Nota del editor: Gisela Sánchez Maroto es directora de asuntos corporativos de Florida Ice & Farm, una empresa de Costa Rica dedicada a la venta de bebidas, alimentos y hotelería. Es además fundadora de Nutrivida, una división de la compañía dedicada a la nutrición de poblaciones marginadas. Participó en el especial de septiembre de Fuerza en Movimiento sobre responsabilidad social en las empresas de Centroamérica.
(CNN Español) - El capitalismo nació hace tan solo 400 años como un modelo en el que “se invierte dinero con la expectativa de generar una utilidad”.
Sin embargo, poca gente conoce que 17 años antes de que Adam Smith escribiera “la Biblia del capitalismo” —la célebre obra La riqueza de las naciones—, el economista y filósofo había forjado La teoría de los sentimientos morales, donde habla sobre nuestra habilidad de ser empáticos y de buscar el beneficio de nuestros semejantes. Si los economistas de la época hubieran definido el capitalismo apelando a ambos libros de Smith, estaríamos frente a la definición de capitalismo holístico.
Permítanme hacer una analogía entre la evolución de la teoría de la gravedad de Newton versus la de Einstein y la idea de lo que se entiende actualmente por empresa.
En mi criterio, la definición actual de capitalismo es una definición “newtoniana” que dice que las empresas son sistemas económicos cuyo único objetivo es generar utilidades. Yo considero que esta definición fue aproximadamente correcta hasta nuestros días, de la misma forma que la teoría de Newton sobre la gravedad es aproximadamente correcta hasta que se acerca a la velocidad de la luz. En nuestra era, la analogía de la velocidad de la luz no es más que la velocidad de la globalización, de la incorporación de tecnologías de la información (Internet, redes sociales, etc.), del crecimiento acelerado de la población y, por supuesto, el ritmo con que estamos deteriorando nuestro planeta.
El tejido empresarial no se limita a ser un sistema económico. Se trata, más bien, de un sistema social capaz de crear valor social y ambiental al mismo tiempo que crea valor económico. Hasta que no comprendamos que el modelo tradicional empresarial está agotado, no podremos dar el salto al capitalismo holístico (la versión “einsteniana” de las empresas). Una compañía holística es aquella que tiene un propósito, es decir, una razón para existir más allá de generar utilidades; que actúa con excelencia y rigurosidad creando valor económico, social y ambiental de manera simultánea; que es innovadora y es inclusiva porque entiende que los retos sociales y ambientales son demasiado grandes como para que los gobiernos puedan solucionarlos solos.
Creo fielmente que entrar en esta nueva era del capitalismo holístico es una tremenda oportunidad para América Latina. El reto está en convencer a cada uno de ustedes de que existe una nueva forma de hacer las cosas en donde el éxito empresarial pueda ser definido tomando en cuenta todas sus dimensiones.