Nota del editor: Originalmente de Cuba, el coronel retirado del ejército de Estados Unidos, Manuel Supervielle, sirvió como consejero general del Comando Sur de Estados Unidos del 2000 al 2003, siendo responsable de todos los asuntos legales que involucraban asuntos militares de Estados Unidos en Latino América, incluyendo la implementación inicial del Plan Colombia y las operaciones de detención en la Bahía de Guantánamo. También sirvió como consejero general para Estados Unidos y las Fuerzas de la Coalición en Afganistán del 2005 al 2006. Él es cofundador de Veritas Assurance Partners, la cual provee servicios de gestión de riesgo, respuesta a crisis, asesoramiento comercial a nivel nacional y regional, así como apoyo a la ejecución de proyectos tanto para clientes estadounidenses como extranjeros que se encuentran en Estados Unidos, Latino América (incluyendo a Cuba), el Medio Este y otros lugares.
(CNN) – Regresé a Cuba en junio del 2009, 48 años después de partir con mi familia a la edad de 4 años.
Fue una experiencia profundamente emotiva. Finalmente pude conectar las imágenes profundamente guardadas en mi memoria con la tangible realidad.
Hablar con la gente me abrió los ojos: abogados, exfuncionarios y académicos se quejaban amargamente por el embargo y por no poder vislumbrar el fin. Los comerciantes se quejaban por la falta de bienes y materiales que las personas necesitan para la vida cotidiana. Un hombre no podía arreglar un techo con goteras en su tienda porque carecía de materiales de construcción y herramientas sencillas. Los taxistas y empleados de hoteles a menudo contaban con estudios de posgrado debido a que el contacto con los turistas extranjeros significaba propinas que superaban de forma significativa un trabajo en sus campos profesionales.
En viajes posteriores en el 2010 y 2011, observé una mayor resignación y ansiedad, especialmente entre los cubanos más jóvenes. Muchos veían solo dos opciones: soportar una vida difícil en Cuba con pocas oportunidades o intentar salir, legalmente o de otro modo.
Luego, llegó un día histórico: el 17 de diciembre del 2014, cuando Estados Unidos y Cuba anunciaron su intención mutua de normalizar las relaciones diplomáticas y restablecer los contactos económicos y culturales. Los estadounidenses recibieron la noticia favorablemente, pero con poca algarabía.
Sin embargo, en Cuba la noticia tuvo un efecto más dramático. Muchos sintieron como si una cortina oscura hubiera sido levantada y que el sol tropical resplandeció por primera vez en su futuro.
Los cubanos se reunieron alrededor de la televisión en casa y en lugares públicos llorando con emoción, se abrazaban reían, bailaban y cantaban mientras escuchaban el discurso del presidente Raúl Castro.
Al instante, la mayoría de los cubanos sintieron una sensación de “esperanza para el futuro”, para ellos y sus hijos.
Durante visitas realizadas en el 2015, percibí una sincera y alegre ”esperanza” en mis primos y amigos y otras personas. Por primera vez en mucho tiempo, ellos tenían una buena razón para creer que sus vidas podían mejorar.
Desde el histórico anuncio, ambos gobiernos han tomado medidas para mejorar las relaciones.
Estados Unidos ha hecho que sea más fácil que los ciudadanos viajen a Cuba, ha autorizado vuelos comerciales y viajes marítimos limitados, expandiendo la lista de vuelos de Estados Unidos a Cuba y autorizando ciertos servicios por parte de compañías estadounidenses en la isla, como proyectos para las infraestructuras públicas.
Al tomar estas medidas, Estados Unidos espera ayudar a mejorar la calidad de los servicios públicos, aumentar el acceso a internet y telecomunicaciones e inspirar a más empresas de propiedad privada, todo con el propósito de beneficiar a los ciudadanos comunes.
Por su parte, el gobierno cubano ha ampliado la lista de actividades autorizadas.
Los cubanos pueden, dentro de ciertos límites, iniciar negocios en la empresa privada, vender casas y autos unos a otros y viajar al extranjero. Además, el uso de Wi-Fi público está disponible en lugares públicos sobre una base muy limitada.
El gobierno cubano abrió la Zona Especial de Desarrollo Mariel, en el que a las empresas extranjeras se les da incentivos para iniciar negocios que contratarían a cubanos para la fabricación y exportación de productos de fabricación cubana.
Algo que tiene importancia simbólica y práctica es que Estados Unidos y Cuba abrieron embajadas en el verano del 2015, lo cual marcó un hito importante en la nueva relación entre Estados Unidos y Cuba.
Ahora, tendrá lugar otro hito importante en términos históricos: el presidente estadounidense Barack Obama visita Cuba esta semana. Algunos dicen que eso fue demasiado lejos.
Los críticos dicen que Estados Unidos ya ha otorgado demasiadas concesiones a cambio de muy poco del gobierno cubano.
La crítica más fuerte es que Cuba se niega a liberar a todos sus presos políticos… la libertad de reunión y de expresión sigue siendo restringida, las elecciones de partidos múltiples están prohibidas y la compensación por los bienes confiscados sigue sin resolverse.
Estas críticas están bien fundadas. Sin embargo, es importante recordar que el embargo —de hecho una compleja red de leyes conocidas como “el embargo”— en gran medida sigue vigente. Se requiere la acción del Congreso para relajar o eliminar estas restricciones legales y eso no ha ocurrido hasta ahora.
El gobierno cubano y la mayoría de los ciudadanos son muy críticos del continuo embargo y desde su punto de vista, sigue siendo el mayor obstáculo para la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Ambas partes tienen un largo camino por recorrer antes de que cualquiera se sienta satisfecho, y siempre habrá algunos que se sientan insatisfechos. A pesar del más de medio siglo que ha transcurrido desde la ruptura de relaciones diplomáticas, los dolorosos recuerdos y rencores personales permanecen frescos para muchas personas de ambos lados del estrecho de la Florida, por lo que la reconciliación emocional y política es difícil.
Sin embargo, la “esperanza” creada por la nueva apertura es una fuerza poderosa. Los críticos del proceso de normalización no deben descartar cuán fuerte podría ser la esperanza en la conformación de la reforma económica liberal y expectativas democráticas.
Los cubanos ahora anticipan mejoras en los servicios públicos como el transporte, las comunicaciones, el agua y el servicio de energía, cuidado de la salud, la educación y la libertad de emprender negocios privados. Por supuesto, esta es un arma de doble filo: si las expectativas no se han cumplido después de un período razonable, la magia de la esperanza se desvanecerá.
Mientras Obama visita Cuba, la gente expresará su sentido de alegría, esperanza y gratitud que podrían ser la base de un nuevo futuro entre nuestras dos naciones. Es una medida audaz por parte del presidente durante un tiempo débil y fundamental en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Pero el atrevimiento viene acompañado de riesgo y solo el tiempo nos dirá si el riesgo aquí valió la recompensa.
Mi esperanza es que el pueblo cubano aproveche al máximo esta nueva oportunidad para mejorar sus vidas. Apuesto a que lo harán.