(CNN) – Yu Yanhua no ha regresado a su apartamento en días.
Ella ha estado demasiado asustada, dice, después de que al menos cuatro disidentes de origen chino fueran arrestados o simplemente desaparecieran de Tailandia en los últimos cuatro meses… solamente para volver aparecer en China bajo la custodia del gobierno.
Yu es una activista pro-democracia que huyó a Tailandia el año pasado para escapar de la represión del gobierno en China.
“Creía que obtendría protección del gobierno en Bangkok, que no tendría que vivir todo el tiempo con el miedo de ser arrestada”, dijo ella rompiendo en llanto. Ahora ella vive con miedo de ser arrestada en las calles por agentes chinos.
Durante décadas, los críticos del partido comunista de China han buscado refugio en Tailandia. Pero ahora parece que incluso los países extranjeros no son seguros para los disidentes políticos que buscan escapar del largo brazo de la ley china.
Un nuevo patrón sugiere que Beijing está tomando medidas enérgicas contra los críticos más allá de las fronteras chinas, no solo en Tailandia, sino también en la excolonia británica autónoma de Hong Kong, donde se supone que los servicios de seguridad chinos no tienen jurisdicción legal.
Editor sueco desaparecido
Los observadores están muy alarmados por la misteriosa desaparición de un sueco de origen chino.
Gui Minhai es copropietario de una compañía con sede en Hong Kong que publica revistas de chismografía sobre la élite china.
Fue visto por última vez en Tailandia el 17 de octubre, saliendo del complejo de condominios donde tiene un apartamento en el complejo de Pattaya. La policía tailandesa le dice a CNN que no tiene registros de que Gui haya salido del país.
Tres meses más tarde, Gui apareció llorando en la televisión estatal en China. Afirmó que regresó a su país de nacimiento para entregarse a la policía por infringir su libertad condicional después de un accidente por conducir ebrio hace trece años.
Las autoridades tailandesas y suecas no parecen estar convencidas.
Un agente de policía en Tailandia, en declaraciones a CNN bajo condición de anonimato debido a lo delicado del caso, dijo que las autoridades tailandesas están trabajando con funcionarios suecos para investigar el posible secuestro de Gui.
Los funcionarios en Beijing continúan insistiendo que Gui se entregó voluntariamente a las autoridades chinas.
“El mismo se entregó a la policía china”, dijo el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores el martes.
“Tengan la confianza que otros gobiernos no infringirán sus propias leyes para cooperar con China”, añadió.
Aunado a ese misterio está una visita inusual al apartamento de Gui el 3 de noviembre —mucho después de su desaparición— por parte de cuatro hombres no identificados.
La empleada de Gui, Pisamai Phumulna, le dijo a CNN que llevaban una carta en inglés, supuestamente escrita por Gui, en la que los autorizaba para visitar su habitación y llevar su computadora.
Ella dijo que los hombres se veían amigables. Solo dos de ellos hablaban tailandés, aunque con marcados acentos chinos. La secuencia de imágenes de las cámaras de seguridad del complejo Silver Beach Condominium capturó el rostro y cabello muy corto de uno de estos misteriosos visitantes.
Series de desapariciones
Al menos cuatro empleados y socios comerciales que residen en Hong Kong de la compañía editorial de Gui, Mighty Current, también han desaparecido en los últimos meses.
Los críticos acusan a los servicios de seguridad chinos de secuestrar a por lo menos uno de los vendedores de libros en Hong Kong y llevarlo de nuevo a la China continental.
La noticia de la desaparición del propietario de la librería británica Lee Bo en enero provocó protestas callejeras y una investigación policial en Hong Kong.
Estados Unidos y Gran Bretaña han expresado preocupación por Gui, Lee, y otros tres vendedores de libros que han desaparecido.
El veterano experto de China, Mike Chinoy, argumenta que Beijing está enviando un mensaje político, sobre todo cuando las autoridades chinas exhiben a ex exiliados en la televisión estatal.
“Esta realmente es la primera vez que hemos visto de una manera tan flagrante —independientemente de las consecuencias internacionales— que los servicios gubernamentales y de seguridad chinas se han estado desplazando y literalmente se llevan a las personas de otros países y las llevan de vuelta a china”, dice Chinoy, investigador principal del USC U.S.-China Institute.
