La Escuela Internacional de Fútbol Evergrande es la academia de fútbol más grande del mundo.

GUANGDONG China (CNN) – Elevándose en la neblina de la mañana temprana como un castillo de Disney, se visualiza la imponente fachada de lo que el presidente Xi Jinping espera que sea el futuro del fútbol chino.

La Escuela Internacional de Fútbol Evergrande está al frente y al centro del esfuerzo por traer la gloria futbolística a una nación que actualmente languidece en los niveles más bajos de ese deporte.

El líder de China no ha ocultado su amor por el “hermoso juego”. También ha dejado claro que quiere ver a China calificar para ser anfitrión y, algún día, ganar la Copa del Mundo.

Y en China, lo que Xi dice, Xi casi siempre lo consigue.

En años recientes, miles de millones de dólares han sido reinvertidos en el juego chino, en su mayoría en firmas de contratos de marquesinas de alto perfil en su liga profesional.

El récord de transferencia fue roto 4 veces en el espacio de un mes durante el cierre de la temporada ya que los equipos de la Superliga de China gastaron más durante la ventana de transferencia de invierno que incluso lo que gastaron sus contrapartes de la Premier League inglesa.

Figuras como los mediocampistas brasileños Alex Teixeira y Ramires, así como del delantero colombiano Jackson Martínez, acapararon los titulares cuando dejaron Europa para irse a China con contratos millonarios. Pero son muchas más las cosas que suceden detrás de bambalinas.

Además de la compra de jugadores, varios de los principales clubes de China le están inyectando dinero a las bases del juego… concretamente el fútbol juvenil.

Pero esto no es meramente por el amor al juego. Los expertos dicen que todo se trata de comprar el favor de Xi.

“Para un multimillonario chino, unos cuantos cientos de millones de dólares son un bajo precio a pagar”, dice Rowan Simons, observador de fútbol de China.

En una escala Evergrande

En solo 10 meses y a un costo de 185 millones de dólares, la empresa inmobiliaria Evergrande tomó una zona rural del sur de China y la convirtió en la escuela de fútbol más grande del mundo.

Si todo va según lo previsto, los niños que hoy en día aprenden a atrapar y a pasar una pelota podrían ser los que en unos cuantos años se pongan una camiseta de uno de los primeros equipos y corran en el Estadio Tianhe del Guangzhou Evergrande.

Colocada orgullosamente fuera de las puertas delanteras de la escuela se encuentra una réplica de 12,19 metros del trofeo de la Copa Mundial de la FIFA… un recordatorio diario de la meta final.

He Xinjie, de catorce años, dejó a su familia en la vecina provincia de Fujian casi cuatro años atrás para perseguir ese sueño.

La escuela tiene 2.800 estudiantes y más de 50 campos de futbol.

“Espero lograr entrar en el equipo de fútbol nacional y luego llegar a los clubes españoles como Barcelona y Real Madrid”, dice el menudo deportista adolescente, con una sonrisa irónica. “O bien, entrar en el equipo nacional y luchar por el orgullo nacional”.

Él es uno de los mejores jugadores de su categoría en China y está aquí becado.

Sin la beca, él aún estaría pateando una pelota alrededor de las calles empolvadas de su pueblo natal, nos dice. Pero él es uno de los afortunados y ya ha ido con la escuela a España a jugar contra algunos de los mejores que Europa tiene para ofrecer.

“Me siento muy afortunado”, dice, casi avergonzado.

Un sabor español

Él es uno de los 2.600 niños y 200 niñas de todo el país –incluyendo el Tíbet, nos dice orgullosamente nuestro guía– quien vive y respira fútbol aquí.

La razón detrás de su deseo de llegar a La Liga de España pronto se hace evidente.

Gritos de “buen pase” y “gol” resuenan a través de las 50 canchas. Dos docenas de entrenadores españoles, como resultado de una asociación con el Real Madrid, gritan instrucciones… traducidas al instante en chino y repetidas con mucha vehemencia.

Desafortunadamente, para la mayoría si no es que para todos –casi 3.000– los estudiantes aquí, eso es lo más cerca que lograrán estar jugando para los gigantes europeos.

El entrenador español, Sergio Zarco Diaz, dice que la técnica promedio es buena pero que se necesita trabajar en la táctica.

Después de dos décadas como entrenador en Europa, Sergio Zarco Díaz cambió la soleada España por un reto en China.

En sus cuatro años aquí, él dice que el nivel ha mejorado dramáticamente pero admite que los jóvenes chinos tienen un largo camino por recorrer.

“Lo que notamos es que el nivel técnico de los niños es alto, pero que la mayor diferencia se percibe desde el punto de vista táctico, sobre todo en el proceso de la toma de decisiones”, explica.

