 40 años antes de que siquiera se estableciera el Estado de Israel”, dijo.

‘Se necesita verdadera medicina’

Los palestinos lo ven de otra manera.

En el centro de la ira que conduce a los disturbios que se intensifican cada vez más, se encuentra el control que Israel ha tenido sobre Jerusalén Oriental y Cisjordania desde hace décadas.

“La ocupación significa que tienes aproximadamente dos millones y medio de palestinos que han vivido desde hace casi 50 años bajo la administración militar”, dijo Uri Zaki, un representante israelí de Human Rights Watch.

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Ellos argumentan que la única manera de ponerle fin a la aparentemente interminable espiral de violencia y recriminación es que Israel se retire de las áreas de las que se apoderó en 1967.

Ellos dicen que el hecho de detener la violencia sin abordar sus causas no es una solución a largo plazo.

“Si tú tienes cáncer, ¿crees que un Advil te ayudaría?”, dijo Ziad Abu Zayyad, un antiguo ministro de la Autoridad Palestina. “Puede ser un alivio para el dolor durante un corto tiempo, pero no te va a curar. Necesitas verdadera medicina para curarte, y la verdadera medicina en esta situación es el fin de la ocupación”.

‘Estamos aquí para quedarnos’

Hace veintidós años, Israel y los palestinos firmaron los Acuerdos de Oslo que tenían el propósito de sentar las bases de la paz y, en última instancia, avanzar hacia una solución para los dos estados.

Eso fue en 1993. Todos estos años más tarde, el fracaso de un progreso real tiene a muchos frustrados con las negociaciones.

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Uri Karzen, quien se estableció en Hebrón hace más de 30 años, no cree en la idea de que Israel y Palestina convivirán como vecinos pacíficos.

“Los ataques continuarán si piensan que conseguirán un estado palestino”, dijo.

“Finalmente, los árabes simplemente deberán acostumbrarse a la idea de que estamos aquí para quedarnos”, dijo.

Y de esta manera, el conflicto continúa.

Ambos bandos creen que su causa es justa. Y su obstinada determinación parece que continúa generando aún más violencia.