CNNE 256030 - bernie sanders meets with al sharpton in new york

Nota del editor: Errol Louis es el presentador de “Inside City Hall”, un programa político nocturno que se transmite por NY1, un canal de Nueva York solo de noticias. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.

(CNN) – Horas después de llevarse una victoria decisiva sobre Hillary Clinton en las primarias de Nuevo Hampshire, el senador por Vermont, Bernie Sanders, viajó a la ciudad de Nueva York para reunirse con nada menos que el reverendo Al Sharpton, una decisión que sin duda sacudirá a los asesores de Clinton y a la misma candidata.

No porque Sharpton controle directamente un bloque significativo de votos (no es así), sino porque él simboliza una pregunta más amplia con la que el Partido Demócrata se enfrenta: ¿qué harán los votantes afroamericanos cuando el primer presidente negro salga de la Casa Blanca?

La popularidad del presidente Obama con los votantes negros no puede ser exagerada: cuando se postuló a la presidencia, millones de votantes negros se inscribieron y emitieron su voto por primera vez en grandes cantidades en 2008. En 2012, cuando Obama se postuló a la reelección, el número de votantes negros superó al número de blancos por primera vez en la historia. Los votantes negros se inclinan por el Partido Demócrata en un abrumador índice de 80 a 11, según el Centro de Investigaciones Pew, lo que convierte a los negros en el grupo demográfico más leal en la base demócrata, por un amplio margen.

Cualquier esperanza de que los demócratas se lleven la victoria en noviembre depende de una fuerte participación por parte de los votantes negros. Así que es una política inteligente que Clinton y Sanders hagan tantos amigos entre los líderes políticos negros como sea posible. Y hacerse amigo de Sharpton —quien dirige una organización nacional y presenta un programa diario de entrevistas que dura tres horas y se escucha en docenas de mercados alrededor del país— es una muy buena idea.

Como cualquier agente de poder, Sharpton está muy consciente de su estatus. Recientemente me contó de cuando fue abordado por los asesores de Clinton, y le preguntaron qué quería a cambio de apoyar su candidatura. “¿Qué es lo que quiero? ¡Nada!”, me dijo. “He estado en la Casa Blanca para Navidad y en el Super Bowl con el primer presidente negro; he tenido más acceso que cualquier líder de los derechos civiles en la historia. ¿Qué puede hacer Hillary o cualquier otro presidente por mí?”

Esa es una muy buena pregunta, y el equipo de Clinton no es el único que se la ha hecho. Sharpton recientemente fue fotografiado desayunando con Kevin Sheekey, un importante asesor del exalcalde de la ciudad de Nueva York, Mike Bloomberg, un empresario multimillonario que se sabe, está explorando lanzar una posible candidatura independiente a la presidencia.

“Sería interesante. Bloomberg es una de las pocas personas que podría llevar a cabo una candidatura independiente a la presidencia”, dijo Sharpton después de la reunión.

“Para los votantes afroamericanos y latinos, una candidatura de 50 estados aumentará nuestra influencia y logrará que se aborde nuestros intereses. No solo nos estaríamos enfocando en unos cuantos estados de las primarias”, dijo.

El mensaje es claro: los activistas políticos negros como Sharpton quieren ser cortejados y están dispuestos a hablar con cualquier persona —entre ellas Bernie Sanders o Mike Bloomberg— en lugar de conformarse con la candidata del ‘establishment’ demócrata, Hillary Clinton.

En los próximos estados con grandes cantidades de votantes negros —entre ellos Carolina del Sur, Alabama, Georgia y Luisiana— Clinton necesitará no solo de una reticente aceptación, sino también de una movilización enérgica si quiere ganar. Esa es la razón por la que se separó de su campaña recientemente para visitar Flint, Michigan, que en su mayoría cuenta con una población negra, y condenó el desastre de salud ocasionado por el hombre y que tiene matices raciales en ese lugar.

Sin embargo, la conversación entre Sanders y Sharpton deja en claro que Clinton no debería dar por sentado que se llevará los votos de las personas negras. Ella necesitará hacer más gestos como el viaje a Flint y convencer a los líderes políticos negros —no solo a Sharpton— de que los niveles de acceso, orgullo, citas con el gobierno y otros beneficios no desaparecerán cuando Barack Obama se suba al Air Force One una última vez.