El enemigo común de Rusia y Estados Unidos ha hecho que los dos enemigos históricos de la Guerra Fría dejen a un lado sus diferencias para combatir al grupo terrorista.

(CNN) – Rusia atacó sitios de ISIS en Siria el martes, entre ellos la auto proclamada capital de la organización terrorista, la ciudad de Raqa, y desplegó docenas de misiles crucero.

Aunque Rusia ha afirmado durante semanas que su campaña en Siria estaba dirigida a ISIS y otros terroristas, Estados Unidos hasta ahora ha dicho que los ataques estuvieron en gran parte dirigidos a los rebeldes que se oponen al aliado del Kremlin, el presidente Bachar al-Asad. Sin embargo, luego de que ISIS asumiera la responsabilidad por el derribo de un avión ruso de pasajeros, lo cual Moscú confirmó el martes fue ocasionado por una bomba, los ataques rusos ahora parecen estar dirigidos a blancos terroristas reales.

El ataque fue solo la señal más reciente de que la tensa y en ocasiones hostil relación entre Estados Unidos y Rusia ahora podría estar cambiando a medida que el antagonismo da lugar a intereses comunes. Y no es solo en el campo de batalla que el cambio resulta aparente: los presidentes Barack Obama y Vladimir Putin tuvieron un intercambio mucho más cálido en la cumbre del G20 esta semana en Turquía, en comparación con otros encuentros recientes, y ambas partes hablaron de tener una disposición para trabajar más juntos.

En una reunión el lunes, los dos hombres mostraron amplias sonrisas y estallaron en abruptas carcajadas… algo muy distinto a prácticamente todas las interacciones fotografiadas entre los líderes en los últimos años, entre ellas un incómodo apretón de manos que compartieron hace solo seis semanas en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Y en el marco de la cumbre de líderes mundiales el domingo, Obama y Putin se sentaron a escasos centímetros de distancia en una pequeña mesa, en el borde de sillas de cuero al lado del bar del hotel, mientras hablaron animadamente durante 30 minutos en lo que funcionarios de la Casa Blanca consideraron, fue una “conversación constructiva” centrada en Siria.

Obama y Putin brindan en un evento organizado por el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, durante el 70 aniversario de la ONU en septiembre de 2014.

En un cambio de tono para la administración, un funcionario de la Casa Blanca dijo que Putin expresó su apoyo hacia una transición dirigida por Siria para cambiar el gobierno de Asad, un paso clave hacia la reconciliación de los puntos de vista contrarios de ambos países sobre el futuro político de Damasco.

Y la Casa Blanca señaló la importancia de la campaña militar de Rusia en Siria, una campaña que los asesores de Obama condenaron previamente como una que beneficiaba solo a la dictadura de Asad.

EE.UU. rechaza a Rusia

En una reunión informativa después de la conversación, Putin dijo que Rusia previamente había ofrecido cooperar con la coalición liderada por Estados Unidos contra ISIS, pero fue rechazado. Ahora, aunque las fuerzas armadas de Estados Unidos todavía dicen que no están cooperando con Rusia y que las campañas aéreas de las dos naciones son distintas, está claro que tienen una mejor relación de trabajo.

Un funcionario de Defensa de Estados Unidos señaló que Rusia había dado una advertencia previa al torrente de ataques que lanzó contra ISIS el martes.

Este es un fuerte cambio para las potencias occidentales que en gran medida han rechazado a Putin después de su invasión de Ucrania en 2014 y de haberlo sacado de otras cumbres mundiales, y la acrimonia continuó mientras Rusia unilateralmente se unía a la lucha en Siria.

En la cumbre del G20 del año pasado, la cual se llevó a cabo en Austria, Putin fue intimidado por otros líderes que estaban molestos por su apoyo hacia los combatientes separatistas al este de Ucrania. Él se fue de la cumbre antes de tiempo, una salida que afirma, se debió a que no quería esperar en el aeropuerto a que otros líderes se retiraran.

El episodio puso de manifiesto el aislamiento de Putin entre otros jefes de Estado, pero también reflejó una obstinación que ha frustrado y enojado a Obama en sus relaciones con su homólogo ruso.

