Varios hombres lapidan a una mujer en Ghalmeen, Afganistán.

Nota de editor: Zainaba Salbi es una autora iraquí estadounidense fundadora de Women for Women International, una organización humanitaria, y es presentadora de The Nida’a Show, un programa de entrevistas de una hora sobre entretenimiento y temas actuales para las mujeres en el mundo árabe. Las opiniones expresadas en esta nota son únicamente las de la autora.

(CNN) - La lapidación de Rokhsana, una mujer afgana de veintitantos años, ocurrida esta semana en Afganistán, arrojó más luz sobre el trato que las mujeres reciben por parte de los talibanes y los extremistas religiosos en partes del mundo musulmán, pero tratar de explicar esta práctica en términos religiosos solo le dará legitimidad a aquellos que están violando el mismo espíritu y principio de la religión en sí.

La explicación de por qué las mujeres aún son apedreadas no viene de la religión en sí, sino del papel de la religión en la búsqueda de una nueva identidad en una región plagada de agitación, donde las mujeres son un símbolo muy importante del honor de una familia.

Pero vamos a empezar desde el principio: el Islam de hecho tiene el juicio de la lapidación para quienes se involucran en actos sexuales fuera del matrimonio.

En primer lugar, debe haber cuatro testigos oculares del acto en sí antes de que el juicio pueda ser aprobado, algo muy difícil de lograr en cualquier parte del mundo. En segundo lugar, ambas partes —hombres y mujeres— deberían ser tratadas equitativamente bajo este juicio.

Estos dos hechos son completamente pasados por alto por los fundamentalistas que son categóricos en elegir solo lo que les gusta del Islam.

En cuanto al resto de los musulmanes —la mayoría moderada— aunque están familiarizados con el tema de la lapidación, saben tomar el espíritu de lo que se aplicaba hace miles de años y aplican su lección en términos de fomentar la modestia entre los hombres y mujeres en la época moderna, en lugar de la verdadera lapidación.

Les pregunté a mujeres jóvenes de Jordania, Siria y los EAU sobre la lapidación de Rokhsana luego de que intentara escaparse con un hombre de su edad, y su respuesta no tuvo nada que ver con la lapidación, aunque todas son religiosas y usan el velo.

“Existe una razón detrás del comportamiento de todos… el hecho de que se escapara sin la aprobación de sus padres está mal, pero eso puede ser abordado de distintas maneras, aparte del castigo”, dijo Manar, de 21 años. “Ya nadie apedrea… esa era otra época”.

Quienes aún apedrean son la minoría, pero también son los más escandalosos en su implementación selectiva de la religión. Para ellos —ya sean los talibanes o Daesh (también conocido como ISIS)— la única forma de obtener poder es reclamarlo de una parte muy particular de la religión, y solo en las áreas que ellos consideren necesarias. Y para estos grupos, las mujeres son el denominador más bajo, usado para demostrar su masculinidad y su afirmación de poder para ellos mismos y para el mundo.

Nunca antes en la historia islámica las mujeres han sido tan brutalizadas, ya sea al ser apedreadas en Afganistán, Iraq e Irán, secuestradas por Boko Haram en Nigeria o asesinadas en Libia.

Cruzar la línea de esta forma —atacar físicamente a las mujeres de maneras tan salvajes— se ha difundido en las últimas dos décadas, pero realmente ha despegado con el ascenso de ISIS.

Esta nueva violación masiva de mujeres ha tenido un impacto en las mismas mujeres musulmanas, quienes respetan su religión, pero no en las maneras en las que los extremistas religiosos están tratando de definirla: silenciar completamente las expresiones de las mujeres, desde el ámbito social hasta el político.

Aunque es horrendo para el mundo musulmán y para el mundo más amplio por igual, es peligroso reconocer cualquier comportamiento musulmán extremista como islámico. Hacer eso es legitimar sus afirmaciones sobre la religión, a pesar de que la mayoría de musulmanes no se rigen por sus propias reglas.

Asegurarse de que las voces de las mujeres musulmanas se escuchen en todas las discusiones políticas por la paz y la seguridad en varios países es la única forma de ayudar a inclinar la balanza lejos de los talibanes y similares, y de vuelta hacia la mayoría moderada que inventa, crea y busca una vida decente.