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Cómo el chavismo perdió uno de sus bastiones
05:43 - Fuente: CNN

(CNN Español) – No quería terminar mi cobertura de las elecciones legislativas en Venezuela sin reflejar la aplastante derrota del chavismo en los circuitos que por más de una década fueron un importante bastión electoral e ideológico de la Revolución bolivariana.

Pensé en la relevancia periodística que tendría visitar el barrio o la parroquia 23 de Enero, emblemático de la fuerza oficialista, acompañada del diputado electo Jorge Millán, de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que logró esta hazaña: arrebatarle una banca al Partido Socialista Unido de Venezuela sin colgar un solo afiche de la MUD, ni liderar ni una sola concentración política en el lugar.

Allí en el 23 de Enero votaba Hugo Chávez en el Liceo Manuel Palacio Fajardo; allí también reposan sus restos en el Cuartel de la Montaña.

El 23 de enero de 1958 fue la fecha en que un descontento popular, apoyado por las Fuerzas Armadas, terminó con el derrocamiento del presidente Marcos Pérez Jiménez.

El lugar es controlado por los llamados “colectivos”, muchos de ellos armados, que no son otra cosa que grupos paramilitares al servicio de la Revolución bolivariana.

Para la entrevista, buscamos un lugar donde estuviéramos menos expuestos, porque hasta el propio Millán tenía preocupaciones de seguridad, al igual que nosotros, que representamos a CNN, una empresa que con frecuencia el presidente Nicolás Maduro y sus voceros acusan de “ser parte del imperio” y la supuesta campaña desestabilizadora que busca derrocarlo.

Antes de comenzar la entrevista en la calle, al aire libre, vimos cómo poco a poco un grupo de 5 o 7 jóvenes se fueron acercando al lugar. Cuando había hecho la quinta pregunta, fuimos interrumpidos por el personal del diputado electo que nos informó que los colectivos nos pedían que abandonáramos el sitio.

Nos trasladamos a otra parte de la parroquia para finalizar la entrevista. Para mi sorpresa, un par de minutos después de haber concluido la charla, teníamos nuevamente el asedio de los colectivos, que nos tiraban piedras en el momento en que abordamos nuestro vehículo blindado dispuestos a ausentarnos del barrio.

Lo que siguió fue una encerrona y una persecución digna de una película de acción. Gracias a nuestro experimentado conductor evitamos en unas cuatro ocasiones quedar atrapados entre dos vehículos “enemigos”. Logramos pasar a toda velocidad y por espacios mínimos, esquivando vehículos y transeúntes. Tuvimos mucha suerte de que no ocurrió una tragedia en medio de nuestra huida.

Aún no salgo de mi asombro al pensar en la capacidad de rápida comunicación y acción de amedrentamiento con que respondieron en forma coordinada estos “defensores de la revolución” frente a nuestra presencia en el 23 de Enero.

La sorpresa es aún mayor al tratar de entender cómo logró un candidato opositor ganar en este lugar sin dejarse ver en público, sin hacer campaña abierta, sin exponer su publicidad de campaña, debido a la violencia de algunos seguidores del Gobierno.

Me imagino que es el mismo shock que está viviendo el Gobierno venezolano al interpretar el descontento y el rechazo a su gestión que con el voto en forma silenciosa y secreta están ejerciendo desde las entrañas de su revolución.