(CNN) – Sus captores de ISIS les pegaban en los pies hasta que ya no podían caminar, les rompían los dientes, los asfixiaban con bolsas plásticas y les aplicaban descargas eléctricas una y otra vez.
Como muchos de los demás prisioneros, ellos esperaban que tarde o temprano los sacaran y les dispararan.
Sin embargo, estos hombres iraquíes fueron rescatados de su cautiverio a través de una audaz redada por parte de fuerzas estadounidenses, kurdas e iraquíes la semana pasada.
La misión liberó a más o menos 70 rehenes que se encontraban en peligro de una ejecución inminente, según informaron funcionarios estadounidenses. Pero la misión le costó la vida al primer soldado estadounidense que murió en Iraq desde 2011.
En un video publicado por el gobierno regional de Kurdistán, algunos de los rehenes cuentan su terrible experiencia en la prisión controlada por ISIS en el distrito de Hawija, al norte del país, y expresan su gratitud hacia quienes los rescataron.
Estas son algunas de sus historias en sus propias palabras:
Mohammed Hassan Abdullah
“Ellos nos torturaban de varias formas, entre ellas con descargas eléctricas y bolsas plásticas hasta que perdíamos el conocimiento. Luego usaban más descargas eléctricas”, dice Abdullah, quien una vez fue parte de la fuerza policial en Hawija. Ejecutaban más o menos de dos a cuatro rehenes al día, recuerda.
Akram Hussen Mohammed Zahir
La tortura era incesante, dice Zahir; “todos los días hacían la misma pregunta y repetían las palizas” En un punto, recuerda, los captores le apuntaron una pistola a la cabeza y le dijeron que recitara una profesión de la fe islámica o que enfrentara la ejecución en el lugar.
Hussen Ali Alhemdani
Alhemandi, el hermano de un miembro local del consejo, dice que en su tortura, miembros de ISIS le golpeaban los pies durante horas en la noche. “No pude caminar durante 20 días, recuerda”. Tomaron las posesiones de su familia y todos sus hermanos huyeron.
Ahmed Abd Jburi
Al Jburi, quien lucha por alimentar a su familia, recuerda que militantes de ISIS le pidieron que prometiera lealtad a su causa a cambio de dinero y combustible. Él dice que tal medida le pareció difícil de soportar: “Si voy y mato a mis hermanos musulmanes, ¿no tienen ellos una familia?”. Ahora, dice, él y otros están dispuestos a luchar por el gobierno del Kurdistán que los rescató. “Me sacrificaré a mí mismo”, promete mientras otros rehenes en la audiencia lloran.