(CNN) – El panorama no fue muy favorecedor para Hillary Clinton y Bernie Sanders el miércoles por la noche.
A Clinton le preguntaron si había mentido sobre Bengasi, si ella podría ser acusada por sus correos electrónicos y por qué la ven con tanta desconfianza. A Sanders lo presionaron sobre los comentarios que hizo a mediados de la década de 1980 en relación a Fidel Castro y fue presionado para que defendiera su voto en el 2007 contra la ley de reforma migratoria.
Un día después de la llamativa victoria de Sanders en Michigan, ambos candidatos estaban trabajando en su estrategia en el único debate antes de las próximas votaciones críticas del martes en Florida, Ohio, Illinois y Carolina del Norte.
Estas son cinco conclusiones del debate del miércoles por la noche, organizado por Univision y The Washington Post:
Ya no más puntos intermedios sobre la inmigración
Tanto Clinton como Sanders rompieron con la administración de Obama y prometieron detener las deportaciones de inmigrantes indocumentados que no tienen registros criminales.
“Puedo hacer esa promesa”, dijo Sanders.
“No quiero que los deporten. Quiero ver que se encaminen a obtener la ciudadanía. Eso es exactamente lo que haré”, dijo Clinton.
Ambos candidatos descartaron la propuesta de Donald Trump de construir un “gran y hermoso muro” a lo largo de la frontera de Estados Unidos-México como una fanfarronada.
“Según entiendo, él está hablando de un muro muy alto… una pared alta y hermosa, mejor que la Gran Muralla china”, dijo Clinton. “Es solo una fantasía”.
Expuso una enorme brecha entre las dos partes: el favorito entre los republicanos quiere deportaciones masivas. Los candidatos demócratas no quieren hacer deportaciones en lo absoluto. Ya no existe un término intermedio.
La evaporación de cualquier tipo de terreno común en el tema de la inmigración ayuda a explicar la difícil situación política de los candidatos republicanos que han apoyado amplias medidas de reforma, como el senador de Florida, Marco Rubio, y los candidatos que se retiraron de la contienda, el senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham, y el exgobernador de Florida, Jeb Bush.
También subraya la razón por la que las elecciones del 2016 tienen mucho que ver con motivar a la base de cada partido, en lugar de apelar a los votantes en el medio. El centro no se mantuvo.
El drástico giro de Clinton
Hace apenas unos días Clinton estaba aprovechando una ola de victorias de Supermartes, estaba dejando a un lado sus ataques contra Sanders, buscando la manera de apelar a sus seguidores y poniendo su mirada en los republicanos… en particular en Donald Trump.
Si había optado por un modo de elecciones generales, ella tuvo que volver a las elecciones primarias el miércoles por la noche.
Poco tiempo después de haber perdido en Michigan, Clinton empezó a atacar a Sanders en todas las preguntas… y la mayoría de las veces, Sanders la enfrentó como ella quería.
Clinton representa a Sanders como un enemigo del icono liberal Ted Kennedy, señalando que él había votado “en contra de la reforma migratoria de Ted Kennedy, en la que había estado trabajando durante años antes de que usted llegara”.
Ella lo atacó por oponerse al rescate de automóviles, a pesar de que los encargados de comprobar los hechos ya habían señalado que el ataque era como seleccionar un elemento de un proyecto de ley de rescate bancario mucho más grande… utilizando ese tema para representar a Sanders como alguien tan rígido en su ideología que no puede hacer las cosas.
“Les diré, se trataba de un voto difícil. Una gran cantidad de los votos que emiten son votos difíciles”, dijo Clinton. “Pero el hecho es que el dinero que rescató a la industria del automóvil se encontraba en ese proyecto de ley”.
Todo fue un recordatorio de que la contienda presidencial demócrata podría no estar ni cerca de terminar. El próximo martes —cuando Florida, Carolina del Norte, Ohio, Illinois y Misuri voten— era el día en que Clinton esperaba sacar a Sanders de la contienda. Ahora, Sanders representa una seria amenaza en todo el Medio Oeste.
Por supuesto, ambos candidatos lanzaron sus ataques contra Trump. Clinton se refirió a él como “anti-estadounidense” y Sanders lo llamó alguien que “insulta a los mexicanos, que insulta a los musulmanes, que insulta a las mujeres, que insulta a los afroamericanos.”
Pero la estrategia de Clinton giraba en torno a derribar a Sanders.
‘No soy una política innata’
Clinton de forma poco común francamente admitió cuando se le presionó por qué tantos estadounidenses la consideran poco fiable.
“No soy una política innata, en caso de que no se hayan dado cuenta, al igual que mi esposo y el presidente Obama. Así que considero que tengo que hacer lo mejor que pueda”, dijo Clinton, añadiendo que espera que “la gente se dé cuenta que estoy luchando por ellos”.
Fue un momento efectivo… un reconocimiento de introspección de una política que ha luchado para proyectar autenticidad.