Miedo y paranoia
Las desapariciones y arrestos sin duda han causado miedo en el corazón de la pequeña comunidad disidente china exiliada en Tailandia.
Varios activistas prodemocráticos que huyeron de la represión en China le dijeron a CNN que ya no se sienten seguros en la capital tailandesa.
“Evito decirle a cualquier persona china dónde vivo”, dice un escritor disidente llamado Yi Feng. Cada vez que sale a la calle, Yi dice que está atento cuando ve a alguien que parece ser chino.
Ellos también temen ser arrestados y extraditados por las autoridades tailandesas.
En octubre pasado, dos miembros exiliados de un pequeño partido político de la oposición china —Jiang Yefei y Dong Guangping— fueron detenidos por la policía tailandesa.
Varias semanas más tarde, a pesar de las protestas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, los dos hombres fueron extraditados a China y rápidamente fueron encarcelados.
Familia devastada
Desde la extradición de Dong, su esposa, Gu Shuhua, e hija, huyeron de Tailandia a Canadá. Al hablar desde Toronto, dice que la captura de Dong ha devastado a su pequeña familia.
“El gobierno chino presionó a mi esposo durante tanto tiempo que él huyó [de China]. ¿Por qué aún tienen que perseguirnos?, pregunta ella, agitando su cabeza, con un visible dolor y enojo.
El esposo de Gu era agente de policía de una familia militar en la provincia de Henan. En la década de 1990, comenzó a publicar cartas que critican al gobierno chino.
“Desde el principio, era consciente de lo que la dictadura del partido comunista chino le estaba haciendo al país”, dice ella. “Él trabajó en el departamento de seguridad, por lo que fue testigo de una gran cantidad de acontecimientos y políticas injustas con las que no estaba de acuerdo”.
En el 2000, ella dice que su esposo fue condenado a tres años de prisión por sus actividades políticas.
Luego de su liberación, él se comprometió a promover protestas en contra de Beijing.
En algunos casos, Dong rompió tabúes estrictos al manifestar para recordar a las víctimas de la mortal represión de 1989 en la plaza de Tiananmen. Cualquier mención de los eventos mortales del 4 de junio de 1989 es estrictamente censurada en China.
Después de otra detención en el 2014, la pareja finalmente decidió mudarse con su hija a Bangkok para escapar de la creciente presión de las autoridades chinas.
“Pensé que Tailandia sería mejor”, dice Gu.
‘Perdí la cabeza’
El 28 de octubre de 2015, Gu recibió una llamada para decirle que su esposo había sido detenido junto con Jiang por la policía en Bangkok. Dong fue acusado de entrar en el país sin pasaporte.
Los partidarios lanzaron una campaña para que se les otorgara a los hombres la condición de refugiados políticos protegidos por las Naciones Unidas.
Poco después, dice Gu, Dong recibió su identificación de refugiado de la ONU. El 11 de noviembre, ella dijo que Canadá acordó concederle un acelerado asilo a la familia. La pareja disfrutó una feliz visita al día siguiente en la instalación donde fue encarcelado Dong.
Luego, Jiang y Dong de pronto fueron enviados de regreso a China.
“Cuando me enteré por medio de la ONU que mi esposo había sido llevado de regreso a China, perdí la cabeza”, dice Gu.
El ACNUR emitió un comunicado el 17 de noviembre en el que expresaba su profunda preocupación por los dos refugiados a los que debían proporcionar protección internacional.
El momento de la extradición fue particularmente alarmante ya que tuvo lugar pocos días antes de que los dos hombres tenían previsto salir hacia América del Norte.
“Esta acción de Tailandia es claramente una gran decepción”, dijo ACNUR.
Poco después, tanto Jiang como Dong aparecieron en la televisión estatal china siendo interrogados por la policía china.
Sus compañeros disidentes en Bangkok dijeron que Jiang había sido fundamental para ayudar a escapar a por lo menos media docena de disidentes políticos a lo largo de los años, de China a Tailandia.
Gu ha luchado con su hija para atraer la atención sobre el caso de su esposo, llevando a cabo pequeñas protestas frente al consulado chino en Toronto.
Ella dice que no se le ha permitido hablar con su esposo desde que fue llevado a China en noviembre.
“Espero que cuide su salud”, dice ella, sollozando. “Espero que nuestra familia se pueda reencontrar de nuevo muy pronto”.