(CNN) – Es hora de que el presidente Barack Obama empiece a dejar el cargo.
Aunque los asesores dicen que el comandante en jefe argumentará en su último discurso del estado de la Unión que el destino de Estados Unidos depende de que reconozcan el progreso que se ha hecho bajo su mandato, él trazará un futuro en el que no desempeñará un importante papel político.
Así que su discurso —probablemente su última oportunidad para aprovechar una hora ininterrumpida de mayor audiencia— marca un primer paso en un delicado y amargo proceso de un año sobre transferir su legado a la custodia protectora de su sucesora favorita, su colega demócrata Hillary Clinton.
Sin duda, Obama aún no tiene la intención de dejar a un lado su etapa política… un factor que podría complicar sus relaciones con la favorita demócrata en los próximos meses. Él está dejando en claro que frente a retos que incluyen el calentamiento global, la desigualdad económica y la aún abierta prisión de Guantánamo, él aprovechará hasta la última autoridad e influencia que le quedan para irse luego de haber terminado las cosas.
“Mi deseo es que, cuando salgamos de estas puertas, podamos decir: ‘No podemos pensar en otra cosa que no hayamos intentado hacer… que no fuimos pusilánimes o que nos cansamos o que de algún modo estuviéramos pensando en la siguiente cosa por hacer porque no hay nada pendiente’”, dijo en un video previo al Estado de la Unión que fue publicado el lunes.
Sin embargo, para todas las promesas de un ocupado 2016, no se puede negar el hecho de que en tan solo un año y ocho días Obama debe ceder el poder para proteger lo que él considera sus mayores logros, incluyendo la reforma de salud, permanecer fuera del embrollo de Medio Oriente y avanzar en temas de justicia social, como los derechos de los homosexuales y prosperidad económica.
No existe duda de que Obama ha hecho muchos esfuerzos para que Clinton se apodere de la Casa Blanca… aunque también se ha reunido con su rival de izquierda, el senador por Vermont Bernie Sanders, dijo el lunes la Casa Blanca.
Un sucesor demócrata es imprescindible para Obama porque los republicanos han prometido desmantelar aspectos clave del legado de Obama inmediatamente si recuperan la mansión presidencial, después de ocho años, incluyendo el Obamacare, un acuerdo nuclear con Irán, las acciones ejecutivas que protegen a los inmigrantes y las políticas destinadas a disminuir o revertir el cambio climático.
La mirada en el papel de Clinton
Aunque la Casa Blanca dice que no apoyará a ningún candidato en la contienda presidencial de las primarias de 2016, no existe duda que él ha considerado a Clinton como la mejor esperanza para conservar su legado.
De hecho, esa creencia fue una de las principales razones por las que muchas personas en el círculo íntimo de la administración eran reacios a que el vicepresidente Joe Biden se postulara a la presidencia.
“Creo que Barack Obama considera que es sumamente importante que Hillary Clinton lo suceda a él”, dijo un exasesor cercano de Obama, quien aún tiene relación con la Casa Blanca. “La única manera en que podemos tener una economía donde las personas no pierdan la atención médica es si Hillary Clinton llega a ser presidenta”.
Jeff Shesol, quien está familiarizado con la dinámica entre un presidente y su sucesor preferido luego de trabajar en los últimos años de Clinton en la Casa Blanca como redactor de discursos, incluyendo el Estado de la Unión, destacó la dependencia de Obama en Clinton por su lugar en la historia.
“La cosa más importante que podría ocurrir de aquí en adelante para el legado de Obama es la elección de Hillary Clinton”, dijo.
Por un lado, el hecho de que Obama espera encomendar su legado a Clinton es altamente irónico. Después de todo, un rechazo al tipo de política de “división y distracción” que él insinuó que los Clinton ayudaron a fomentar fue un fuerte trasfondo temático de su campaña electoral en el 2008.
Sin embargo, con los años, después de trabajar en estrecha colaboración con Clinton cuando era su secretaria de Estado, y dado que su difícil relación con Bill Clinton se calmó cuando el expresidente acogió su campaña de reelección en el 2012, ha sido claro que Obama y su ala oeste consideran que la rival a quien superó en el 2008 es la mejor apuesta para salvaguardar sus logros.
Obama, por ejemplo, fue efusivo al elogiar a su secretaria de Estado saliente, cuando dejó el cargo en el 2013. Él se ha seguido reuniendo con ella para almorzar de forma ocasional en la Casa Blanca y los miembros de su órbita que alguna vez criticaron a los Clinton ahora de forma privada y pública la apoyan.
Por ejemplo, David Plouffe, su gurú político que alguna vez superó las tácticas de la campaña de Clinton en el 2008, en octubre escribió en un artículo de opinión revelador en Medium que ella sería una “sucesora excepcional y digna”.
¿Acaso el presidente ayuda a la candidata?
La pregunta para Clinton, mientras se enfrenta a una contienda más cerca de lo esperado con Sanders y una elección general potencialmente apretada, es qué tanto Obama la ayuda mientras busca movilizar a la coalición de Obama del 2008 y 2012, al mismo tiempo que trata de mitigar el impacto de sus fracasos políticos.
