(CNN) – El padre de Zenith Irfan solía soñar con dejar su casa en Pakistán para viajar alrededor del mundo en motocicleta.
Debido a su muerte temprana nunca cumplió su deseo.
Como hija mayor, Irfan decidió asumir el reto… y, de paso, rompió los estereotipos en Pakistán como mujer motociclista.
En los últimos dos años, la estudiante de 21 años de edad de Lahore, al noreste de Pakistán, se ha convertido en una audaz motociclista y ha viajado a través de regiones del conservador país, en el que es un tabú que las mujeres se arriesguen a salir sin compañía, sin hablar de hacerlo sobre dos ruedas.
Pero la transformación no fue fácil para ella.
El primer viaje
En 2013, cuando su hermano más pequeño compró una motocicleta sencilla con un pequeño motor de 70cc, su madre lo instó a que le enseñara a Irfan a conducirla y la animó a cumplir con el último deseo de su difunto padre.
“Al principio, fue una gran lucha para mí”, dice Irfan. “Realmente me sentía confundida sobre cómo manejar las velocidades, el clutch y los frenos”.
“Fue muy confuso y frustrante pero después logré dominarlo”.
Ella empezó a usar la motocicleta para hacer mandados alrededor de Lahore.
El pasado verano, en junio, ella decidió aventurarse más lejos y hacer un viaje de seis días, sola, por la región de Azad Cachemira, una región en litigio en el noreste de Pakistán, la cual limita con la India y China.
“Quería ir a Cachemira porque he oído hablar mucho del lugar”, añade.
“Ellos dicen: ‘Kashmir, Jannat E Nazir’, lo que significa que es un paraíso sobre la tierra”.
“No quiero ser esa persona que solo lo ve en fotos… quiero ir y experimentarlo por mí misma en mi motocicleta”, dice Irfan.
Ella viajó primero a la capital de Pakistán, Islamabad, y luego manejó ante impresionantes telones de fondo de montañas, ríos y paisajes exuberantes hasta Murree… un suburbio ubicado en las pendientes meridionales de las laderas occidentales del Himalaya.
Desde ahí, viajó a Muzaffarabad, la capital de Cachemira administrada por Pakistán.
Luego continuó a través de la región boscosa de Neelam Valley con pintorescos pueblos y aldeas como Sharda y Kel.
Irfan: ‘Me sentía libre’
“Cuando estaba en la carretera, fue como que si mi mente, mi cuerpo y mi alma se unieran”, dice ella sobre lo que sentía al estar afuera de las ciudades congestionadas. “Me sentí libre”.
“Pude meditar como es debido, realmente me sentí diferente, muy emocionada y liberada”.
Animada por el éxito de su primer viaje de larga distancia, en agosto de 2015, decidió ir aún más lejos y manejó 3.200 kilómetros desde Lahore a través del norte de Pakistán, hasta el paso de Khunjerab en la frontera con China.
A su llegada, se sintió satisfecha cuando le comentaron que aun cuando ya habían visto motociclistas mujeres viajar hasta el lugar, ella era la primera motociclista pakistaní que los lugareños conocían.
En el transcurso de 20 días, ella había viajado a lugares como las llanuras de Deosai –una de las mesetas más altas del mundo– y Chilas, un pueblo pequeño y muy conservador en el que los habitantes son hostiles con los forasteros y la amenazaron con piedras.
Su principal preocupación eran los accidentes en la carretera pues manejaba junto a camiones en las peligrosas carreteras.
El constante peligro no fue suficiente para detenerla.
“No soy muy temerosa pues sé que si la muerte tiene que venir, de cualquier modo vendrá, incluso si estoy en casa”, dice Irfan.
“No puedo evitarlo. No puedo estorbar mis sueños a causa de un miedo a la muerte y a los accidentes”.
‘Las chicas no manejan motocicletas’
Ella añade que su principal preocupación era ser una mujer motociclista en lugares donde esto puede causar indignación.
“No hay muchas mujeres motociclistas aquí, ese es un segmento muy pequeño de la sociedad”, dice Irfan.
Ella combatió esto al deshacerse de la ropa femenina y ocultándose debajo del casco, las botas y la chaqueta.
“Ellos obviamente pensaban que yo era un hombre”, explica. “Cada vez que me detenía para pedir direcciones y se daban cuenta de que era mujer, ellos no sabían qué hacer”.
“Ellos solamente se quedaban allí con la boca abierta y no sabían cómo responder”.
“Me iba tan rápido que no les daba tiempo para digerir el hecho de que yo era una mujer que les estaba pidiendo direcciones”.
Pero, aunque estaba nerviosa por las reacciones de las personas, ella dice que solamente recibió un comentario negativo de parte de un hombre que le dijo: “las chicas no manejan motocicletas”.
Irfan encontró un formidable apoyo y ánimo a lo largo del camino… de parte de otros turistas, soldados en los controles de seguridad y algunas de las pocas mujeres que encontró.
Entre ellos, ella recuerda que una mujer en Misgar –un pequeño pueblo cerca de China– dejó en ella una impresión duradera.
“No podíamos entendernos entre nosotras puesto que ella hablaba en su propio idioma. Ella me dijo a través de un traductor local: ‘Lo que estás haciendo es increíble’.
“Ella estaba muy feliz de verme allí”, dice Irfan.
Los mejores recuerdos
Aunque su viaje fue físicamente agotador, ella dice que los buenos recuerdos duran más que las incomodidades.
“Yo nunca había visto la nieve antes, así que creo que la mejor parte fue cuando vi la nieve en las montañas”, dice ella.
“Era algo que usualmente veo en el Internet o en la televisión, y cuando lo vi en la vida real –tan clara, blanca y muy hermosa– no puedo lograr expresar cómo me hizo sentir”, dice ella. “Me hizo sentir muy emocionada”.
Su segundo momento favorito fue cuando llegó al paso de Khunjerab.
“El viaje hasta allá me llevó tantos días y tenía problemas con mi moto”.
“No tenía mucha potencia y tuve que subirla a la montaña, así que cuando finalmente llegué a mi destino, esto fue un logro enorme”, dice Irfan.
Por ahora, Irfan se está enfocando en sus estudios, pero está haciendo planes para más viajes.
En su lista tiene viajes a Mithi, un pequeño pueblo en la provincia sureña de Sind, donde hindúes y musulmanes viven juntos, el valle de Swat –conocido como la Suiza de Pakistán por sus impresionantes paisajes– e incluso todo el camino a Dubai, donde ella nació.
Sin duda, su padre estaría orgulloso.
Ella ahora mantiene un blog: Zenith Irfan: 1 Girl 2 Wheels (Zenith Irfan: 1 chica 2 ruedas) para documentar sus viajes.