Brian Foy y su esposa Joy Chilson Foy.

(CNN) – Las noticias de Dallas a principios de febrero explotaron alrededor del mundo: el zika puede ser transmitido sexualmente.

Repentinamente, un virus que se suponía que no sería algo revolucionario en Estados Unidos adquirió una dimensión completamente nueva. Esto incentivó a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) a agregar recomendaciones para el sexo seguro a la ya creciente lista de precauciones necesarias para proteger a las mujeres embarazadas de contraer el zika e infectar posiblemente a sus bebés no nacidos.

Pero aquí está lo más sorprendente: el caso de Dallas no fue único. El primer caso conocido de zika adquirido por vía sexual en Estados Unidos en realidad ocurrió hace ocho años en el norte de Colorado, después de una reunión de un esposo con su esposa.

La historia de cómo el microbiólogo Brian Foy contrajo el zika en África y se lo transmitió a su esposa, Joy Chilson Foy, cuando regresó a casa, se lee como una novela de detectives: sangre congelada, pistas falsas, una pista inteligente de África y finalmente el éxito… la prueba de laboratorio que mostraba que Foy le había transmitido sexualmente a su esposa un virus transmitido por mosquitos.

Imanes de mosquitos

Era el verano del 2008. El profesor de la Universidad Estatal de Colorado, Brian Foy, estaba en el sudeste de Senegal con el estudiante de postgrado, Kevin Kobylinski, recolectando mosquitos. Estaban estudiando cómo detener la propagación de la malaria como parte de una beca de investigación de la Fundación Bill y Melinda Gates.

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Cada día, Foy, Kobylinski y el investigador africano, Massamba Sylla, caminaban millas desde su campamento hasta los pueblos de Ibel y Ndebou, anidados en la base de las laderas de esta nación de África occidental. Llegaban antes del amanecer poder capturar mosquitos que se habían alimentado de los habitantes en sus hogares durante la noche.

“Un pueblo estaba tomando invermectina, un medicamento para curarse de un gusano parásito tropical”, le explicó Foy al corresponsal médico encargado de CNN, el Dr. Sanjay Gupta. “Estábamos estudiando qué tanto afecta el fármaco la sobrevivencia de los mosquitos que transmiten la malaria”.

Era un trabajo en un clima caliente y en donde sudabas… justo lo necesario para atraer a los mosquitos sedientos de sangre en busca de su próxima comida. Pero para no ahuyentarlos, los hombres no podían usar repelente de mosquitos.

“Como científico, tú tiendes a poner tu trabajo por encima de tu seguridad personal en algunas ocasiones”, dijo Foy. “Tomamos la profilaxis para el paludismo y nos inyectamos todas las vacunas que tengamos la posibilidad de obtener.

“Pero debido a la naturaleza de nuestro trabajo, en el que caminábamos a través de todo el pueblo hasta que salía el sol, sudando muchísimo y usando aspiradoras sobre nuestras espaldas, las cuales son como aspiradoras grandes que aspiran a los mosquitos fuera de las chozas de las personas, desafortunadamente, estos nos picaban muchísimo”.

Al finalizar su trabajo a finales de agosto, Foy y Kobylinski se dirigieron de regreso a Estados Unidos.

“Cuando regresamos, yo estaba bien”, dijo Foy. “Yo estaba feliz de ver a mi esposa, Joy, a mis cuatro hijos y a todos. No fue sino hasta aproximadamente 10 días después de que dejamos los pueblos que me empecé a sentir enfermo”.

Una enfermedad desconcertante

Se inició con una erupción en la espalda y el torso, dolor de cabeza, sensibilidad a la luz y un dolor cada vez peor e hinchazón en las articulaciones.

“Sin duda alguna, las articulaciones de mis muñecas, tobillos y pulgares, en particular, empeoraron”, dijo Foy. “Recuerdo muy especialmente que después de que había pasado una semana completa, esto realmente me golpeó. Solo sentía la necesidad de cubrirme los ojos y acostarme, estaba realmente cansado”.

