(CNN) – Su hijo y el amigo de él mataron a 13 personas en Columbine High School hace casi 17 años. Sue Klebold ha vivido con culpa desde entonces… la culpa de lo que hizo su hijo y cómo ella, una madre amorosa, educó a un chico que se convirtió en un asesino de masas.
Ella solo ha hablado unas cuantas veces con los medios de comunicación en el pasado, pero nunca ha aparecido en televisión. Su primera entrevista en televisión, con Diane Sawyer de ABC, se trasmitirá el viernes a las 10 p.m., hora del este.
En esta, ella habla sobre cómo ha sido la vida después del 20 de abril de 1999, cuando su hijo, Dylan Klebold, y su compañero de clase, Eric Harris, cometieron el que ha sido el tiroteo más mortal en una escuela secundaria en la historia estadounidense. Vestidos con gabardinas negras y empuñando cuatro pistolas, el par se ocupó en abrirse camino a través de la escuela luego de que su plan de hacer estallar a cientos de sus compañeros de clase fallara.
Las imágenes de estudiantes aterrorizados siendo conducidos desde la escuela con sus manos sobre sus cabezas se arraigaron en la memoria nacional.
Señales de advertencia desapercibidas
Sue Klebold nunca pensó que su hijo haría algo tan horroroso.
“Tenía todas esas ilusiones de que todo estaba bien porque, y más que cualquier otra cosa, porque mi amor por él era tan fuerte”, dijo en la entrevista, según un fragmento publicado el jueves.
Cuando su discusión con Sawyer gira hacia cómo muchos otros padres insisten en que ellos habrían visto señales de advertencia y hubieran sido capaces de prevenir los tiroteos, ella dice: “Antes de que ocurriera lo de Columbine, yo habría sido uno de esos padres”.
En un ensayo de 2009 para la revista O, Klebold escribió que su hijo tuvo una infancia divertida, pero que cuando llegó a la adolescencia, las cosas cambiaron. No obstante, ella sencillamente no pensó en lo peor. Ella escribió en O que pensaba que su instinto maternal lo mantendría a salvo, que ella hubiera sabido si había algún problema.
Ella le comenta a Sawyer que una de las cosas que la ha perseguido han sido los pensamientos que tiene casi todos los días sobre los niños y el maestro que murieron innecesariamente.
“Solo recuerdo estar sentada allí y leer sobre ellos”, dice ella mientras contiene las lágrimas”, …todos estos chicos y el maestro. …y no dejo de pensar, he pensado constantemente, cómo me sentiría si fuera al contrario y uno de sus hijos le hubiera disparado al mío. Me sentiría exactamente como ellos se sintieron. Sé que así me hubiera sentido… sé que así hubiera sido”.
Ella ha dicho anteriormente que ella y su esposo no entienden por qué su hijo participó en la masacre.
Una historia con moraleja para los padres
Klebold espera que su historia, la cual cuenta ella en un libro que saldrá publicado la próxima semana, ayude a otros padres a detectar las posibles señales de problemas con sus hijos.
Dylan Klebold tenía 17 años cuando él y Harris, de 18 años, llevaron a cabo su largamente planificado ataque a la escuela secundaria, aproximadamente a 21 kilómetros al sur del centro de Denver. Después de 49 minutos en los que mataron a 13 personas e hirieron a otras 24, cada uno de ellos se suicidó. El número de muertos podría haber sido mucho, mucho peor; las bombas caseras de propano que quedaron en una cafetería donde cientos de estudiantes estaban almorzando fallaron y no explotaron. Tampoco explotaron las bombas colocadas en sus autos, las cuales habían diseñado para matar a las personas que respondieran para ayudar en la escena.
“Ojalá hubiera sabido entonces lo que sé ahora: que era posible que todo pareciera que estaba bien con él cuando realmente no era de esa manera, y que las conductas que yo confundí como normales para un adolescente de mal humor eran en realidad señales sutiles de deterioro psicológico”, escribió Sue Klebold en el sitio web de su libro.
Esto hace eco de lo que escribió en el ensayo para O: “Al educar a Dylan, le enseñé cómo protegerse a sí mismo de una serie de peligros: relámpagos, mordeduras de serpientes, lesiones en la cabeza, cáncer de piel, fumar, beber, enfermedades de transmisión sexual, drogadicción, conducción temeraria, incluso el envenenamiento por monóxido de carbono. Nunca se me ocurrió que el más grave peligro –para él y, como resultó, para tantos otros– podría venir desde adentro. La mayoría de nosotros no vemos los pensamientos suicidas como la amenaza para la salud de la cual se trata. No estamos capacitados para identificarlo en otros, para ayudar a otros apropiadamente, o para responder de una manera saludable si somos nosotros mismos los que tenemos estos sentimientos”.
El publicista de Klebold dijo que ella donará las ganancias de su libro a organizaciones benéficas dedicadas a los problemas de salud mental.