Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America Foundation y profesor de práctica de la Universidad Estatal de Arizona. Él es el autor de “Manhunt: The Ten-Year Search for bin Laden - From 09/11 to Abbottabad”.
(CNN) - El ataque ocurrido el viernes en el Radisson Blu, en Malí, demuestra que los terroristas están particularmente interesados en atacar objetivos con destacadas marcas estadounidenses que atienden a los occidentales.
Los hoteles se encuentran en el negocio de la hospitalidad y no pueden transformarse en fortalezas, mientras que los hoteles que albergan a los occidentales son, por supuesto, los principales objetivos de ISIS, así como para Al Qaeda y sus afiliados.
Estos dos factores hacen que los hoteles sean un destino especialmente atractivo para los terroristas yihadistas.
El flagelo de estos ataques a los hoteles de marca estadounidenses y los hoteles que atienden a los occidentales en el mundo musulmán, por desgracia, posiblemente continuará, debido al relativo fácil acceso que los terroristas podrían tener a muchos de estos hoteles.
El simbolismo de los terroristas yihadistas es alto debido a que es muy probable matar a occidentales y, como es el caso del ataque del viernes en el Radisson Blu en Malí, también están atacando a una importante cadena hotelera internacional con una marca estadounidense.
En el 2003, los atacantes suicidas bombardearon el hotel J.W. Marriott en Yakarta, Indonesia, matando a 12 personas y lo volvieron a atacar seis años después, al mismo tiempo que atacaron el hotel Ritz Carlton en la capital de Indonesia, matando a siete personas. Del mismo modo, un Marriott fue bombardeado en Islamabad, Paquistán, en el 2008, lo cual provocó la muerte de 54 personas.
En el 2002, un grupo de más o menos una docena de contratistas de defensa franceses fueron asesinados cuando salían de un hotel Sheraton en Karachi, Paquistán, el cual quedó severamente dañado. En octubre del 2004 en Taba en el Sinaí, Egipto, los yihadistas atacaron un hotel Hilton, matando a 31 personas.
En Amman, Jordania, en noviembre del 2005, Al Qaeda en Iraq atacó tres hoteles con nombres estadounidenses bien conocidos — el Grand Hyatt, Radisson y Days Inn— y 60 personas murieron.
Más allá de los hoteles de marca estadounidenses, los hoteles que atienden a los occidentales también han sido blanco perenne de los yihadistas: los hoteles Taj y Oberoi durante los ataques en Bombay, India, en el 2008, en el que 166 personas murieron en varios lugares alrededor de la ciudad; la Serena en Kabul, Afganistán, el mismo año; y el Pearl Continental en Peshawar, Paquistán, en el 2009.
El 27 de enero de 2015, hombres armados de ISIS atacaron el lujoso Corinthia Hotel en la capital libia, Trípoli, matando a 10 personas. Cinco víctimas eran extranjeros; uno era estadounidense.
Los hoteles que se encuentran en los países donde los terroristas yihadistas pueden lanzar ataques pueden hacer varias cosas para prevenir el tipo de ataques que vimos el viernes en Malí.
En primer lugar, deben tener guardias de seguridad armados que sean efectivos y que puedan luchar contra los terroristas.
En segundo lugar, deben instalar detectores de metales parecidos a los de los aeropuertos para todos los huéspedes y también deben investigar detenidamente a los trabajadores de hoteles.
En tercer lugar, dado que se construyen nuevos hoteles, las empresas hoteleras deben considerar el grado en el que podrían ser blancos no solo de los terroristas armados con armas automáticas, sino también de camionetas y coches bombas.
Si esa es una preocupación real, los hoteles deben ser construidos bien alejados de la calle y también deberían crear un perímetro alrededor de ellos, donde todos los vehículos que entran en las inmediaciones del hotel sean revisados por medio de perros detectores de bombas y guardias que cuenten con dispositivos de detección de bombas.
Sin estas medidas, los hoteles que atienden a huéspedes en países en los hay una presencia real de los grupos yihadistas, como es el caso de Malí, podrían simplemente dejar de prestar servicio porque los clientes del hotel necesitan garantías de que estarán a salvo.