Kamara nació en Kenama, un pueblo de Sierra Leona, donde los rebeldes en contra del gobierno se infiltraron en su juventud.

(CNN)– Kei Kamara está viviendo un sueño, pero todavía no puede deshacerse de las pesadillas de su pasado.

Aunque la estrella de fútbol admite que se pone nervioso antes de los partidos, la sensación no se compara a la presión que enfrentó en su juventud en Sierra Leona, un país afectado por la guerra.

“Me voy a acostar y tengo que decir que todavía tengo pesadillas”, dijo Kamara a CNN, cuyos 24 goles en esta temporada han impulsado al Columbus Crew SC a la final de la Conferencia del Este para las eliminatorias de la MLS.

Kamara nació en Kenama, un pueblo donde los rebeldes en contra del gobierno se infiltraron en su juventud. Un día, caminaba por el vecindario con sus amigos cuando fue testigo de una escena que dejó una marca en él hasta este día.

“No sé cuántos años tenía, podría haber tenido 10 u 11”, recuerda el futbolista de 31 años de edad. “Habían capturado a unos cuantos de los rebeldes, los pusieron en el suelo y los ataron, y los niños solo queríamos estar allá afuera para ver qué estaba pasando”.

Esta fue una decisión que llegaría a lamentar.

“Presenciamos una ejecución justo en frente de nosotros”, dijo, todavía un tanto desconcertado de que fuera posible que un niño de su edad fuera testigo de una violencia de este tipo. “Hoy en día, cuando pienso en eso, nunca fue algo bueno que yo lo viera”.

Comprensiblemente, la escena dejó una huella en Kamara.

“Todavía tengo pesadillas en las que estoy corriendo, nunca estoy estable en un lugar”, dice el delantero de 1,90 metros. “Siempre está pasando algo, siempre hay personas siguiéndonos. Esa es mi pesadilla. Todos los días me despierto y solo digo ‘Bien, así exactamente es como fue mi niñez, es por eso que eso sigue regresando”.

El concepto de sentirse establecido en una ciudad es crucial para Kamara, tanto para su carrera como jugador, como para su mentalidad.

Cuando llegó a Estados Unidos como un refugiado de 16 años de edad, él vivió con su familia en el área de Los Ángeles, donde se convirtió en un goleador durante su carrera universitaria en la Universidad Estatal de California, Dominguez Hills.

Como jugador All-American universitario, obtuvo suficiente atención como para que el Crew lo seleccionara como noveno en la lista de la MLS de 2006. Pero Columbus no fue su hogar —al menos no inmediatamente— y Kamara se vio en dificultades, al anotar solo cinco goles en 36 partidos.

Lo cambiaron en dos ocasiones antes de formar parte del Sporting Kansas City, donde desarrolló una relación cercana con los lugareños… incluso tuvo su primera pelea de bolas de nieve con los aficionados, antes de invitar al grupo a una cena en Chipotle.

La convivencia amigable resultó ser el catalizador que necesitaba para arrancar su carrera.

“Cuando vienes a Estados Unidos, la forma en la que te puedes conectar con los aficionados o con las personas que te rodean, y hacer sonreír a las personas… simplemente lo disfruto”, dice Kamara mientras muestra su sonrisa contagiosa.

“Me hace jugar bien”, asegura. “Cuando veo eso en ellos, me da una energía extra y me encanta”.

Alimentarse de la multitud local convirtió a Kamara en un anotador clínico profesional, ya que marcó 38 goles para el Sporting Kansas City en dos temporadas y media.

Conocido por el gesto en forma de corazón que hace con las manos después de anotar goles, Kamara trasladó su celebración al Reino Unido, donde pasó un período como préstamo con el Norwich City de la liga de Inglaterra y luego fue fichado por el Middlesbrough de segunda división. Él resultó ser lo suficientemente popular como para que escribieran canciones de bares en su honor (una llamada Heart Shaped Hands), pero después de 36 partidos en Inglaterra, Kamara regresó a la MLS con una nueva determinación.

