El astronauta mexicano José Hernández (izq) busca ser una inspiración para nuevas generaciones con su historia.

(CNNMoney) – Millones de niños sueñan con viajar al espacio. Pero José Hernández hizo su sueño realidad, y lo logró superando barreras increíbles.

Al ser hijo de inmigrantes mexicanos dedicados a la agricultura, su educación fue constantemente interrumpida mientras su familia batallaba con las cosechas. Casi siempre, se pasaban de diciembre a febrero en México.

Hernández y sus hermanos tenían que aprender por si solos con tareas de maestros estadounidenses durante esos meses. Pero con las interrupciones constantes, Hernández no tuvo un inglés fluido hasta que cumplió 12 años.

Pero siendo constante, Hernández logró una maestría en ingeniería eléctrica y computación de la Universidad de California, en Santa Barbara, y cumplió su objetivo de convertirse en un astronauta. No solamente ha viajado al espacio como un especialista de misión en la Estación Espacial Internacional, sino que ahora tiene su propia fundación, Reaching for the Stars.

El grupo busca orientar a los jóvenes en el centro de California que estén interesados en los campos que abarcan el STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), y provee becas para los estudiantes de preparatoria próximos a graduarse.

Te contamos la historia de éxito de Hernández.

José Hernández a los 7 años.

¿Cómo fue tu etapa de crecimiento?

Mi infancia fue típica de una familia agricultora y trabajadora, una familia que pasa nueve meses del año recolectando frutas y vegetales del sur al norte de California. Mientras otros esperaban con ansias las vacaciones de verano, yo las odiaba. Las vacaciones de verano significaban que yo trabajaba los siete días de la semana en la cosecha.

Sin embargo, yo la tuve más fácil que mis hermanos y hermanas. Tenía tres hermanos más grandes que me ayudaban con la tarea. Mi madre se sentaba con nosotros en la mesa y no nos dejaba irnos hasta que no termináramos la tarea. Nos motivó a todos al tener confianza en nosotros y nos pidió que tuviéramos altas expectativas. Ir a la universidad no era una opción, era cuestión de tiempo.

La vida fue dura, pero no lo sabíamos, porque estábamos acostumbrados a ello.

Jose (con el sombrero) con su hermana, Leticia y su hermano Gilberto.

Pero en mi adolescencia, me avergonzaba de vivir en el barrio. Vivíamos en áreas deplorables porque eran el tipo de lugares en donde nos alcanzaba para vivir. Mi contexto bicultural me hizo sentirme como extranjero, no era lo suficientemente estadounidense, pero tampoco mexicano.

El amor, apoyo y las altas expectativas de mis padres me ayudaron a encontraron el camino al éxito, porque pudo haber sido una historia diferente.

Solía juntarme con cuatro jóvenes en el barrio. De ellos, uno se suicidó, otro murió de una sobredosis de droga y el otro terminó en las calles de California.

¿Cuándo cambiaron las cosas para ti?

Recuerdo que un día, tras recolectar las verduras, mis hermanos y yo estábamos cansados, sudorosos, sucios y olorosos. Nuestro padre nos dijo, “están viviendo su futuro ahora. No los voy a forzar a que vayan a la escuela o que tengan buenas calificaciones. Pero si no estudian, esto será tu futuro”.

Pero no importaba que tanto estudiara, nuestra vida moviéndonos de lugar a lugar no era algo apropiado para recibir una buena educación. Mi maestro de segundo año, frustrado por las interrupciones constantes, acudió a mi casa para convencer a mis padres que este tipo de vida nos estaba haciendo daño.

Al año siguiente, las cosas cambiaron. Nos movimos a Stockton, California, todo un año, visitando México solamente en las vacaciones de Navidad.

La estabilidad me ayudó. Comencé a hablar un mejor inglés y me enfoqué en aprender más.

¿Cuándo comenzó el interés por el espacio?

Comencé a soñar con viajar al espacio tras ver el aterrizaje de Apolo 17 en la luna, cuando tenía 10 años. Esa fue la última misión a la luna. ¡Me dio mucho gusto verla!

Salí y vi la luna, regresé, veo la tele y observo que estos hombres están caminando en ella.

Esa noche le compartí el sueño a mi padre. En lugar de hacerla menos, me dio una clave para éxito: decide lo que quieres en la vida. Reconoce que tan lejos estás de tu objetivo. Dibuja un mapa de donde estás ahora y a donde quieres llegar. Obtén tu educación y haz un esfuerzo.

“Siempre haz más de lo que la gente espera de ti, hijo”, me comentó mi padre.

¿Hay algo más que contribuyó en tu éxito?

Mi esposa jugó una parte clave en mi perseverancia. Fuí rechazado del programa de astronautas de la NASA 11 veces. La gente usualmente es rechazada dos veces antes de que sea aceptada.

El sexto año del rechazo de la NASA, rompí la carta y la tire en el piso. Iba a renunciar, pero mi esposa me pidió que no lo hiciera.

“Deja que sea la NASA la que te descalifique, no tú”, me comentó.

Me rechazaron 11 veces. No fue hasta la duodécima ocasión en la que finamente fue seleccionado. Tenía 41 años cuando me convertí en un astronauta. La edad promedio de los nuevos astronautas es de 34 años.

¿Qué pasaba por tu mente momentos antes de que despegaras hacia el espacio?

En 2009, fui parte de una misión de 14 días para terminar de construir la Estación Espacial Internacional. Antes del lanzamiento, los astronautas tienen tiempo a bordo de la nave para verificar que todo esté en orden y reflexionar.

Observé la bandera estadounidense en mi hombro y recordé cuando recolectaba frutas en el campo, en mi infancia, y ahora estaba a punto de viajar hacia el espacio en una pieza compleja de equipamiento, representando a Estados Unidos.

¿Cómo han influido en ti tus modelos a seguir?

Cuando estaba en mi último año de preparatoria escuché sobre Franklin Chang Diaz, el primer astronauta hispano. Fue entonces cuando el sueño de mi infancia comenzó a tener sentido y me enfoqué. Ver a alguien que se parecía a mí me empujó a conseguir mi objetivo.

Él hablaba con un acento, tenía la piel morena y venía de un lugar humilde, como yo. No hablaba un inglés fluido sino hasta que tuve 12 años.

Ahora quiero inspirar a la siguiente generación a través de mi fundación en el centro de California. Invitamos a compañías como Google para ayudar a despertar el interés de los estudiantes de primaria. Hay una academia de ciencia para adolescentes de secundaria y preparatoria, que les ayuda en matemáticas y tutorías. También damos becas a los recién graduados de la prepa.

Decidí contender para el Congreso en 2012, pero perdí en una contienda cerrada. Ahora, quiero hacerlo de nuevo, en 2018.

Ver a candidatos como Donald Trump es una motivación, así que no me descarten. Suficiente es suficiente.