(CNN) – Brian y Jeri Wilson no duermen mucho en el vuelo de 17 horas desde Kansas City a Beijing. JiaJia, el huérfano chino que los está esperando, tampoco puede dormir.
Mientras los Wilson viajan de su casa en el Medio Oeste estadounidense a China septentrional, JiaJia (pronunciado “JahJah”) está acostado totalmente despierto en la pequeña habitación que comparte con otros ocho huérfanos. Él es el mayor de Alenah’s Home, un pequeño hogar de acogida en la capital de China donde ha vivido la mayor parte de sus nueve años.
JiaJia nunca se ha reunido en persona con los dos estadounidenses que ya lo llaman su hijo. Él nunca se ha reunido con sus tres hermanas mayores o abuelos. Solamente se han visto en fotos de Facebook y algunas conversaciones por videollamada en Skype con un traductor. Ni los adultos ni el niño saben si podrán comunicarse, dado que no hablan el mismo idioma.
“Él está dejando a todos, todo lo que conoce y con lo que se ha sentido cómodo durante nueve años”, dice Jeri Wilson. “Y formará parte de una familia que no luce como él y que no habla como él… que no hace nada como él”.
El primer encuentro
Todos están nerviosos. Un trabajador del hogar saluda a los Wilson en la terminal del aeropuerto, junto con otros dos padres adoptivos, y los escolta hacia el bus que los espera.
“Él es una estrella de rock”, sonríe Brian Wilson mientras habla sobre su hijo en el viaje de 20 minutos hacia el hogar de acogida. La voluntaria dice que recuerda cuando JiaJia era un pequeño bebé. Él apenas tenía tres meses de edad en el 2006, cuando, según dice el orfanato, sus padres lo dejaron fuera de una clínica de fertilidad en Xinyang, en la provincia central de China, Henan.
La clínica se encuentra en el centro de lo que es considerada una “pequeña” ciudad china, con más o menos seis millones de personas. Autos y motos pasan zumbando mientras que los vendedores ambulantes venden pinchos, teléfonos celulares y ropa. Afuera de la entrada principal de la clínica, una pared pequeña está cubierta con fotografías. Padres sonriendo sostienen a recién nacidos que la clínica ha ayudado a traer al mundo. JiaJia fue encontrado en las escaleras de enfrente.
Jeri cree que la madre de JiaJia no lo abandonó, sino que lo salvó.
“¿Quién va a una clínica de fertilidad, sino las personas que quieren niños? Así que ella lo dejó allí con la esperanza de que alguien se lo llevara a casa”, dice Jeri conteniendo las lágrimas. “Para mí, eso demostró que ella lo amaba. Ella lo puso en algún lugar donde fuera encontrado y cuidado. Oro por ella. Y doy gracias a Dios por ella. Y quiero que él sepa que ella lo amaba”.
Niños abandonados de China
Es desgarrador imaginar por lo que debieron pasar los padres biológicos de JiaJia. El recién nacido tenía espina bífida, un defecto de la columna vertebral. Su cirugía le habría costado a un trabajador chino hasta el promedio de su salario de dos años. La segunda economía más grande del mundo, con una población de 1,3 millones de habitantes, aún carece de una adecuada red de seguridad social a pesar de su enorme riqueza. Muchos padres cuyos hijos han nacido con una discapacidad simplemente no pueden pagar su asistencia médica.
El número de niños abandonados en China se ha reducido de forma constante en la última década, pero los números siguen siendo inquietantemente altos. Actualmente, casi todos los niños chinos no deseados tienen discapacidades. Cada día se reportan docenas de casos nuevos de niños abandonados.
En el caso de JiaJia, el tiempo se estaba agotando. La ley china dice que los niños no pueden ser adoptados una vez cumplen 14 años. Muchos de los que “superan esa edad” quedan de forma permanente bajo la tutela del estado, por lo que gran parte de su vida la pasan en instituciones. Gran parte de China no es accesible para personas con discapacidad, como descubrieron los Wilson al tratar de empujar la silla de ruedas de JiaJia mientras hacían turismo.
De acuerdo con las autoridades chinas, había más de 525.000 huérfanos en China en el 2014, aunque los grupos de bienestar infantil creen que el número podría ser mucho más alto si se toman en cuenta los niños en orfanatos no gubernamentales y hogares de acogida como el Alenah’s Home.
Convencer a las familias para que adopten niños con necesidades especiales como JiaJia es una tarea sumamente difícil, dice la voluntaria y exhuérfana Olivia Raney.
“Los niños con necesidades especiales más graves son un enigma”, dice Raney. “Ellos requieren una mayor atención durante todo el día; sin embargo, tienen una menor probabilidad de encontrar familias permanentes”.
La fallida cirugía de espina bífida de JiaJia lo dejó paralizado de la cintura para abajo. Sin embargo, él ha aprendido a nadar, asiste a la escuela cuando puede y cambia obedientemente sus propios pañales. JiaJia sueña en convertirse algún día en agente de policía. Él ya tiene citas programadas con médicos en Estados Unidos. Los Wilson consideran que JiaJia tendrá que ser sometido a múltiples cirugías.
“Resolveremos su condición lo mejor que podamos”, dice Brian.
Una familia china se comprometió a adoptar a JiaJia pero se echó para atrás, abrumada por el interminable papeleo y la carga de enormes proporciones de cuidar a un niño que podría quedar confinado a una silla de ruedas de por vida.
