(CNN) – Durante su tiempo de vida, ellas derribaron 22 aviones de guerra nazis, más de 30 bombas de vuelo V1, hundieron un submarino y le presentaron el rock and roll a los adolescentes de Gran Bretaña.
Ahora casi 70 años después, las fortalezas marinas Maunsell en el estuario del Támesis podrían renovarse como un complejo de hoteles de lujo.
Originalmente fueron construidas en 1943 como una serie de plataformas conectadas para la defensa antiaérea —recibieron el apodo de Fortakezas Maunsell por su diseñador Guy Maunsell de la época de guerra—, las extrañas estructuras fueron diseñadas como un mortal comité de bienvenida para los aviones de guerra alemanes en operativos a lo largo del canal de la Mancha durante la Segunda Guerra Mundial.
Construidas a 11 km de la costa de Kent cerca de Whistable, ellas más adelante fueron la sede de estaciones de radio en los años sesenta, y transmitían éxitos de la música pop que eran considerados demasiado atrevidos por la cadena que en ese entonces tenía un monopolio en Gran Bretaña, la BBC.
Hoy, las reliquias oxidadas de la guerra emergen de las aguas poco profundas del estuario del Támesis como si fueran accesorios de ciencia ficción de una versión del clásico de H.G. Wells, “La guerra de los mundos”.
El consultor de negocios David Marriot Cooper le dice a CNN que la idea del hotel surgió de un encuentro casual en un bar de un cercano pueblo costero.
“Yo estaba en un bar en Whitstable justo antes de la Navidad el año pasado y empecé a hablar con alguien que tenía interés en preservar las fortalezas”, dice Cooper, quien ha estado detrás de otros grandes proyectos de restauración, entre ellos una propuesta para restaurar un muelle en la bahía Herne, más abajo en la costa.
“Me preguntaron a qué me dedicaba, y me dijeron que parecía ser la persona indicada para tener la idea de preservar las fortalezas”.
‘Experiencia mágica’
Él dice que convertir las defensas costeras de Gran Bretaña en hoteles ya tiene un sólido precedente con el fuerte de piedra del siglo XIX en el río Solent cerca de Portsmouth. En 2012, fue convertido en un spa de lujo de nueve suites.
“Con esto en mente, pensé que un hotel en el centro del estuario del Támesis era una idea brillante”, dijo Cooper. “He estado ahí tres veces, y mi idea para construir un hotel, creo, es la única forma de preservar las fortalezas tras haberlas visto desde un rango muy cercano”.
“Es una experiencia mágica allá afuera”.
Él contactó a la firma Aros Architects, con sede en Londres, quienes le presentaron bosquejos de un hotel de 44 habitaciones en las torretas, además de terrazas, un museo, un helipuerto y un embarcadero de aterrizaje para un aerodeslizador.
Según Jenny Fitzgerald, directora adjunta de Aros Architects, el proyecto tuvo que trazar un delicado límite entre convertir la estructura en un hotel moderno y mantener su integridad histórica.
Ella dice que el complejo retomaría las pasarelas interconectadas entre las torretas que fueron eliminadas por razones de seguridad en los años setenta.
“El concepto que afectuosamente recibe el nombre de ‘anillo de goma’ propone un nuevo centro alrededor de la vieja ‘torre de control’, con el vestíbulo del hotel, restaurante, espacio para banquetes y spa”, dice Fitzgerald.
Misión extenuante
“Este centro estaría conectado por medio de cataratas de cristal, en lugar de los históricos edificios, con las ‘torretas’ que albergan las habitaciones del hotel, entre ellas suites ejecutivas en extensiones de cristal hacia las torres”.
“Se ha propuesto un museo dedicado al ingenio de Guy Maunsell, el ingeniero civil y diseñador de las fortalezas, dentro de la ‘torre reflector’ con su propio embarcadero para los ingresos”.
La propuesta ahora se encuentra en manos de expertos en el desarrollo de marca, a medida que la idea se acerca más a obtener la autorización de las autoridades. Las fortalezas en sí fueron retiradas del servicio por el Ministerio de Defensa en 1956 y actualmente no tienen dueño.
Sin embargo, Crown Estates —que maneja toda la tierra bajo el control de la monarquía británica— tiene en propiedad el lecho del mar, y cualquier solicitud a la larga necesitaría su consentimiento.
Se calcula que al menos 40 millones de libras (61 millones de dólares) serían necesarios para lograr que las fortalezas del tiempo de guerra alcancen una condición resistente.
Las torretas fueron encargadas originalmente en 1942 y desplegadas en 1943 a un costo de 724.000 libras (casi 1 millón de dólares). El concepto involucró construir las torres de 760 toneladas en tierra y luego trasladarlas al mar en barcazas, donde fueron hundidas en bases de concreto en las aguas poco profundas del estuario Támesis.
Las estructuras de dos pisos —cada una diseñada para albergar de 165 a 265 hombres en extenuantes misiones de cuatro semanas— eran superadas por pesadas armas antiaéreas de 94 mm y armas ligeras Bofors antiaéreas de 40 mm.
Las torres fueron construidas en ocho semanas, pero pudieron ser colocadas en su posición en menos de ocho horas.
Turismo de guerra
Tal era el peligro y la urgencia de la tarea durante la época de guerra que las armas ligeras Bofors fueron instaladas primero para dispararle a los aviones enemigos que pudieron haber descendido sobre las torres antes de que fueran colocadas.
Aunque sus reflectores y radares podían identificar y detectar a los bombarderos enemigos que a menudo usaban el brillo del Támesis iluminado por la luna como guía hacia el centro de Londres durante las redadas nocturnas, la principal tarea de las fortalezas era destruir a los aviones alemanes que colocaban minas y recorrían el canal de la Mancha.
Durante la guerra, los aviones de combate alemanes ocasionaron estragos con el envío y el lanzamiento de minas magnéticas marinas desde los aviones. La campaña llevó a la destrucción de más de 100 barcos con miles de pérdidas.
Hoy en día, las aguas del estuario del Támesis alrededor de las Fortalezas marinas Maunsell probablemente recibirán a más visitantes de parte de turistas alemanes que de aviones de combate alemanes.
Alan Harmer, parte de Project Redsands, la organización benéfica registrada que mantiene al sitio, dijo que el interés en los tours por las fortalezas por parte de turistas alemanes y japoneses era particularmente fuerte.
“El fin de semana pasado había en su mayoría turistas japoneses y alemanes a bordo porque recientemente habían aparecido en la televisión alemana y japonesa”, le dijo Harmer a CNN.
“Siempre hemos tenido ideas para convertirlo en algún tipo de hotel, y aunque esta última propuesta parece ser un poco extrema —no estoy seguro de que saldrá exactamente como fue propuesto— siempre ha sido algo que hemos tenido en mente”.
“Parece que al mundo le interesan estas fortalezas”.
Peter Shadbolt es un escritor independiente que ha trabajado en distintas plataformas de medios en lugares tan diversos como Hong Kong, Italia y la República Checa. Ahora reside en Londres, donde cubre temas de ciencia y tecnología para CNN.com.