Debido a que el Kansas City había vendido sus derechos, Kamara fue asignado a un nuevo equipo por medio del sistema de clasificaciones de la MLS, el cual casualmente posicionó a su club anterior, el Columbus Crew, justo en las primeras posiciones.

Esta vez, Kamara y los aficionados de la capital del estado de Ohio se abrazaron unos a otros con una alegría en forma de corazón mientras empezaron a sumar los goles. Este año, está empatado en la posición de máximo goleador con 22 goles en la temporada regular.

Luego de perder el partido de ida de la semifinal de la Conferencia del Este en Montreal, Kamara anotó en dos ocasiones, y su equipo superó un déficit de 2-1, al ganar el partido de vuelta 3-1 en tiempo extra. Ahora, el Crew jugará contra los ágiles New York Bulls para ocupar un lugar en el partido por el título.

Mientras sigue soñando con llegar a la final de la Copa de la MLS por primera vez, él siente que porta la antorcha por las masas de refugiados que enfrentan una situación de crisis afuera de sus países de origen.

“Es realmente conmovedor cuando escuchas estas historias y ves que las personas salen huyendo de sus hogares”, dice. “Porque tu hogar es tu hogar”.

“Incluso ahora; yo huí de Sierra Leona durante tanto tiempo, pero todo lo que quiero hacer ahora es regresar a casa y ver a mi familia. No me involucro tanto en la política, pero al escuchar que hay muchas puertas cerradas para estas personas, nadie le desea nada de esto a ellos, a sus familias o a sus países”.

Kamara dice que él se identifica con las horrendas experiencias que muchos refugiados tienen que soportar, especialmente los niños.

“Más adelante en la vida, te atormenta un poco”, añade. “Solo oro por las personas que se encuentran en estas situaciones, principalmente por los niños, porque ellos no tienen nada que ver con estas cosas en su infancia, nada en absoluto”.

Las imágenes de los refugiados en crisis que inundan las noticias evocan recuerdos dolorosos para Kamara, quien dice que tener una familia unida lo salvó de convertirse en un niño soldado… el destino de muchos otros jóvenes en Kenama.

“Los rebeldes entraron y nuestra casa era una de las más grandes de la ciudad… básicamente tomaron nuestra casa”, recuerda. “Ellos vivieron en nuestra casa durante algunas semanas, y cuando fueron sacados de la ciudad, fácilmente te habrías podido ir con ellos. Pero en ese momento, mi familia permaneció unida y nunca me hizo sentir no deseado”.

“Porque cuando eso ocurrió, la mayoría de los niños estaban tratando de encontrar un hogar. La mayoría de los niños se fueron con ellos, porque ellos les demostraban que podían protegerlos y esas cosas, así que aún me siento muy bendecido por no haber sido parte de eso”.

Pero de una manera extraña, Kamara también está agradecido por todas las cosas por las que ha pasado, incluso por las cicatrices emocionales.

“Todo lo que me ocurrió durante mi infancia, o todo lo que vi durante la guerra civil de mi país en Sierra Leona, no se lo deseo a nadie… pero para mí, es una bendición”, dice. “Porque le he sacado todos los aspectos positivos, y en realidad estoy tratando de ayudar, de regresar a Sierra Leona y ayudar con los niños en ese lugar”.

Kamara eligió jugar para Sierra Leona en lugar de para Estados Unidos, donde obtuvo la ciudadanía, a fin de retribuirle algo a su país de origen, pero ese período terminó recientemente, ya que el goleador dijo que había una desenfrenada falta de profesionalismo en la selección nacional.

Sin embargo, a pesar de la experiencia frustrante a nivel internacional, Kamara sigue siendo dadivoso, tanto para su país natal como para la ciudad que es ahora su hogar en la región central de Estados Unidos.

“Yo era un refugiado que vino a Estados Unidos, y solo estábamos buscando un lugar, buscando un hogar… un nuevo hogar”, recuerda.

Con su esposa Kristin, su nueva bebé y su perrita Chelsea (cuyo nombre es en honor a su equipo favorito de la liga de Inglaterra) —sin mencionar a los fieles de Crew a su lado— es poco probable que Kamara busque un nuevo hogar en un futuro cercano.