Eso ocurrió inmediatamente después de un momento conmovedor entre Clinton y una mujer que había discutido sus dificultades luego de que su esposo indocumentado fuera deportado.
“Por favor, quiero que sepan lo valiente que creo que son, viene aquí con sus hijos para contar su historia. Este es un increíble acto de coraje que no creo que muchas personas realmente entienden. Y quiero que sepan eso”, dijo Clinton.
No fue Bill Clinton quien personalizó la deuda nacional en un debate de 1992 al hablar de las personas que sabe que han perdido sus trabajos. Pero Hillary Clinton no necesariamente tiene que tener la habilidad de hacer que el público sienta el dolor de un estadounidense que lucha de la forma en que lo hizo su esposo. Ella solo tiene que asegurarse de que su mensaje económico establezca una conexión.
La simplicidad de Sanders
Cuando Clinton ataca, ella aborda un detallado caso punto por punto sobre por qué Sanders estaba equivocado… como si estuviera ofreciéndole a la audiencia una presentación de PowerPoint.
Luego, Sanders simplemente cambia de tema.
La sencillez de su mensaje general, y la habilidad con la que se despliega cuando está bajo ataque, hace que sea difícil de asestarle un golpe efectivo al senador de Vermont.
Durante el segundo debate democrático consecutivo, Clinton trató de atacar a Sanders por oponerse al Banco de Exportación-Importación, al señalar que se ha alejado de los demócratas y se ha unido a grupos conservadores de línea dura y a los grupos respaldados por los hermanos Koch para abolirlo.
¿Su refutación? “Se trata de un bienestar corporativo, y sí, me opongo al bienestar corporativo”.
Ella atacó su apoyo a un sistema de seguro médico para todos tipo Medicare, con el argumento de que la idea de Sanders es como hacer castillos en el aire y que los demócratas acaban de ganar una batalla muy reñida para el Obamacare.
“Lo que la secretaria Clinton está diciendo es que Estados Unidos debe continuar siendo el único país importante en la tierra que no garantiza asistencia médica a toda su gente”, contraatacó a Sanders, haciendo que la multitud se quejaran por el hecho de que las compañías farmacéuticas de prescripción mantienen el control sobre el capitolio.
No solo es una diferencia estilística. Las posiciones políticas de Sanders son inflexibles y las de Clinton no lo son.
Sanders demostró el valor que eso puede tener en la fase de debate durante la mayor parte de la noche… y luego la responsabilidad que podría representar, si no entre los demócratas, luego en la elección general, en los últimos minutos.
Se le mostró un video de sí mismo en la década de 1980 y se le preguntó sobre las diferencias entre el socialismo y el comunismo. Sanders respondió que se oponía a la intervención de Estados Unidos en América Latina.
El episodio le dio la oportunidad a la campaña de Clinton por la negativa de Sanders a rechazar a los Castro —a quien había elogiado décadas antes— y sirvió como un recordatorio de que su pasado activista es un terreno fértil para los ataques.
Análisis sobre votaciones anteriores en relación a la inmigración
En lo que va de este año, esa fue la descarga más tediosa de la investigación de la oposición en un escenario de debate presidencial.
Los candidatos incluso lo percibieron… siendo muy cuidadosos en sus ataques al inicio antes de lanzar sus mejores golpes.
Clinton atacó a Sanders por su voto en contra de un proyecto de reforma integral de la inmigración en el 2007.
“Basta con pensar… imagina dónde estaríamos hoy si hubiéramos logrado una reforma integral de la inmigración hace nueve años. Imagina cuántas más familias seguras habría en nuestro país que no tendrían que temer por la deportación de un ser querido, sin tener que preocuparse más de que los encuentren”, dijo.
Sanders respondió al arremeter contra las disposiciones de trabajadores invitados de la medida del 2007, al decir que los trabajadores fueron abusados, “y si defendían sus derechos, serían expulsados del país. Por supuesto, ese tipo de esfuerzo conduce a una carrera hacia el abismo para toda nuestra gente”.
También atacó a Clinton por oponerse a las licencias de conducir para los inmigrantes indocumentados, y Clinton atacó a Sanders por votar en el 2006 para proteger a un grupo de vigilantes de la frontera, el “Minutemen”.
Sentí como si el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie —famoso por atacar las peleas de sus colegas del senado sobre los detalles exactos de las proposiciones y enmiendas en el escenario del debate republicano— podría haber estado a punto de lanzarse al escenario para pedirles a gritos a ambos que se bajaran.
Sus debates sobre leyes antiguas estaban todas fuera de lugar en cuanto a la posición de los candidatos en el 2016. En gran medida estuvieron de acuerdo en relación a los problemas relacionados con la inmigración. De hecho, su verdadero objetivo dentro del Partido Demócrata es Obama, quien ha sido mucho más agresivo en cuanto a la deportación de inmigrantes indocumentados comparado con la posición que Sanders y Clinton tendrían.