De acuerdo con algunos expertos, si se superan los 2ºC de calentamiento global, el mundo enfrentará sequías extremas.

Nota del editor: El columnista de CNN John D. Sutter está informando sobre un pequeño número —2 grados— que puede tener un efecto enorme en el futuro. A él le gustaría tu ayuda. Cuéntale de qué manera temes que el cambio climático podría afectarte personalmente y podrías ser parte de su cobertura de CNN. Suscríbete al boletín informativo ‘2 degrees’ o síguelo en Facebook, Twitter e Instagram. Él aparece como jdsutter en Snapchat. Tú podrías darle forma a esta cobertura.

(CNN) – Hace cuatro meses y 2.092 kilómetros, Erlend Moster Knudsen comenzó a correr. Línea de inicio: Ártico de Noruega. Destino: una cumbre sobre el cambio climático llevado a cabo por las Naciones Unidas en París.

La semana pasada conocí al científico, con inclinación a los aeróbicos, en la carretera al norte de Francia. Iba corriendo (ya lleva el cuarto par de zapatos) mientras yo pedaleaba en bicicleta detrás de él, batallando para mantener el ritmo.

La lluvia helada y la nieve caían sobre nuestros rostros mientras pasábamos por campos brumosos, pueblos con techos de teja y arbustos tipo Edward Scissorhands (película El joven manos de tijera). Fue un recorrido agotador, pero Knudsen, de 29 años, con cabello rubio, barba rala y vestuario de licra con DayGlo, no se inmutó por nada. Parecía prosperar en las condiciones tipo Fargo.

“Me encanta la nieve”, dijo, mientras subía a toda velocidad la colina.

Estos son tiempos difíciles, lo cual no tengo que recordárselo. ISIS está en la mente de todos, especialmente aquí en Francia, donde al menos 130 personas fueron asesinadas en un reciente ataque terrorista. El miedo cubre este país como una niebla persistente y muchos observadores temen que la amenaza terrorista se extenderá a la cumbre sobre el cambio climático de la ONU, llamada COP21, la cual dio inicio el lunes en un suburbio parisino.

Pero pasar un día con Knudsen me dio una buena dosis de optimismo, además de dolor en los muslos. Hay muchas razones para creer que las conversaciones de la ONU ayudarán a motivar al mundo para que deje de usar combustibles fósiles y opte por un futuro más limpio. Todo lo que tenemos que hacer es lo que Knudsen recomienda: hacer las cosas con cuidado y en el orden correcto, debemos recordar por qué estamos aquí y debemos llevarnos una importante colección de historias.

Otra forma de terrorismo

Al igual que en los últimos meses de Knudsen, mi año ha sido un preludio a la cumbre de París.

Pero, ya saben, sin mucho correr.

Pasé gran parte del 2015 recabando sus preguntas sobre el cambio climático y transformándolas en historias como parte de la serie Two° (2 grados) de CNN. Si has estado leyendo todos los artículos, sabes que 2 grados centígrados es el número que será el centro de las próximas negociaciones de París.

Prácticamente todos los países del mundo han firmado un tratado en el que estipulan que 2 grados centígrados de calentamiento, medida desde la Revolución Industrial, es todo lo que podemos tolerar. Si se pasa de ese límite, se espera que enfrentemos sequías extremas, tormentas más intensas, comprometer las islas con una baja altitud a ser devastadas por el agua a medida que aumentan los mares, millones de personas más caerían en la pobreza y muchas plantas y animales podrían quedar en peligro de extinción. No es un punto exacto de detonación (1,9 grados de calentamiento es monumentalmente menos catastrófico que 2,1 grados, por ejemplo), pero los diplomáticos tuvieron que trazar un límite.

Además, todos están de acuerdo en que 2 grados de calentamiento es demasiado.

Sin embargo, no actuamos como si así fuera. Ya hemos calentado el clima alrededor de 1 grado Celsius. Esencialmente, estamos atrapados en 1,5 grados de calentamiento con base en toda la contaminación que hemos bombeado hacia la atmósfera, principalmente por la quema de combustibles fósiles para obtener calefacción y electricidad. Y las promesas para reducir la contaminación registrada por más de 140 países previo a las conversaciones de París prometen frenar el calentamiento a un estimado de 2,7 grados para finales de siglo.

Las señales de calentamiento abundan: el 2015 se proyecta como el año más cálido alguna vez registrado; una ola de calor en la India mató a 2.300 personas este verano; la contaminación del aire mata a mucha más gente todo el tiempo; las inundaciones en Estados Unidos probablemente se han agravado por las mareas más altas de lo normal; y existe evidencia de que una sequía en Siria ayudó a crear las condiciones que dieron lugar a la aparición de ISIS.

Sin embargo, nosotros los humanos somos muy buenos para ignorar los problemas mundiales a largo plazo… el cambio climático. Nos enfocamos en lo que está justo frente a nosotros. Los ataques terroristas recientes son trágicos, y muchas vidas nunca serán las mismas a causa de ellos. Eso no debe ser minimizado.