La exsecretaria de Estado está promoviendo el récord de la administración en la economía, con la reducción a la mitad de la tasa de desempleo y el progreso en materia de derechos de los homosexuales, atención médica y cambio climático… temas que son importantes para la base demócrata y para las hordas de votantes jóvenes, ricos y blancos con alta educación que tenía Obama y minorías a las que ella necesita recurrir.
Entretanto, ella se está comprometiendo a ir más allá que Obama en cuanto a la reforma del sistema de inmigración y ser más enérgica en la prevención de armas violentas.
Sin embargo, cualquier desaceleración en la economía durante su último año, podría hacer que el récord del presidente sea menos impresionante y perjudicaría las posibilidades de Clinton.
Las luchas de Obama para imponer el poder estadounidense en el intranquilo Medio Oriente y en otros lugares ayudan a impulsar una narrativa republicana en cuanto a que su política exterior es un fracaso, a la que ella es vulnerable por haber sido su secretaria de Estado durante su primer mandato.
Clinton ya ha señalado que tomaría mayores medidas que Obama en Siria, en la lucha contra ISIS, en reparar las relaciones con Israel y en la adopción de una postura más enérgica hacia Irán, Rusia y China en comparación con Obama. La campaña de Clinton se negó a comentar sobre cómo el legado de política exterior de Obama tendrá un impacto en Clinton. Pero los asesores han luchado previamente con el argumento republicano de que su tiempo como secretaria de Estado será una desventaja.
Clinton también ha diferido con Obama en cuanto al acuerdo comercial del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), al cual se oponen muchos líderes sindicales y demócratas de base. Ella respaldó el acuerdo cuando era secretaria de Estado, pero ahora dice que no es muy útil para proteger a los trabajadores estadounidenses.
Su cambio en cuanto al TPP es un indicio de por qué es tan difícil para un candidato del mismo partido suceder a un presidente que ha estado en el cargo durante dos mandatos… una hazaña tan poco común que solo ha ocurrido una vez, por George H.W. Bush, desde la Segunda Guerra Mundial.
Clinton tiene un firme interés en que le vaya bien al actual presidente, pero ella también debe crear una campaña en su propio derecho que la proteja de sus antecedentes. Fue un ardid, por ejemplo, que el vicepresidente Al Gore fracasara mientras buscaba suceder al presidente Bill Clinton en el 2000.
Esa es una de las razones por las que Clinton tiene un claro interés en que el discurso del Estado de la Unión de Obama presagie un fuerte 2016 para el presidente.
Las fuentes que conocen tanto a Clinton como a Obama dicen que la relación entre el presidente y Clinton sigue siendo amable y cooperativa. Sin embargo, eso se pondrá a prueba si Clinton es la candidata nominada y mientras Obama enfrenta la presión para retroceder a un segundo plano antes de la campaña de otoño. La incomodad está vinculada a la aptitud entre los dos campos, especialmente si Clinton se ve obligada a comenzar a criticar aspectos de su récord por sus propias razones políticas.
Crecen tensiones
“Creo que de forma inherente existe una tensión porque tienes a un presidente que aún funge como presidente y que tiene algunos puntos que él quiere presionar y ciertas instrucciones que quiere darle a su sucesor y que quiere que siga”, dijo Shesol. “Probablemente tiene una buena dosis de confianza en su juicio político y cree que él sabe mejor las cosas”.
Y añadió: “Ha habido muy pocos presidentes que simplemente deseaban largarse de allí. El presidente Obama no quiere dejar de ser presidente. Si no contáramos con la Enmienda No. 22, estoy seguro de que se hubiera postulado de nuevo”.
El requerimiento para que un presidente en ejercicio se distancie —un proceso que comienza el martes por la noche— no es una tarea fácil, y que se muerda la lengua en algunas situaciones en las que su sucesor preferido considera necesario criticarlo.
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Por ejemplo, en una entrevista con el Consejo Editorial del Diario Des Moines el lunes, la exsenadora de Nueva York dijo que mejoraría la relación torturada de Obama con el Congreso.
“Tengo mucha más experiencia haciendo eso. Al final del día, tienes que construir esas relaciones y buscar constantemente intereses comunes”, dijo Clinton.
Pero en el caso de Obama y Clinton, la tensión puede ser aliviada por el hecho de que ahora existe una sustancial polinización cruzada entre los dos campos.
Dos asesores de alto rango de la exprimera dama —su directora de comunicaciones Jennifer Palmieri y el presidente de la campaña John Podesta— trabajaron en la Casa Blanca en los últimos años, y otros miembros del personal de nivel inferior también tienen intereses en ambos bandos.
Además, si existen tensiones en la ejecución, estas se atenuarán en comparación con las metas comunes que Obama y Clinton comparten… y que el presidente expondrá en el discurso que ofrecerá el martes en el horario de mayor audiencia.