Una actividad costosa

China ha clasificado para una sola Copa Mundial –en Japón y Corea del Sur en 2002– pero las cosas no se dieron según el plan. El equipo de China quedó fuera en la fase de grupo al perder los tres partidos sin anotar un solo gol.

Es un problema que vimos de antemano. Un montón de resoplidos pero sin mucho producto final.

Todos los sábados por la mañana, las 50 canchas están en uso ya que los equipos de la escuela se enfrentan entre ellos y toman un descanso del entrenamiento de la semana para poner sus habilidades a prueba.

El extenso campus de 67,58 hectáreas se encuentra en la provincia de Guangdong.

Los entrenadores españoles merodean la línea de banda acompañados por sus intérpretes. El único sonido que ahoga sus instrucciones son los chillidos de los emocionados padres que aprovechan esta oportunidad el fin de semana para ver a sus hijos.

Ellos están pagando hasta 60.000 yuanes (9.200 dólares) al año para enviar a sus hijos aquí… un poco más que el salario promedio anual en China. A menos que seas lo suficientemente talentoso para ganar una beca o algún tipo de ayuda, tienes que ser rico para venir aquí.

Una clase de cada cinco es de entrenamiento de fútbol, ​​el resto del tiempo está ocupado con las clases tradicionales. Pero el fútbol es lo que todo el mundo realmente quiere hacer, por lo que incluso las clases que no son de fútbol tienen una fuerte inclinación hacia el juego.

“Cuando llegué aquí por primera vez me enseñaron el uso de los términos clave del fútbol”, dice Zhang Liya, un profesor de inglés de Beijing. “Estos niños vienen de todas partes de nuestro país y su nivel de inglés es bastante diferente. Dicen: “Cuando era joven simplemente aprendí cómo jugar fútbol, pero nunca recibimos clases’”.

Para Zhang y sus colegas, la enseñanza es lo primero… aunque tal vez no para sus estudiantes que están locos por el fútbol.

“En primer lugar, debemos entrenar a los niños para que sean buenas personas y sepan cómo comportarse”, añade. “Luego podemos entrenarlos para ser futbolistas y, talvez, con el tiempo, que puedan ser famosas estrellas de fútbol”.

Tradicionalmente, en China los deportes en equipo han sido de poca importancia pues los padres prefieren encauzar a sus hijos en prestigiosas profesiones como las leyes y la medicina. Si ellos, efectivamente, prefieren el deporte, será en actividades individuales como natación o gimnasia.

Inversión en el estilo de China

Pero los tiempos están cambiando y el fútbol está emergiendo.

La inversión aquí es en una escala que solamente verás en China. Las 50 canchas están distribuidoras en más de 64,74 hectáreas. Están ubicadas junto a canchas de baloncesto, tenis y vóleibol, una piscina y sala de cine, así como un gimnasio, una biblioteca y varios comedores. Chefs especiales han volado desde la provincia occidental de Xinjiang para atender las necesidades dietéticas de los jugadores musulmanes de la región.

Todas las áreas están conectadas entre sí por medio de avenidas arboladas, imponentes postes de luz y grandes plazas de estilo europeo.

El edificio principal de fútbol es como Hogwarts, o como algo que salió de una película de Disney.

Nos comentan que los jardines y los árboles del sureste asiático –con un valor de más de 30 millones de dólares– bien cuidados, están a tan solo unos cuantos cientos de metros de campos vegetales estériles, chozas de madera y carreteras llenas de baches. En el corazón del campus está la pieza central, el edificio principal de fútbol… una enorme mansión al estilo Hogwarts con detalles, completa con torres de reloj y capiteles.

Es un crudo recordatorio de la división de la riqueza de China y un recordatorio no tan sutil del dinero que el país está lanzando en su problema futbolístico.

China está en el puesto 96, por debajo de peces pequeños como las Islas Feroe y Guatemala.

El hombre que supervisa las cosas aquí en la escuela, el director Liu Jiangnan, nos dice que definitivamente hay margen para mejorar.

El director Liu Jiangnan piensa que el estado del fútbol de China aumentará bruscamente durante los próximos cinco años.

“Esta clasificación es incongruente con la posición internacional de China como potencia mundial”, dice.

“En unos cuatro años, el fútbol chino definitivamente verá una mejora y talvez volver a ser uno de los principales contendientes en Asia”.

“Y, por supuesto, en unos 20 o 30 años, vamos a establecer nuestras metas en las mejores clasificaciones mundiales”.

Con el dinero que fluye en el fútbol chino en este momento, tú no te atreverías a apostar en su contra.