Ciertamente no era una carga que los Wilson esperaban asumir. Los novios desde la secundaria que acaban de cumplir 50 años, Brian y Jeri, tienen tres hijos adultos. Ambos trabajan a tiempo completo. Brian es un contratista y Jeri un técnico de farmacia en una tienda local de comestibles.
Ellos son la personificación de la clase media estadounidense, con un hogar pequeño en un pequeño suburbio de Kansas City, Misuri. Como cristianos devotos, van a la iglesia todos los domingos. Se enteraron del caso de JiaJia a través de miembros de la iglesia que adoptaron a su mejor amigo del mismo hogar de acogida. Los chicos se reunirán pronto. Sus familias viven cerca una de otra en Misuri.
Después de meses de oración, los Wilson sintieron que Dios los había llamado para que adoptaran a JiaJia, sabiendo que cuidar a un niño confinado a una silla de ruedas cambiaría por completo sus vidas.
“Él era mi hijo. Sentí en mi corazón que era mi hijo”, recuerda Jeri.
Una vez que decidieron proseguir con la adopción, la familia enfrentó un obstáculo importante. Ellos no tenían los 36.000 dólares para los honorarios de adopción necesarios para llevar a JiaJia a casa. Recaudadores de fondos de la iglesia los ayudaron a reunir una fracción del dinero que necesitaban. Pero no era suficiente.
En agosto, conocí a JiaJia durante la filmación de una historia en Beijing sobre los niños abandonados de China. Me conmovió su actitud optimista y cómo se preocupaba por los niños más pequeños en el hogar de acogida. Jugaban, cantaban y comían juntos. Era una familia de niños sin padres. Y JiaJia era su hermano mayor.
A pesar de su fuerza externa, el dolor de JiaJia era evidente en su voz cuando me explicó por qué quería desesperadamente una familia.
“Si tengo padres, puedo vivir”, me dijo. “Puedo tener una vida”.
Lágrimas comenzaron a correr por su rostro. En segundos, yo estaba llorando también. Y lo mismo sucedió con cada miembro de nuestra familia. Nos sentamos juntos, llorando en silencio. Por un breve momento, entendimos el dolor de JiaJia.
Sueños de adopción concedidos
Luego de que su historia saliera al aire en CNN, las donaciones comenzaron a llegar de todas partes del mundo. Los Wilson rápidamente configuraron una página de Go Fund Me. En cuestión de horas, habían superado su meta de 36.000 dólares. La mayoría de las donaciones se encontraban entre 25 y 50 dólares. La donación más grande fue de 2.000 dólares. La más pequeña fue de un dólar.
Las agencias de noticias locales en Kansas City contaron la historia y llegaron más donaciones. En total, 780 personas de Estados Unidos, España, Australia, Italia, Brasil, Canadá y China donaron casi 50.000 dólares.
“Dios tenía su mano en todo esto”, dice Brian Wilson, refiriéndose a la experiencia como algo “abrumador”.
Los Wilson siguen conservando su blog, sus páginas de Facebook y Go Fund Me, comprometiéndose a donar los fondos excedentes para ayudar a otras familias que estén tratando de adoptar huérfanos chinos.
“Hay muchos de ellos que necesitan familias”, dice Brian.
El vínculo de los Wilson con su hijo fue casi instantáneo.
Jeri le frota la cabeza a JiaJia. Brian le susurra. Ellos son sus protectores. Serán sus padres y lo amarán por siempre, le dicen. A pesar de la barrera del idioma, JiaJia parece entender.
“A pesar de la dura vida que ha tenido estos últimos nueve años. Creo que él está percibiendo cuán diferentes serán las cosas”, dice Jeri. “Una gran cantidad de mimos. Tengo nueve años para compensarlo”.
JiaJia comienza a sonreír y reír. Él hace bromas. Él recuesta su cabeza en su madre y su padre. Él les agarra las manos. En solo algunos días, ya está hablando más inglés. Él les ha puesto apodos a sus padres: “papá gran mono” y “mamá gran gata”.
“Sentimos como si hubiéramos estado con él siempre”, dice Brian Wilson. “No sabíamos si tendríamos la capacidad de comunicarnos, pero la comunicación ha sido genial”.
Una amarga, pero agradable despedida
Antes de irse de Beijing, el orfanato organizó una pequeña fiesta para JiaJia, quien está dejando atrás a la única “familia” que ha conocido para gozar una nueva vida, con una nueva familia, en un lugar muy diferente del mundo que conoce.
“No quiero que se vaya”, dice la niñera Huang Renqun. “Pero al mismo tiempo, me alegro por él porque finalmente encontró una familia. Un final perfecto”.
Los niños más pequeños de Alenah’s Home admiran a JiaJia como un hermano mayor. Gritan su nombre mientras que a un sollozante y emocionalmente abrumado JiaJia lo llevan en su silla de ruedas hacia el exterior.
“Adiós, adiós, JiaJia”, gritan varios de los niños más pequeños, agitando sus manos mientras el autobús se aleja lentamente.
Todo el mundo llora de alegría. Pero despedirse no es nada fácil.
Pronto, JiaJia y sus padres van a hacer el viaje de más de 9.600 kilómetros hacia Kansas City. Decenas de personas lo esperaban en el aeropuerto. Los nuevos familiares, vecinos y miembros de la iglesia de JiaJia planean reunirse y darle la bienvenida a casa.
“Muchas personas están dispuestas a abrazarlo, a amarlo y a aceptarlo por lo que es”, dice Jeri.
“Todos sienten como si ya lo conocieran”, añade Brian.
Además de su nueva vida, también ha elegido un nuevo nombre estadounidense: Jason JiaJia Wilson.