(CNN) – Carina Bruwer no es la típica empresaria y persona con formación clásica en música. A ella le gusta nadar con tiburones por diversión.
Al explicar su actividad extrema, Bruwer es evasiva en relación a los riesgos: “Realmente no me gusta contemplar el miedo. Por supuesto, está allí… lo reconozco, tengo que enfrentarlo. Cuando esa voz me dice: ‘hay tiburones allí, es peligro estar en este lugar, el cuerpo humano no debería estar aquí’, reconozco eso y entonces respondo: decidí estar aquí… yo quiero estar aquí”.
La pasión de Bruwer ha dado lugar a lesiones, quebraduras y la ha dejado inconsciente en algunas de las aguas más hostiles del mundo.
Sin embargo, ella ha salido bien librada todas las veces.
Impulsada por el miedo
La primera aventura espeluznante de Bruwer ocurrió en el 2005, cuando intentaban cruzar False Bay en la Provincia Occidental del Cabo… una distancia de 34 kilómetros. Luego de cinco horas la sacaron del agua. Le había dado hipotermia.
“Durante las primeras cuatro horas, prácticamente estaba temblando bajo el agua. De repente, mi cuerpo se puso cálido y confortable. Recuerdo que me dijeron desde el barco: ‘Carina, creemos que debes salir, estás nadando en círculos’. Recuerdo que quería decir que no, ya me logré calentar, pero no podía hablar. Lo siguiente que recuerdo es que desperté en el barco, y no fue algo agradable”.
En el 2006, finalmente superó sus miedos, convirtiéndose en la primera mujer sudafricana en nadar a través de False Bay.
“Se trataba de un prodigio de un día”, recuerda. “Solo tenía que sumergirme y llegar al otro lado”. ¿Y en cuanto a los monstruos de las profundidades?
“Es muy difícil nadar durante 11 horas sabiendo que este es gran parte territorio del tiburón blanco: esas aguas son un poco arriesgadas”.
El atractivo del océano
Bruwer redujo la natación posteriormente, y cuando se convirtió en madre dejó el océano por completo: el mar era demasiado peligroso y sus días muy ocupados.
Su banda, Sterling EQ, es un gran éxito y ha interpretado más de 900 veces desde su creación en el 2007. La banda también le dio a Bruwer la idea de empezar su propia agencia de entretenimiento, conectando a sus compañeros intérpretes musicales con sus clientes. Sin embargo, un espectáculo en un evento de recaudación de fondos para el tratamiento del cáncer infantil fue lo que hizo que Bruwer volviera al agua.
“Siempre pensé que nadar era algo un tanto egoísta”, explica Bruwer. Sin embargo, al organizar “Swim For Hope” (Nada por una esperanza), ella tenía un nuevo propósito. “No era solo para mí, literalmente estaba nadando para los niños”.
Hasta ahora ha habido cinco de esos eventos de natación para recaudar fondos para los Little Fighters Cancer Trust. Sintiéndose otra vez inspirada, Bruwer tiene que abordar una nueva tarea. “Desafío, esperanza, oportunidad y simplemente encontrar nuestro lugar en el mundo… esa es mi sensación”.