Varias víctimas yacen en el suelo de la terraza de un restaurante atacado por terroristas en París, el 13 de noviembre de 2015.

Nota de editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America y profesor de práctica en la Universidad Estatal de Arizona. Él es el autor del nuevo libro “United States of Jihad: Investigating America’s Homegrown Terrorists” (Estados Unidos del yihad: investigación de los terroristas estadounidenses de cosecha propia” del cual se ha adaptado este artículo, en parte.

(CNN)  - El director de la CIA, John Brennan, quien apareció en el programa de CBS: “60 Minutes” del domingo, dijo acerca del hecho de que ISIS planifique organizar ataques en Estados Unidos: “Claramente, estoy esperando que ellos intenten implementar los operativos, el material o cualquier otra cosa que necesiten hacer o que inciten a personas para llevar a cabo estos ataques. Así que creo que sus intentos son inevitables, pero no creo que sus éxitos necesariamente lo sean”.

¿Acaso en Estados Unidos podría ocurrir un ataque terrorista de ISIS a gran escala?

Después de todo, un grupo de ocho pistoleros de Francia y Bélgica, todos ellos entrenados por ISIS en Siria, lanzaron una serie de ataques en París que mataron a 130 personas, el 13 de noviembre.

La semana pasada, la oficina del director de inteligencia nacional de Estados Unidos publicó su “Worldwide Threat Assessment” (Evaluación de amenaza a nivel mundial), en la cual se observó que al menos 6.900 militantes de países occidentales han viajado a Siria desde 2012.

Fueron ese tipo de veteranos de la guerra santa siria los que lanzaron los ataques de París.

Pero la probabilidad de un ataque a gran escala de parte de ISIS en Estados Unidos es bastante pequeña porque la cantidad de estadounidenses entrenados por la armada terrorista alcanza docenas, y ninguno de ellos parece haber regresado a Estados Unidos.

Esto se compara de manera bastante favorable con los miles de europeos que han sido entrenados por ISIS, muchos de los cuales han regresado a sus países de origen.

De hecho, para la pequeña cantidad de estadounidenses que ha viajado a Siria para combatir con los grupos militantes, este ha sido, en su mayoría, un pasaje de ida. De las 23 personas de quienes se ha conocido públicamente que han llegado a Siria, nueve han muerto mientras combatían para ISIS o para otras organizaciones militantes.

Los estadounidenses que murieron a menudo carecían de destrezas en el combate –como Nicole Mansfield, de 33 años de edad, de Flint, Michigan, quien fue asesinada en 2013– o murieron en un ataque suicida como sucedió con Moner Mohammad Abusalha, de Florida, en una operación dirigida por la afiliada siria de Al Qaeda en 2014.

En Estados Unidos solamente ha habido un caso de un combatiente entrenado en Siria que regresó y presuntamente planificó un ataque.

Abdirahman Sheik Mohamud, de 22 años de edad, de Columbus, Ohio, viajó a Siria a mediados de abril de 2014 y luchó allí antes de regresar a casa aproximadamente dos meses más tarde.

El gobierno afirma que un clérigo en la afiliada siria de al Qaeda le dijo a Mohamud que debía regresar a Estados Unidos para llevar a cabo un acto de terrorismo y que discutió algún tipo de plan (con un informante) para matar a soldados estadounidenses en una base militar en Texas. Mohamud se ha declarado inocente.

La amenaza en Estados Unidos, casi en su totalidad, se presenta en la forma “lobos solitarios” auto radicalizados “de cosecha propia” que podrían encontrar que ISIS los inspira pero que no han sido entrenados por el grupo. De hecho, ninguno de los perpetradores de los ataques mortales llevados a cabo en Estados Unidos desde el 9/11 ha recibido entrenamiento de organizaciones terroristas en el extranjero.

Todos, Carlos Bledsoe, quien mató a un soldado estadounidense en Little Rock, Arkansas, en 2009; el comandante Nidal Hasan, quien mató a 13 en Fort Hood, Texas, el mismo año; los terroristas de la maratón de Boston de 2013 y la pareja casada que mató a 14 en San Bernardino en diciembre –y quienes fueron inspirados por ISIS– fueron de los que se llaman lobos solitarios, y ninguno de ellos fue entrenado ni recibió dirección de una organización terrorista.

Tales yihadistas lobos solitarios han matado un total de 45 estadounidenses en Estados Unidos en la última década y media; cada una de estas muertes es una tragedia, pero esto no es nada que se compare remotamente a la escala de la catástrofe nacional que se desarrolló en la mañana del 9/11. Estos ataques tampoco son de la magnitud de lo que se desarrolló en París en noviembre.

En primer lugar, Estados Unidos está protegido por su geografía. Puedes manejar desde Damasco hasta París, pero no puedes, por supuesto, manejar desde Damasco hasta Nueva York.

En segundo lugar, está protegido ya que tan solo un número relativamente pequeño de musulmanes estadounidenses se han adherido a la ideología de ISIS y es un número aún más pequeño en realidad el que ha llegado a Siria para unirse a ISIS.

Todo esto hace que la posibilidad de un ataque organizado de parte de ISIS en Estados Unidos sea improbable.

Lo que es más plausible es que un recluta estadounidense inspirado por ISIS podría llegar directamente a los miembros de ISIS en Siria a través de una plataforma codificada de redes sociales en busca de algún tipo de instrucciones específicas para un ataque. Esto crearía una conspiración combinada que fuera tanto inspirada como dirigida por ISIS, en la que se incorporen elementos del ataque de San Bernardino y de las masacres de París.

Ya hemos visto un presagio de esto en mayo, cuando uno de los dos militantes estadounidenses inspirados por ISIS que atacó el concurso de los dibujos animados del profeta Mahoma en Garland, Texas, envió más de 100 mensajes codificados a un terrorista en el extranjero, según el FBI.

Aun así, existe un límite natural acerca del tipo de caos que estos militantes estadounidenses individuales pueden lograr sin un entrenamiento real de una organización terrorista.

El ataque lanzado por los dos militantes en Garland fue un fracaso espectacular. La policía los mató a ambos antes de que pudieran hacerle daño a alguien.