Foy pensó que probablemente había contraído un flavivirus, un arbovirus de una familia de mosquitos y garrapatas, transmitido por la hembra del mosquito Aedes aegypti. Ella es una mordedora agresiva que solo se alimenta de seres humanos y prefiere alimentarse durante el día, a diferencia del mosquito portador de la malaria, que pica por la noche. A ella también le gusta vivir, reproducirse y picar dentro de las casas, y rara vez vuela más de un corto salto hacia su siguiente víctima humana.

“Nos gusta decir que ella es la rata del mundo de los mosquitos, altamente adaptados a entornos urbanos tropicales”, dijo Foy. “Las especies suelen reproducirse en huecos de árboles pequeños, en lugares como África Occidental, pero este parece ser un salto muy simple para este mosquito que luego pone sus huevos en neumáticos de segunda mano, latas y basura que se encuentra alrededor de los asentamientos humanos”.

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“También había una gran cantidad de primates no humanos en los pueblos de Senegal”, añadió Foy. “La mayoría de estos arbovirus tienen sus raíces en los primates. Así que los mosquitos pueden picar a un mono y recoger el virus y luego picar a los aldeanos, transmitiéndoles cosas como el dengue, la chicunguña e incluso el zika”.

Pero el zika, el cual fue descubierto únicamente en un bosque de Uganda a finales de la década de 1940, fue el último sospechoso en la mente de Foy. Creyó que era dengue o chicunguña, dos virus que se caracterizan por fiebre, dolor de articulaciones, hinchazón y erupción cutánea. A pesar de su enfermedad, la caza había comenzado.

“Soy un científico, quiero averiguar lo que está pasando y ese es mi campo”, dijo Foy. “Pensé: ‘Bien, necesito tomar una muestra de mi sangre; si logro tener una muestra mientras tengo los síntomas agudos, entonces tenemos la oportunidad de atrapar el virus. Además, necesito documentar mis síntomas y necesito llamar a mi estudiante, Kevin, y ver si él tiene lo mismo que yo’”.

En efecto, Kobylinski había caído enfermo con una erupción y dolores corporales similares, aproximadamente al mismo tiempo que Foy.

“Sin duda alguna, había ocasiones al final del día, en que no podía escribir a máquina en absoluto”, dijo Kobylinski. “Era muy difícil manejar cosas con mis manos”.

“Dije: ‘Muy bien, empieza a documentar tus síntomas, Kevin. Vamos a sacarte sangre’”, recuerda Foy. “Nos sacamos sangre pero, luego, por supuesto, mi esposa cayó enferma.

“Y fue eso lo que realmente empezó a encender una bombilla en mi cabeza que me decía: Bien, aquí está sucediendo algo extraño, porque esto debería haber sido una transmisión de una enfermedad transmitida por mosquitos”.

La búsqueda de un misterioso virus

Para Foy, la única manera científica para comprobar la transmisión sexual era eliminar otras posibles causas, una por una. Puesto que Chilson Foy no había salido del norte de Colorado en más de un año, si hubiera sido picada por un mosquito infectado, tenía que haber sido cerca de su casa.

“Agarré algunas trampas de mi laboratorio, y las coloqué en mi patio, para ver si teníamos mosquitos que pudieran potencialmente ser de la misma especie que pudiera transmitir un arbovirus”, dijo Foy. “Pero esto fue a principios de septiembre en Colorado. En realidad casi no había nada afuera”.

En cualquier época del año, el norte de Colorado no es el lugar en que encontrarás el Aedes aegypti en Estados Unidos. Ella es principalmente una chica del sur, y su mayor concentración se encuentra en los Cayos de la Florida y a lo largo de la frontera entre Texas y México. El otro portador, menos eficiente del zika es el Aedes albopictus, conocido comúnmente como el mosquito tigre asiático. Tampoco es probable que ella se encuentre en Colorado.

Mientras Foy estaba cazando mosquitos, Chilson Foy, una enfermera profesional de oncología, documentaba sus síntomas, tomaba fotos instantáneas de sus erupciones, se sacaba sangre y la certificaba en un laboratorio local.

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“Así que tu esposa ha desarrollado los mismos síntomas que tú hasta el momento y tú estás juntando el rompecabezas. ¿Qué tan enferma llega a estar Joy?, preguntó Gupta.

“Por mucho, ella se puso peor que yo”, dijo Foy. “Su dolor en las articulaciones era más fuerte y duró mucho más tiempo. Ella realmente no pudo abrir latas y cosas por el estilo, durante mucho tiempo. Además, creo que sus síntomas de dolor de cabeza y aversión a la luz eran mucho más fuertes que los míos”.

