Los oficiales John Conneely y Mike Modzelewski  optaron por trasladar ellos mismos a un bebé herido de bala al hospital en su patrulla en lugar de esperar a una ambulancia.

(CNN) – Una tarde de la semana pasada, los oficiales de la policía John Conneely y Mike Modzelewski escucharon el sonido de disparos en su radio.

Debido a que llevaban más o menos un año como compañeros, ellos habían respondido a docenas de tiroteos juntos en el lado sur de la ciudad de Chicago, plagado de violencia.

Sin embargo, la escena que iban a encontrar era de todo menos normal.

“Fue muy caótico”, dijo Conneely.

“Cuando llegamos había cerca más o menos cien personas en la calle, que gritaban y lloraban”, le había dicho Conneely recientemente a CNN. “De este lado y del otro lado había personas que habían recibido disparos”.

Los oficiales encontraron a cinco personas que habían recibido disparos, todas víctimas de un tiroteo llevado a cabo desde un auto en movimiento. Uno de ellos era Princeton Chew, de 11 meses. La madre de Princeton, quien estaba embarazada, y su abuela, también habían recibido disparos y sangraban en la calle.

Una mujer vino corriendo hacia los dos oficiales con el bebé en brazos. Modzelewski supo inmediatamente que el bebé había recibido disparos.

“Esta una situación irreal. Llegamos al límite de la impotencia”, dijo el veterano de 11 años de trayectoria con la policía de Chicago. “No estás muy seguro de qué hacer. Quieres tomar acciones, alguna clase de acciones simplemente porque es un niño, y eso fue en gran parte lo que hicimos”.

Los agentes rompieron una regla del departamento, al optar por trasladar ellos mismos al bebé al hospital en su patrulla en lugar de esperar a una ambulancia.

Conneely, quien ha estado en el cuerpo de policía durante 17 años, dijo que debido a que no había una ambulancia a la vista y a que Princeton estaba perdiendo sangre rápidamente, los dos tuvieron que tomar las cosas en sus propias manos.

“Ambos nos vimos el uno al otro y dijimos de manera instintiva ‘Nos tenemos que ir. Vámonos’”.

Conneely le arrebató las llaves del auto a su compañero y se puso detrás del volante.

Modzelewski, quien tiene un hijo más o menos un año mayor que Princeton, se subió al sillón de atrás con Princeton en brazos, aplicando presión sobre la herida para hacer el viaje de más o menos 14 kilómetros al centro de trauma.

“Lo primero que hice cuando me subí al auto fue comunicarme por radio a una estación de bomberos por la que sabía que íbamos a pasar para ver si había una ambulancia en el cuartel, y cuando el operador me respondió y me dijo que no, tomamos la decisión de seguir adelante”, dijo Conneely.

Su siguiente llamada fue al Hospital Stroger.

“Les hablé por radio antes para contarles que llevábamos prisa”.

El hospital alberga uno de los centros de trauma más grandes e integrales de Estados Unidos, y se encuentra cerca de los lados oeste y sur de Chicago, algunas de las partes más violentas del país.

Stroger trata a miles de víctimas de trauma todos los años. Conneely dijo que su compañero corrió al hospital y entregó a Princeton al personal de emergencia, quienes ya estaban a la espera y listos para actuar.

Modzelewski ahora reflexiona sobre cómo se sintió después de entregarle al bebé ensangrentado a los doctores.

“Es un sentimiento de impotencia, porque quieres asegurarte de que haya un resultado positivo. Nos quedamos ahí para asegurarnos de que eso sucediera, y afortunadamente, así fue”, dijo.

La madre y la abuela de Princeton no sobrevivieron, pero los residentes del barrio Back of the Yards, donde madre e hija vivieron, y murieron, están agradecidos por la oportuna decisión que los dos oficiales tomaron.

“Desearía que su madre y abuela hubieran sobrevivido, pero estoy agradecido por lo que hicieron por el bebé”, dijo Terrell Jackson, quien recibió tres disparos en la pierna esa tarde.

Los supervisores de los agentes estuvieron de acuerdo, y decidieron no castigarlos por desobedecer una regla del departamento.

“Tomaron una decisión, y honestamente va en contra del protocolo sacar a una víctima de una escena a no ser que sea una circunstancia nefasta”, dijo un supervisor. “Resulta que esta decisión probablemente salvó una vida”.

A Princeton ahora lo está cuidando su familia. No han hecho detenciones en relación con el tiroteo.

“Es trágico”, dijo Jackson. “Cuando te haces mayor, esta es una de esas cosas de las que tristemente les hablarás a tus hijos”.

En una época en la que casos de abuso de alto perfil que involucran a la policía a menudo son noticia importante, a ambos oficiales les alegra haber tenido la oportunidad de cuidar que se perdiera una vida en la calle, pero rápidamente le restan importancia a cualquier mención de heroísmo.

“No creo que se diferencie de lo que muchos hombres y mujeres hacen en la aplicación de la ley, hacer un sacrificio. Ellos están en la calle si ocurre un evento como este”, dijo Conneely.

Aun así, él dijo que “nos sentimos agradecidos por el hecho de que nos reconozcan. Una vez un hombre a quien no conocía se acercó a mí y me dijo ‘¿Tú eres el del bebé?’ Yo le dije que sí y me dio la mano y dijo, ‘Gracias. Gracias por lo que hiciste’”.