Nada —una serie de sanciones económicas, la expulsión de congresos mundiales o proclamaciones furiosas por parte de los líderes occidentales— dio lugar a un cambio de dirección para Putin en Ucrania. Analistas y funcionarios del gobierno temían que su ingreso a Siria podía seguir un curso similar, lo que haría que Obama y otros jefes de Estado europeos parecieran ser incapaces.

Y hasta ahora, cuando se trataba del país afectado por la guerra civil, Moscú y Washington se encontraban en profundos desacuerdos: Estados Unidos insistía en que Asad dejara el poder y no desempeñara ningún papel en el futuro de Siria. Rusia, mientras tanto, usó el poder aéreo contra los opositores de Asad para reafirmar su control del país.

Posiciones encontradas sobre Siria

El presidente sirio Bashar al Assad visitó a Vladimir Putin el pasado 20 de octubre. Fue la primera visita al exterior que hizo al Assad desde que se desató el conflicto interno en su país.

Las distintas posiciones venían con ataques mordaces contra la motivación de cada uno de los líderes. Los asesores de Obama sostenían que Putin se estaba aferrando al último aliado que le quedaba en Oriente Medio. El Kremlin argumentaba que Obama carecía de cualquier alternativa viable para Asad.

Antes de su reunión del domingo, parecía que Putin y Obama se encontraban en un callejón sin salida. Las acciones de Putin en Ucrania han continuado sin cesar desde que él tomó el territorio al este del país en 2014, y Estados Unidos ha caracterizado sus acciones en Siria como entrometidas en el mejor de los casos.

Cuando los dos presidentes se reunieron en las Naciones Unidas en septiembre, parecieron no haber logrado mucho, aunque la reunión duró 60 minutos. De antemano, la Casa Blanca insistió en que la crisis en Ucrania sería una prioridad en la agenda, pero el Kremlin sugirió que solo lo discutirían si había tiempo, un indicio de la indiferencia de Putin hacia la condenación global por sus acciones en ese lugar.

Sin embargo, está claro que los ataques terroristas en París, los cuales han ocasionado nuevas ansiedades acerca de ataques terroristas en Occidente, han hecho que Obama tome medidas para trabajar con Putin, algo que no había estado dispuesto a hacer antes.

Y el reacio reconocimiento de Moscú respecto a que el terrorismo estaba detrás del accidente del avión ruso ha hecho que priorice más la lucha contra ISIS en la agenda. El martes, Putin prometió luchar y detener a los responsables: “Los encontraremos en cualquier lugar del planeta y los castigaremos”, dijo.

El aparente cambio hacia un enfoque unificado en Siria —lo que incluye a Rusia— le dio a la cumbre del G20 de este año una sensación distinta. Putin no se fue antes de tiempo, y en lugar de ser rechazado, fue incluido en las discusiones de importancia fundamental sobre el futuro de Siria.

El mismo Putin dijo en una conferencia de prensa al final que él sentía un “claro interés en renovar el trabajo en muchas áreas” con otros líderes.

Y aunque sostuvo que ha habido considerables fricciones entre él y Occidente, Putin admitió que la cumbre del G20 de este año fue algo muy distinto a la conferencia que se llevó a cabo hace un año.

“Naturalmente, las relaciones eran más tensas que hoy. Puedes sentirlo, es cierto”, dijo. “Pero la vida continúa y todo cambia: surgen nuevos problemas, nuevas amenazas, nuevos desafíos que son más difíciles de resolver por cuenta propia, sin la ayuda de otros”.

“Necesitamos unir fuerzas”, dijo.

Sin embargo, está claro que el hielo no se ha derretido del todo.

Luego de confirmar que los ataques rusos en efecto estaban dirigidos a ISIS, el vocero del Pentágono Peter Cook advirtió lo siguiente: “Nos gustaría ver qué es lo que los rusos harán después… y sus intenciones de aquí en adelante”.

Él señaló que no habría una mayor cooperación del Pentágono hasta que los rusos dejen de apoyar a Asad.