Además, surgió otra pista. A medida que avanzaba la enfermedad de Foy, él empezó a tener dolor de próstata y sangre en el semen, una elevada evidencia de un vínculo sexual hacia la transmisión del virus.

“Pero cuando le transmitiste el virus a tu esposa, tú te sentías bien, ¿verdad?”, preguntó Gupta. “¿Tú no estabas enfermo en ese momento?”

“Exactamente”, dijo Foy. “Nos acabábamos de ver por primera vez en meses. Tú haces lo que los esposos y las esposas hacen. Pero después, cuando me siento enfermo, no tengo ningún tipo de relaciones. Creo que cualquier caso de transmisión tuvo que haber ocurrido muy pronto después de que yo regresé, antes de que tuviera síntomas”.

‘Muchas cosas que todavía no sabemos sobre el zika’

Al hablar ante el Congreso la semana pasada, el director de los CDC, el Dr. Tom Frieden, fue contundente.

“Literalmente, estamos averiguando más sobre el zika cada día”, dijo. “Pero, aun cuando trabajamos muy duro, todavía hay muchas cosas que no podemos saber ahora y que no podemos hacer ahora”.

Con el estado actual de conocimientos sobre el zika, los funcionarios de salud creen que una persona solo es contagiosa durante el tiempo que tiene síntomas. El problema es que solo una de cada cinco personas con zika no tendrá ningún síntoma en absoluto. En el caso de Foy, parecería que él era contagioso antes de que los peores de sus síntomas comenzaran.

Y luego está la cuestión de cuánto tiempo durará el virus en el semen.

Los testículos masculinos, junto con los ojos, la placenta y el feto, son lo que se conoce como sitios “inmunes privilegiados”, las áreas del cuerpo que tienen una protección especial frente a una respuesta inmunológica inflamatoria. En pocas palabras, esto significa que a tus anticuerpos no les está permitido acabar con los invasores, una manera evolutiva de proteger la procreación.

Aparte del caso de Dallas, los científicos conocen hoy dos casos más en donde el virus zika se ha encontrado en el semen. Uno de ellos fue durante un brote en 2013 en la Polinesia francesa, en el momento en que el virus comenzó su propagación explosiva en todo el mundo. Un hombre tahitiano tuvo tres episodios separados de zika; después del tercero, su semen mostró altos niveles del virus, a pesar de que era indetectable en su sangre.

Un segundo caso documentado en el Reino Unido en 2014 encontró altos niveles del virus zika en el semen hasta 62 días después de la aparición de la enfermedad; de hecho, la carga viral era más fuerte en ese momento que cuando se tomaron las primeras muestras.

Pero en 2008, cuando Foy andaba en busca de respuestas, esas pistas no estaban disponibles.

Sin señales de dengue o fiebre amarilla

A estas alturas, los resultados de las pruebas de sangre habían regresado de la División de enfermedades transmitidas por vectores de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Fort Collins, Colorado, no lejos del laboratorio de Foy en la universidad. Los paneles de anticuerpos de Foy y de Kobylinski mostraron una reactividad cruzada con el dengue y la fiebre amarilla, lo que significa que habían sido vacunados o expuestos a esos virus.

Pero los resultados de Chilson Foy no mostraron nada. Nada de dengue, nada de fiebre amarilla, ningún anticuerpo para ninguno de los virus del panel.

El zika no estaba en la prueba, era demasiado nuevo, demasiado aislado, demasiado obscuro. Ninguno había pensado en añadirlo.

Desconcertado, Foy arrojó las muestras de sangre de nuevo en el refrigerador en su laboratorio y continuó con su vida.

Un caso de serendipia

Un avance rápido de un año y el estudiante de postgrado, Kobylinski, estaba de regreso en Senegal, replicando los estudios de campo de malaria en pueblos adicionales.

En un giro del destino, se se encontró almorzando con Andrew Haddow, investigador que trabaja para el Instituto de investigaciones médicas de enfermedades infecciosas del Ejército de Estados Unidos. El abuelo de Haddow, Alexander Haddow, fue un entomólogo famoso que había estado estudiando las enfermedades tropicales en la selva de Uganda durante décadas.

