(CNN) – Un hombre parapléjico de 29 años de edad está viajando más de 3.500 millas (5.670 kilómetros) a través de China… en silla de ruedas.
Quan Peng, de la provincia de Gansu en el oeste de China, partió de Beijing en agosto de 2014 y ha visitado 43 ciudades y pueblos en cinco provincias. En los próximos seis meses, espera llegar al extremo sur de China… su destino final.
¿El objetivo de su viaje épico? Quiere que las personas con discapacidades físicas como él sean tratadas de la misma forma que cualquier otra persona.
“Lo veo como una batalla”, le dijo Quan a CNN. “No solo estoy luchando contra mi discapacidad, sino contra la discriminación”.
Quan ha viajado con un presupuesto reducido. Hasta el momento, él se ha desplazado en su silla de ruedas por sí mismo… y tiene bíceps abultados para demostrarlo.
Él dormía en una tienda de campaña o en su silla usando solo un paraguas para resguardarse, y acampaba afuera de hospitales, bancos y baños públicos.
Las pocas veces que trató de quedarse en hoteles, no lo dejaron entrar.
“Los dueños de restaurantes se niegan a atenderme porque me ven como un mendigo; voy a un hotel y me dicen que todas las habitaciones están reservadas”.
Obligado a arrastrarse
China tiene 85 millones de personas con discapacidades, de acuerdo con las más recientes estadísticas de la Federación de Personas con Discapacidad de China.
Aunque el país ha intentado mejorar los accesos al instalar rampas para sillas de ruedas y baños para discapacitados en grandes ciudades como Beijing, las barreras persisten y muchos son discriminados en los lugares de trabajo y en los centros educativos.
Quan se trasladó a Beijing en el 2013, donde encontró un trabajo en servicio al cliente.
Renunció un año después para empezar su viaje por el país, revisando instalaciones para discapacitados en ciudades y pueblos, también visitando museos con el fin de obtener información sobre diferentes lugares.
Inicialmente pensó que su viaje tomaría nueve meses, pero luego de 566 días, y continúa, al parecer tomará más de dos años.
“La batalla contra la discapacidad incluye mi propia condición física y las barreras que existen”.
Sus mayores desafíos tuvieron lugar en Taishan, una de las montañas sagradas de China. Demasiado orgulloso para pedir ayuda, se arrastró hasta la cumbre.
“No hay lugar al que no pueda llegar después de eso”, dijo. “Ya no tengo barreras mentales”.
Sin embargo, un sentimiento de humillación perdura:
“¿Cómo es posible que un país pueda dejar que 80 millones de personas con discapacidades físicas se arrastren para desplazarse?”
Odisea en silla de ruedas
Quan, quien fue confinado a permanecer en casa durante ocho años, quiere usar su odisea en silla de ruedas para aumentar la conciencia sobre la necesidad de instalaciones accesibles para personas discapacitadas en todo el país, las cuales, según Quan, son escasas y están mal diseñadas.
Ningún lugar, entre todos los lugares que visitó, se destaca por ofrecer una gran experiencia a un viajero con discapacidad. En muchos de los baños para discapacitados que encontró no podía dar la vuelta en su silla de ruedas. Otros estaban cerrados.
Incluso en ciudades como Beijing y Shanghái, las cuales están mejor equipadas para la comunidad de discapacitados, Quan dice que no puede tomar un autobús.
Dado que viaja solo, se le ha negado cualquier tipo de ayuda financiera. Él quiere depender de sí mismo.
“Quiero hacer lo mejor que pueda para que la gente sepa que podemos trabajar, somos capaces de crear valor; no somos personas inútiles que se quedan en cama todo el día”.
Jessie Jiang contribuyó con este reporte.