(CNN)– Mohammed al-Nimr se encontraba en su casa en Indiana cuando recibió las noticias de la decapitación de su padre. Fue un terrible golpe, aunque ambos sabían que la muerte era inevitable.
Él dice que su padre —Sheikh Nimr al-Nimr— se había convertido de cierto modo en una espina punzante en el lado de los gobernantes de Arabia Saudita.
El activista clérigo chiita era inflexible en su búsqueda de justicia y dignidad, dice su hijo, y había expuesto los abusos de derechos humanos en el reino. Por esa razón, Nimr al-Nimr sabía que tendría que pagar el precio más alto.
“Habló abiertamente sobre su tiranía. Así que lo mataron”, dice Mohammed al-Nimr, de 28 años de edad, quien se autodenomina un creyente, pero dice que no es religioso como su padre.
“Estamos muy orgullosos de él, y no seremos intimidados ni dejaremos de pedir la libertad. Mi padre opuso resistencia de forma pacífica por las vidas de todas las personas”.
El año nuevo apenas había comenzado cuando Arabia Saudita anunció las ejecuciones del clérigo y otros 46 presos, causando alboroto a nivel mundial en lo que Amnistía Internacional ha llamado un “absoluto desprecio” a los derechos humanos.
Una violenta protesta en la embajada saudita en Teherán por la decapitación de Nimr impulsó a Arabia Saudita para cortar los lazos con su rival a través del Golfo Pérsico, intensificando las divisiones sectarias en la región.
En un comunicado, el gobierno de Arabia Saudita dijo que los prisioneros habían recibido un juicio justo. Ellos eran terroristas, dijeron los saudíes, y las ejecuciones se llevaron a cabo en interés de la seguridad nacional.
Mohammed al-Nimr dice que su padre luchó por la paz y la justicia en Arabia Saudita.
Pero los críticos del régimen, incluyendo al hijo de Nimr, consideraron el asesinato del clérigo, por sanción del Estado, como una manera de aplastar la disidencia en una nación que se rige por la interpretación estricta del Islam sunita, conocido como el wahabismo. Las diferentes ideologías no son toleradas y la minoría chiíta de Arabia Saudita es considerada como herética.
Los chiitas —2 millones de 18 millones de saudíes— viven en su mayoría en la provincia rica en petróleo de Arabia Saudita oriental y dicen que han sido marginados en todos los sentidos. Mohammed al-Nimr recuerda un momento en el que a él y a su familia les impidieron rezar cuando se dirigían a la ciudad santa occidental La Meca.
“Si viajábamos fuera de la Provincia Oriental, teníamos miedo”, dice. “Nos trataban como delincuentes. Éramos infieles para ellos”.
De hecho, él ve poca diferencia entre el régimen saudí e ISIS.
“No se trata de chiítas o sunitas. Se trata de tiranía”, dice. “Ellos están usando la religión para ganar influencia en la región”.
“ISIS es exactamente el mismo retrato. Es el mismo árbol”, dice. “En Arabia Saudita, cortan el árbol porque tienen dinero. Así que tienen una mejor imagen. Pero si los comparas, ellos hacen la misma cosa. Ellos tienen la misma ideología”.
Una solicitud para hacer comentarios a la oficina de prensa saudí en Washington no había sido respondida al momento de la publicación.
Nimr, hijo, se mudó a Estados Unidos de Arabia Saudita hace cinco años, continuó sus estudios y recientemente obtuvo una licenciatura en ingeniería mecánica.
En la provincia oriental de Arabia Saudita, su padre continuó su misión de lograr igualdad de derechos para los chiitas y otras minorías religiosas en el reino. La resistencia, dice su hijo, es algo de familia… el tío de Nimr al-Nimr lideró una revuelta contra los recaudadores de impuestos del gobierno y suníes ortodoxos.
Cuando era joven, Nimr al-Nimr pasó una década estudiando en Irán y luego en Siria, dice su hijo. Mohammed al-Nimr nació en Siria y dice que su familia se trasladó de nuevo a Arabia Saudita, a su ciudad ancestral de Awamiya, cuando estaba en segundo grado.
Él recuerda paseos con su padre entre las palmeras al amanecer, antes de las oraciones de la mañana.
“Siempre tenía un buen consejo para mí”, dice Mohammed al-Nimr. “Sobre cómo mejorar. Sobre cómo ser bueno con los demás. Cómo hacer un cambio positivo”.