Sin embargo, el cambio climático es otra forma de terror… y es un daño que nosotros mismos nos estamos causando.

‘En el peor escenario’

Ser pesimista sobre eso es comprensible, sobre todo porque los intentos anteriores de utilizar la política internacional para solucionar el problema del clima en gran medida han fracasado.

Antes de pasar un día con el científico climático que iba corriendo, hablé con Yvo de Boer, exjefe de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el grupo que reúne a diplomáticos para hablar de la crisis climática. Como todos bien saben, de Boer se conmovió hasta las lágrimas cuando una ronda anterior de negociaciones sobre el clima comenzó a derrumbarse.

“Existe un cierto riesgo de que la ambición política tropiece con las complejidades burocráticas”, me dijo por teléfono. “Está este documento de 50 y pico páginas, que aún contiene muchas áreas de desacuerdo. Eso se interpone entre el inicio de la conferencia de París y un resultado exitoso al final. Muy a menudo, en estas conferencias, los problemas surgen en los detalles”.

“El peor de los casos”, continuó, “es el que al parecer vemos en casi todas las conferencias sobre el clima, en el que se considera que se tiene que aplazar para mucho más adelante”.

Con 2 grados sobre el horizonte, no hay tiempo que perder.

Recientemente, había mucho optimismo previo a las conversaciones sobre el clima de París. China y Estados Unidos, los dos mayores contaminantes del mundo, han prometido reducciones significativas en cuanto a la contaminación por carbono. El gobierno de Obama rechazó el oleoducto Keystone XL, el cual fue un impulso simbólico a los esfuerzos para lograr que el mundo deje de usar combustibles sucios, como el petróleo y el carbón. El papa ha estado ayudando para que la gente finalmente considere el cambio climático como una crisis moral, la cual afectará mucho más a los pobres del mundo. La energía solar es cada vez mucho más barata.

Pero con ello apareció ISIS. Ahora, las manifestaciones públicas masivas en COP21 han sido canceladas y se cierne un malestar sobre todo el proceso.

Knudsen, el científico climático que ha estado corriendo, consideró abandonar su viaje Pole to Paris debido a los ataques terroristas del 13 de noviembre. Él canceló eventos públicos que se habían previsto en Bruselas y sabe que su llegada a París probablemente será recibida con poca fanfarria. Él había imaginado a cientos de personas corriendo con él en la capital francesa. Ahora no está seguro si su llegada, probablemente a finales de este semana, según me dijo, será notada por muchos (puedes seguir su progreso en el sitio web de Pole to Paris, así como la trayectoria de un colega en bicicleta de Nueva Zelanda). Cuando lo conocí en Maubeuge, Francia, el 23 de noviembre, él dio una charla en una sala con 50 sillas, en las que solo seis estaban vacías.

Queda claro que la atención del mundo estaba en otra parte.

‘Pole to Paris’

“¡Gran clima!”, me gritó Knudsen, mientras alcanzábamos la cima de una colina nevada.

Hizo ese tipo de cosas todo el día.

Él de cierto modo encontraba energía al sonreír constantemente y al animarme mientras yo sudaba a través de seis capas de ropa, luchando por hacer una vez, en una bicicleta, lo que él hace todos los días a pie.

Me dijo que siempre se ha sentido atraído por los lugares fríos, muy remotos, lo cual supongo tiene sentido para un hombre noruego que estudia el Ártico. Su optimismo inquebrantable podría ser molesto si no fuera tan genuino. Comienza a ser contagioso. Al final del día, terminé felizmente silbando a través de charcos con mi bicicleta, tratando de devolverle algo de aliento a Knudsen y dos amigos —Zoé Favart, de 25 años; y Oria Jamar de Bolsée, de 24 años— quienes se le estaban uniendo en esta parte de su expedición europea.

Su alegre comportamiento tiene una fuente clara. Cada mañana, antes de amarrarse sus zapatos y ponerse ropa que aún estaba húmeda del día anterior, Knudsen se hace dos preguntas: “¿Cuál es el objetivo del día?” y “¿por qué estoy haciendo esto?”

La respuesta a la primera pregunta a menudo es bastante obvia: hoy quiero sobrevivir, dar una interesante presentación o tolerar a un equipo molesto de CNN.

La respuesta a la segunda pregunta es más interesante. Por lo general, tiene algo que ver con la gente que Knudsen ha conocido en el camino. Como Laila Inga, una mujer indígena en el Ártico que, según me dijo, está enfrentando problemas para sobrevivir como pastora de renos debido a los cambios en el clima.

La nieve se está derritiendo y se está volviendo a congelar más a menudo, dijo, por lo que es difícil para los renos acariciar sus hocicos a través del hielo para llegar a la vegetación que oculta debajo.

Knudsen siente la responsabilidad de llevar la historia de Inga a París.

Me siento igualmente obligado a ser un recipiente de historias de primera línea luego de visitar, en tu nombre, lugares que serán destruidos por 2 grados de calentamiento (las Islas Marshall), así como a aquellos que nos ayudan a superar ese objetivo (una reserva en Montana).

Espero que alguien en París esté dispuesto a escuchar.