“Estábamos bebiendo cervezas y discutiendo las dificultades de trabajar en África, sin electricidad ni agua corriente”, le dijo Kobylinski a Gupta de CNN. “Su equipo de investigación estaba allí para estudiar los virus desconocidos que afectan a las personas en esa región. Yo mencioné que probablemente tuvimos uno de estos virus menos conocidos y le describí los resultados que habíamos recibido de los CDC y los síntomas que tuvimos. Me dijo que pensaba que podría ser potencialmente el virus zika”.

“¿Cómo se dirigió su mente al zika?”, preguntó Gupta, “¿Por qué pensó en eso?”

“Bueno, su abuelo fue el hombre que descubrió el virus zika”, dijo Kobylinski. “Tú sabes, originalmente del bosque Zika en Uganda”.

De vuelta en Estados Unidos, Foy estaba intrigado.

“Básicamente, decidimos: ‘Por Dios, debemos investigar esto”, porque no estábamos realmente satisfechos con los resultados originales puesto que no fueron concluyentes”, recuerda Foy. “En especial con relación a mi esposa”.

Así que salieron las muestras de sangre congeladas. En esta ocasión, ellos se las enviaron a Haddow, quien hizo que las procesaran en el Centro Médico de la Universidad de Texas en Galveston, Texas. Las pruebas regresaron y confirmaron que las tres muestras eran positivas, entre ellas la de Chilson Foy: era zika.

Otro laboratorio confirma los resultados. Y finalmente, el misterio estaba resuelto, al menos hasta donde podía resolverse. El científico dentro de Foy seguía siendo cauteloso sobre la interpretación de sus resultados.

“En realidad nosotros no aislamos el virus, no pudimos hacerlo, no pudimos atraparlo a tiempo”, dijo. Nuestros datos fueron la confirmación indirecta de esa hipótesis a través de pruebas de anticuerpos. Después de que seguimos los anticuerpos, era evidente que tuve zika. Kevin claramente tuvo zika, y mi esposa definitivamente tuvo zika, porque ella no tenía ningún anticuerpo de reacción cruzada de nada”.

Emocionado, el equipo decidió publicar lo que habían descubierto. El documento, cuidadosamente titulado “Probable Non-Vector-borne Transmisión of Zika Virus” (Transmisión del virus zika que probablemente no fue trasladado por vectores), fue publicado en mayo de 2011 en el Journal of Emerging Infectious Diseases (Revista de Enfermedades Infecciosas Emergentes). Aunque Foy, su esposa y Kobylinski figuran como autores, sus identidades se disfrazan como Paciente Uno, Paciente Dos y Paciente Tres a fin de proteger su privacidad, algo extremadamente importante para Chilson Foy. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Foy, que nunca disimula, fuera expuesto.

“En una ocasión, un periodista inteligente que leyó el artículo, se puede decir que de forma instantánea sumó dos más dos y dijo: ‘Está claro que eres el Paciente Uno o el Paciente Dos, y el otro es el Paciente Tres’”, dijo Foy. “Lo reconocí y, por supuesto, luego de eso, se podría decir que como que el asunto se salió de las manos”.

Pero no en una buena manera, los medios de comunicación invadieron la privacidad de Chilson Foy a cada paso, y las menciones científicas del artículo a menudo desestimaban los hallazgos como “no concluyentes”, “sin fundamento” y como un “caso aislado”.

El virus zika fue transmitido por vía sexual en Texas, dicen los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades

Eso es, hasta ahora, hasta el caso de Dallas.

“¿Acaso esto es algo que los redime, en alguna manera?”, le preguntó Gupta a Foy. “Nadie quiere ser el primero cuando se trata de algo como esto, pero el hecho de que tú lo hayas reconocido, que tú lo hayas escrito, ¿hiciste todo esto hace casi una década?”

“Se podría decir que me siento orgulloso de eso”, dijo Foy con una sonrisa. “Creo que cualquiera que haya tenido dudas respecto a esto, cualquier colega, simplemente estaba siendo un científico escéptico, de la manera en que debe ser, quería ver más pruebas”.

La sonrisa se apaga… “Desafortunadamente, ahora tenemos más pruebas”.