Nimr al-Nimr comenzó a atraer la atención en el 2003, cuando fue detenido por dirigir oraciones en público y luego en el 2007 cuando envió una petición al gobierno exigiendo libertades económicas y políticas.
Hizo un llamado para la separación de la provincia oriental y para que los chiítas buscaran la ayuda de Irán si se veían envueltos en conflicto, según cables diplomáticos estadounidenses publicados por WikiLeaks.
“Nuestra dignidad es más preciosa que la unidad de esta tierra”, dijo en un sermón del 2009.
En uno de los cables, un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos que se reunió con Nimr describe al clérigo como un inconformista con poca influencia. Nimr le dijo al funcionario que fue retratado como alguien “más radical que el verdadero contenido de sus palabras y sus creencias” y que “abrazaba las ideas conciliadoras”. Ellos incluyeron los ideales estadounidenses como la libertad y la justicia.
Nimr ganó popularidad con la llegada de la primavera árabe. Su delgado y enjuto rostro, enmarcado por su cabello entrecano, se hizo más conocido cuando miles siguieron su llamado a protestar.
Él fue detenido en el 2012 después de que lo vieran celebrando la muerte de un miembro de la familia real saudí en un video difundido en las redes sociales. Su sobrino, Ali al-Nimr, en ese entonces de 17 años, ya había sido detenido por participar en manifestaciones y actualmente se encuentra en un régimen de aislamiento en espera de la muerte por crucifixión.
En ese momento, Mohammed al-Nimr se encontraba con su madre, quien estaba muriendo de cáncer, en un hospital en Estados Unidos. Se enteraron de que la policía saudí le disparó al clérigo varias veces en la pierna antes de su arresto. Las autoridades saudíes dijeron que Nimr resultó herido en un tiroteo.
Después de eso, Mohammed al-Nimr regresó a Arabia Saudita varias veces a visitar a su padre. La última vez fue en el verano del 2014, cuando fue con su hermana Zainab a una prisión en Yeda.
Su padre fue llevado desde su celda a una sala de visitas. Llevaba una dishdasha blanca (una túnica tradicional árabe) y su pierna izquierda era más corta que la derecha. Sus hijos dicen que se debe a que sus heridas de bala no fueron tratadas adecuadamente después de ser baleado.
Nimr al-Nimr sonrió y les dijo a sus hijos que estaba agradecido con Dios. Él los animó a hacer planes fructíferos para sus vidas, que diseñaran un futuro mejor.
Mohammed al-Nimr recuerda que su padre mencionó al activista de derechos humanos Waleed Abulkhair, condenado a 15 años de prisión por acusaciones, según dijeron las autoridades saudíes, de “insultar al poder judicial, por desobedecer al gobernante y por perjudicar la reputación del reino”.
“Este tipo es de una familia adinerada y por lo tanto no le falta nada. Aun así, se levanta por los demás. Él es un modelo a seguir”, según Mohammed al-Nimr recuerda que su padre dijo.
En esa última reunión, Nimr al-Nimr les dijo a sus hijos que no pasaría nada a menos que Dios quisiera que sucediera. Pero a pesar de que se mantuvo con la moral alta, todos en la sala presentían lo que estaba por venir.
“Sabía que lo iban a matar”, dice su hijo. “Él fue firme en cuanto a que no cambiaría sus declaraciones, él no iba a consentir con ellos, incluso ante la amenaza de muerte. Él no tenía miedo”.
Han pasado casi tres semanas desde la ejecución de su padre. La familia aún sigue a la espera para poder enterrarlo.
“No sabemos lo que pasó con mi padre porque nunca devolvieron el cuerpo”, dice su hijo. “Deberían devolverlo, así su tía, su hermano y su madre pueden darle un entierro apropiado y tener la oportunidad de despedirse”.
Anteriormente, el hijo rara vez habló públicamente, pero ahora dice que ha roto su silencio para difundir el mensaje de su padre. Es más importante que nunca, dice, en un Medio Oriente desgarrado por la violencia y divisiones sectarias profundas.
Mohammed al-Nimr quiere que los musulmanes escuchen las palabras de su padre: no se puede ganar el mundo con la violencia.
“Mi padre solía decirle a la gente que el rugido de la palabra es más fuerte que el sonido de las balas”.
Dice que echa de menos la sonrisa de su padre más que nada. Ahora que el shock inicial de la ejecución ha pasado, le consuela saber que su padre está en un lugar mejor. Nimr al-Nimr, dice su hijo, se ha convertido en un mártir de esta era.